VOLAR
Volar con alas propias,
cruzamos el valle que empequeñece,
dejando abajo, problemas y dilemas,
que en la infertil selva de concreto, crecen.
Ascendemos en grandes térmicas,
jugueteamos, convivimos y hablamos con las aves,
en un lenguaje que llevamos dentro,
muy dentro, un lenguaje que en el aire nace,
quita barreras y hace aparecer las aves que somos;
dentro nuestro, interiormente, en el fondo,
una golondrina, una gaviota,
un cernícalo o un cóndor,
dejando atrás lo humano y abajo los problemas,
volamos y olvidamos, quienes somos,
solo nuestros instintos liberamos
hacemos lo mejor posible,
para hacer durar ese instante de transición,
de ave a humano y de humano a ave,
y, cuando aterrizamos, la ilusión termina.
 
Después de un instante,
nos damos cuenta que somos humanos,
y nos vuelven las ganas de elevarnos,
alto, muy alto, en el cielo azul
convivir con las aves,
juguetear por esos parajes
que nunca jamás, hemos pisado.
pero no podemos, somos humanos;
escuchamos el grito de un amigo,
que nos dice -­ Oye que bien has aterrizado!-
nos damos vuelta,
y vemos lo que somos...
tan solo personas.
 
Pero, siempre, dentro de esas personas,
hay algo especial, un instinto,
una deidad que los hace vibrar,
al ver cualquier avecilla volar.
 
 
Milo Timmermann
28-03-91