Casi en la estela del LEHG | |||||||||
TANO SI TENES UN ESCARBADIENTE ...ZAFAMOS |
Vito Dumas |
||||||||
La vuelta al mundo con un catamarán por Los 40 Bramadores. | |||||||||
Por Ricardo Cufré.¿Qué tan largo es un viaje largo?Don Martín me la cantó justa. " Ahhh... un viaje largo..! Quién pudiera..!" Cuántas veces hemos escuchado este deseo, en boca de navegantes? Un viaje largo. Me divierte que las palabras alteren sus significados. Y lo hacen no solamente en relación al contexto en que son utilizadas, si no que también nuestra experiencia -o los sentimientos , a veces-, logran tales mutaciones semánticas. Recuerdo la primera vez que crucé el charco y desembarqué en Colonia. Sin duda alguna, ese fue un "viaje largo". El más largo. ¡Me sentía Magallanes y Pigafetta con sextante eléctrico! ¿Quién me iba a tocar la popa cuando regresara?
Luego, el concepto de "largor" se iría estirando conforme lo hacían las travesías: Sauce, Buceo y Punta del Este fueron mágicos abonos para que éste creciera. Más tarde, un Río - Bs. As. me hizo sentir en el Olimpo de los navegantes. Sin duda alguna, ese era el verdadero viaje largo, y todos los demás devinieron cortos, casi una nada, una limosna para las carenas. Años después la vida permitió darme cuenta que estaba totalmente equivocado. Las 28.000 millas de viaje navegadas en el catamarán Brumas Patagonia - de las cuales 20.202 corresponden a la vuelta al mundo recientemente realizada con mi querido CapiTano Bruno Nicoletti -, hacen que "largo" adquiera otro significado y que quizás tenga sentido medir los viajes en unidades de sensaciones, en vez de longitud. Por ejemplo, una Milla Vivida (MV), es un minuto de vida aprovechada [en el Ecuador]; y un Nudo en la Garganta (NG), es una MV / hora).
Sea como fuere confieso que "largo" puede significar distintas distancias, aunque sin duda algo se haya mantenido constante en mí. Luego de concluir la vuelta al mundo, me siento casi igual a cuando pisé la otra orilla por primera vez hace ya 28 años. Y digo "casi" pues el tiempo y las olas han limado aquella inmanejable soberbia juvenil, dejando ahora cierta calma interior y una misma pregunta al final de la experiencia: ¿esto era todo? Alcancé la zanahoria. Debo inventarme otra para seguir caminando. Creo que a las verdaderas diferencias entre una travesía "larga" y otra "corta", no hay que buscarlas en lo náutico solamente. Si bien orzar, arriar, cambiar velas o cualquier maniobra a bordo son iguales independientemente del mar en que nos hallemos; cuando "las papas queman" prefiero estar en el mar: la navegación que comunmente realizamos en aguas del Río de la Plata puede ser un verdadero problema con viento fuerte, poco agua, olas seguidas y costas a sotavento.
Creo que la grandes diferencias entre los viajes "cortos" y "largos" radica, justamente, en el azar. Cuanto más larga es la travesía, mayor tiempo para jugar tiene el azar. Y rara vez es a favor. No importa la vastedad de nuestra erudición náutica: si somos ignorantes en elementales cuestiones mecánicas, perderemos el uso del motor por no saber purgar la cañería del combustible; y si de electricidad lo único que conocemos es que hay que pagar la factura antes de que la corten, es posible que alguna vez nos quedemos sin piloto automático o radar, por no haber cambiado un fusible o soldado un ínfimo cablecito. Cuando uno sale a navegar por unas pocas horas, la importancia de sus conocimientos de navegación es casi total. Pero cuando el viaje se alarga, entran en juego otras circunstancias que pueden obligarnos a transformarnos en una especie de Mac Gyver, pues las herramientas no suelen ser muchas, las soluciones menos y los repuestos casi nulos. En este tipo de travesías tiene más posibilidades de arribar a puerto un timonel capaz de arreglar todo con alambre , que un Nelson del sextante.
