15 Junio 2000 Luz Espaïn Viaje III Muy adelante se distinguía un paraje vacío, vacío de paraje también, y apresuramos el paso para llegar a ese lugar donde creíamos poder descansar de un mundo atiborrado de cosas. Pero al llegar allí vimos que se trataba de un espejismo y que no era más que un lugar como todos, lleno de materia, colores y formas. La desazón fue tal, que hubiera podido acabar con nuestra esperanza, pero por alguna razón desistió de hacerlo. Tras unos instantes de descanso, seguimos moviéndonos, probablemente porque eso era lo único que nos salía con facilidad. Frente a nosotros, se levantó un montículo excesivo de materia, que parecía apilada allí sin ninguna clase de orden ni concierto. Seguramente no fui yo la única cuyo corazón palpitó con la esperanza de encontrar en esa materia desordenada resquicios vacíos de materia, esperanza alentada por una infantil idea de que ese mamarracho estaba sin terminar, y por tanto podía ser... pero no, se trataba sólo de una colina como todas. Dando un rodeo a la colina, me encontré nuevamente en el mismo lugar, y esto realmente me aterrorizó. Sólo al rato alguien se dignó a decirme que eso es natural, ya que rodear lo redondo trae ese tipo de consecuencias y no hay de qué preocuparse. Ja! Haberlo dicho antes, porque yo ya estaba aterrorizada y no era cuestión de estar cambiando todo el tiempo de estarencias, no señor, que un poco de seriedad. Si ya me había aterrorizado, pues a remar a lo ancho y a lo largo! En homenaje a tal seriedad es que continué el resto del día sumida entre el terrón y la colina, pues cierto pozo se había ido formando bajo mis pies con el correr de nadie. Al fin comencé a salir, aunque me parecía que no estaba bien eso de estar saliendo, se salió o se saldrá, pero eso de andar saliendo! Pues me resultaba ridículo, pero de cualquier manera tuve de hacerlo, ya que no era momento ese de discutir a ver si a uno le parecía bien o no. Eso vendría después, y es por eso que no vendría nunca. Molesta, asqueada, y todo eso que más o menos, de tener que elegir entre mi lógica y mi salvación, elegí por supuesto mi salvación, que me había salvado siempre, nunca hasta hoy mi salvación me ha dejado sin salvar. En cambio mi lógica, bueno, es decir, claro pero no. Así que salí, sí, salí saliendo, lo reconozco, hubo un instante eterno en que yo estaba saliendo, sin poderlo comprender. ¿Pero no podía la tortuga haberse ido a jugar a otro mundo con Aquiles? Qué falta de modales, realmente! Si es que no! Salí, pero no resultó fácil. A cada momento me preguntaba a mí misma: ¿Qué haces? Salgo, me respondía intentando que la conversación quedara allí. Pero no. Yo continuaba: ¿pero ya saliste? No, no. ¿Saldrás? Eso espero. ¿Pero vamos, qué haces justo ahora-ahora? Está bien, lo diré, lo diré, estoy saliendo! sa-lien-do! Y qué! No, no, nada, me respondía a mí misma, que no tiene nada de malo. Pero dime, ¿qué es exactamente estar saliendo? ¿Cómo sabes que estás saliendo? Y si te detienes de pronto, y luego no sales, ¿aún así dirías que estabas saliendo? Y etcétera. Pero es que así no hay quien salga, saliendo o no saliendo, con o sin gerundio, me decía, reprochándome eso de elegir tan mal momento para una discusión sobre esa cosa llamada presente. Sin embargo, era evidente que me había dado un ataque, aunque por supuesto no se me ocurrió pensar que me estaba dando un ataque, así, en gerundiación. ¿Cuándo? Ahora. ¿Pero cuándo, cuándo? ¿Ahora? Ahora no existe. ¿Acaso alguien ha podido verlo? Entonces, si ahora no existe, es que ahora es nunca. ¿Es que no saldría nunca? Sí, sí, saliendo se sale nunca, lo que hay que hacer es dejar al tiempo en paz, si quiere ser presente, pasado o futuro, da lo mismo. Lo importante acá es salir, como sea. Si uno para eso va a tener que cometer un acto con supuesta duración, pues a hacerlo sin remilgos, el fin justifica los medios! La fe es algo muy, y por esto es que. Es de suma importancia que uno esté convencido de la posibilidad de salir, ya haber salido para poder salir. Pero realmente, estos minutos, estas distancias, ¿no se podían ir a infinitear a otro lado? Qué necesidad de subdividirse, por Dios! si hasta parecen maniáticos! Nada me impedía físicamente salir de allí, sólo es que sobre un tiempo infinitamente indivisible, no podía apoyar una acción continua. Si ese pocito tenía un umbral a partir del cual ya no era más pocito, yo no podía alcanzarlo nunca, y tampoco podía atravesarlo, y tampoco podía dejar de atravesarlo. Cuando el pozo había quedado a un par de kilómetros de distancia, yo seguía saliendo, por las dudas. Pero se ve que estar saliendo es algo diferente a caminar, porque el viajero que se encontraba más cerca de mí me preguntó por qué no dejaba ya de estar saliendo, si ya había salido. ¿Ya? Entonces tuve que dejar mi saliencia así como estaba, completa o incompleta. No es de mi agrado dejar las cosas sin completar, pero en tal caso preferí hacer eso a seguir saliendo cuando ya se ha terminado de salir, que eso es asquerosamente imposible. El sol no había caído aún cuando yo decidí que era suficiente. Luz Espaïn