¿Cómo
nombrarla?
Lic.
Beatriz Gelman (*)
A
medida que los hijos van afianzándose en la adquisición del
lenguaje, los padres comienzan a preocuparse por el tema de
"las preguntas" que aquellos pueden comenzar a
plantearles.
Este es un tema que se aborda frecuentemente en los grupos de
reflexión y hay un interrogante recurrente: ¿Cómo nombrar a la
madre biológica?
La madre biológica que entrega uno ó más hijos en adopción,
suele ser descalificada por la sociedad. Esto no ocurre con los
padres adoptantes. La experiencia revela que suelen referirse a ella
con reconocimiento y gratitud. Muchos comprenden la compleja
realidad social en la que se hallan y tienen una mirada amplia sobre
la misma.
A pesar de ello, incluir a la madre del origen en la vida del hijo,
suele despertar encontrados sentimientos y produce no pocas
ambivalencias para los adoptantes.
Repetidamente, a la hora de denominar a la madre biológica en los
grupos de padres, se produce confusión, dudas y se abren preguntas.
¿Cómo nombrarla? Las dificultades son menores cuando se refieren a
ella con sus pares. Aparece un marcado consenso en llamarla madre
biológica.
El tema se torna conflictivo al hablar con los hijos:
-Yo no la llamo madre biológica porque sino, es como si tuviera dos
madres y se puede confundir. ¡Yo soy la madre!.....
-Yo le digo la señora que te tuvo en la panza.
-En realidad, sólo fue su progenitora.....
-¿No sería mejor decirle la donante? Porque yo siento que me donó
a su hijo.
Dudas incesantes que retornan sucesivamente en nuevas preguntas: ¿cómo
llamarla?
A menudo, los padres son sorprendidos por preguntas como: -¿y mi
mamá, cómo se llamaba?- o cuando le cuentan en el jardín a los
amiguitos -"¡Yo tengo dos mamás!". La sorpresa alcanza
gran magnitud porque "mamá" no es una nominación que
suelen emplear los adoptantes. Sucede que "señora con
panza".... "progenitora".... "donante"...
son conceptualizaciones adultas, a las que no suscriben los niños.
Ellos suelen denominarla naturalmente: mi mamá, o la otra mamá, o
bien mi mamá de la panza... sin confundirla con la madre adoptiva.
Los niños no suelen decir madre biológica, -salvo en un esfuerzo
para tranquilizar a los padres- y no se confunden, como temen los
adultos. .
No obstante ello, decir "la señora que me tuvo en la
panza", es un concepto intelectualizado por los adultos, lejano
al mundo infantil, que reconoce en una mujer con panza a una mamá
-aún cuando la maternidad biológica se haya interrumpido y
aparecieran sus padres en la escena.
Es importante que los padres no entren en pánico. Los niños
reconocen en su mamá adoptante a su mamá a la que quieren, y de la
que reciben cuidado y protección. Saben que de eso se trata la
función materna -aún cuando desconozcan ese concepto-.
Aunque nombren mamá a su madre biológica, esto no implica un
desplazamiento de lugares, ni una primacía de ésta sobre la otra.
Los niños las reconocen discriminadamente y ambas tienen un espacio
en su psiquismo.
-¿Pero cómo, entonces tengo que llamarla mamá?- preguntan los
padres.
No necesariamente. No están obligados a ello. Los padres eligen cómo
hacerlo pero es importante no corregir la forma en que se expresan
los niños. Es conveniente escucharlos y tomar sus conceptos en la
medida que sea posible, porque así es como ellos comprenden y le
dan significado. Cuando los padres adoptantes -particularmente las
madres- sienten seguro y reconocido su lugar en la vida del niño,
se alivian.
Este es un tema muy reiterado en los grupos de padres y estas
preguntas retornan, porque ponen de manifiesto un deseo subyacente:
"quisiéramos estar sólo nosotros", y el hijo trae con
sus preguntas y su presencia física -que introduce el parecido de
otras figuras diferentes a los adoptantes- la certeza de que no son
los únicos protagonistas de su historia.
Hablar de la madre biológica es hacerla presente y muchas veces
esto busca ser evitado. No obstante ello, hablada o silenciada su
presencia, la madre biológica es una figura siempre vigente en la
vida de adoptantes y adoptados. La modalidad de pensarla e
imaginarla así como los afectos que despierta, dependen del proceso
singular que desarrolla cada sujeto.
(*) Directora de la Fundación Adoptare