Este consiste en inventar problemas en los distintos sistemas del barco (eléctrico, mecánico, jarcias, etc...) y ver si se está en capacidad de resolverlos. Esto incluye: saber hacerlo y tener con qué. (Herramientas y repuestos si fueran necesarios). Por supuesto que es imposible asegurar reparar por siempre absolutamente todo lo que funcione mal o se rompa a bordo. Simplemente propongo un camino para averiguar cuáles son nuestros límites y, en función de conocerlos, decidir expandirlos lo más posible; modificar la decisión de zarpar o, al menos, saber que si uno sale a navegar, lo hace aceptando más riesgo del que creía. En el caso nuestro, el catamarán contaba con un tallar completo. Y felicito a Bruno por la decisión de "perder" un camarote en función de ganar un completísimo taller: Gracias a esa filosofía, pudimos resolver absolutamente todos los problemas que surgieron en los 11 meses y medio que compartimos.(*) De todos ellos, en mi opinión, los más importantes fueron: a. Rotura de una filástica del "obenque" del travesaño que une las dos proas de los cascos. Fue reparado superponiendo un trozo de unos 8 metros de cadena de fondeo (10 mm. Dia.) tesada a rabiar. b. Cortocicuito en el plug de conexión del cable de antena al monitor del radar, debido a la entrada de agua de mar por capilaridad. Sulfatación extendida y pérdida de dos pines de conexión. Se limpió la sulfatación y reconstruyeron los dos pines con alambre, soldaduras y trozos de escarbadientes. c. Corte de ambas mechas de timones y pérdida de los mismos. El estudio posterior del borde de corte del pedazo de mecha que quedó a bordo indicó que la causa fue un defecto en la costura de los caños de inoxidable, en donde comenzó su trabajo la corrosión. Fueron reinstalados en navegación. Teníamos dos timones completos de repuesto y, al llegar a Nueva Zelanda, recibimos dos más como reemplazos de los utilizados. d. Corte de bulón de sujeción del marco que sostiene la caja de engranajes del timón de babor. Fue apuntalada dicha caja con 3 travesaños de distintas medidas. Además se utilizaron 12 cuñas fabricadas ad hoc, de distintos tamaños. Las 2 más pequeñas fueron broches de ropa, de madera. Excelentes. Al llegar a Nueva Zelanda se realizó el trabajo necesario, que incluyó nuevo amuramiento a un mamparo, corte de hierros ángulos, soldaduras, desarmes varios. etc... etc..., además de los pertinentes planos de las tareas propuestas a realizar. Tales esquemas fueron enviados por fax a Francia para su consulta, previamente a la iniciación de los trabajos. e. Rotura de varias filásticas de ambos obenques de inoxidable, debido a un error en el torneado del herraje del truloc. Los obenques (14 mm. dia.) fueron sobredimensionados. Quedamos navegando con las filásticas restantes.
Oremus Al llegar a Nueva Zelanda, se cambio la jarcia fija. Los nuevos herrajes de los trulocs estaban correctamente torneados en las bocas, y no hubo más problemas, pese a que los vientos fueron más fuertes que los soportados por la jarcia anterior (colocada nueva antes de zarpar). Por supuesto hay muchas otras cosas que han sido reparadas. Pero lejos de hablar en contra de la embarcación, son pesados argumentos a favor de que en un viaje "largo" uno debe estar muy bien preparado para estas contingencias. Creo que la importancia de los conocimientos de navegación no desaparece, pero se relativiza entre la de otro tipo de conocimientos totalmente alejados de las colatitudes, proyecciones meridianas y afines. Recuerdo aquella noche. La luna llena, de vuelta encontrada, a veces se escondía tras el fantasma de la genoa. Y por popa, montada en un espejo astillado, nos perseguía la luz. Cuando dejé de ofender al silencio con mis tonterías, el gaucho Martín Kevlar sorbió su mate y me dijo... "En esto ´e los viajes largos hay que andar con mucho ojo. El mar tiene su antojo y de lo que digo estoy seguro: Te afloja lo que está duro Y te endurece lo que está flojo"
Sabia, la gayapata ´e las olas. Muy sabia. Mirando nada, pude ver el chicote de la estrella fugaz que nos cayó en la amura de babor. Qué noche..! ______________________________________________________________________________________________ (*) Un catamarán de tamaño medio como el Brumas Patagonia (44 x 22 pies) tiene normalmente 4 camarotes con cama doble. Creo que es el barco ideal para navegaciones de largo aliento, inclusive por lugares en donde haya puertos con poca o ninguna infraestructura. Uno de los camarotes puede transformarse en un taller que, sumado a la inventiva y habilidad de su tripulación, p |