Aprendizaje,
familia y adopción
Dra.
N. Elchiry*
Con
frecuencia solemos ver que la temática de adopción es soslayada
en las instituciones educativas y que la información que circula es
muy escasa. Sin embargo la temática cobra particular relevancia
cuando ésta se circunscribe a niños y niñas que presentan
dificultades escolares. Allí es donde la mirada se vuelve
indagadora rotuladora y prescriptiva. El desconocimiento al
respecto, conlleva a adherir fácilmente a hipótesis de déficit o
a patologías específicas sin que esto se indague con rigor científico.
En la gran mayoría de los casos no hay una relación
vinculante entre dificultades en los aprendizajes escolares y adopción,
cuando la familia adoptiva no omite la historia de adopción los
explicita a niños y niñas adoptivos y su comunidad de pertenencia.
Al igual que el común de niños y niñas y como todo
sujeto que aprende, las primeras experiencias de aprendizaje se dan
mucho antes del ingreso a la escuela y es precisamente el ámbito
familiar el contexto de estos primero aprendizajes. Ya desde los
primeros días de recién nacido se establecen situaciones de
interacción y aprendizaje en el seno de la familia. Estos
aprendizajes, implican regulaciones y mutuas coordinaciones familia
- niño/a.
La familia también aprende, registra las necesidades y responde a
ello. Más adelante los padres, hermanos/as y adultos significativos
en forma espontánea; comienzan a orientar las actividades e
intereses de niños/as y a responder a sus preguntas curiosas.
La edad en que los niños y niñas fueron adoptados y la
calidad de las experiencias previas es aquí relevantes, porque la
historia de los aprendizajes va a ser diferente según las
posibilidades, cuidados y estímulos que cada niño o niña disponga
en su medio cotidiano. En este sentido la familia y el medio social
juegan un papel muy importante en los recorridos previos al ingreso
escolar. Esos aprendizajes "familiares" luego
se tornan decisivos para una buena escolaridad porque todo
conocimiento nuevo se construye a partir de otro anterior.
Cuando el ajuste recíproco entre el niño, la niña y
la familia se da muy tempranamente, el aprendizaje se construye como
en todo sujeto en desarrollo. Es así que durante la primera
infancia, algunas actividades cotidianas informales que se realizan
en el medio familiar son de gran importancia para los aprendizajes
de niños y niñas. Actividades del tipo de narraciones, lectura de
cuentos, juegos de interacción, de simulación y dramatización son
precursores de un buen rendimiento escolar posterior.
Con frecuencia solemos ver en familias adoptivas que
estas simples actividades han sido descalificadas u olvidadas por un
énfasis en ofrecer a niños y niñas objetos atractivos, nuevos
juguetes y materiales "didácticos" (como si fuera un
intento de estimulación y compensación). Se sustituyen con estos
objetos espacios importantes de interacción familiar. Sin embargo
luego se percibe el reclamo de padres y maestros cuando niños y niñas
no manifiestan interés alguno por la lectura o presentan
dificultades en la escuela para aprender.
Son facilitadores del aprendizaje escolar las prácticas
familiares discursivas que orientan las acciones a metas y el
fomentar espacios de interacción no sólo con adultos sino también
con pares (otros niños y niñas). Sabemos que es difícil generar
estos espacios en medio de la agitada vida cotidiana del mundo
actual, pero es una tarea ineludible que permite escuchar la
experiencia personal del niño/niña. Esto facilita la inclusión de
la narrativa, la argumentación y el aprender a dar fundamentos.
Una gran parte del aprendizaje depende de procesos de
autorregulación. Fuera del aula los niños y las niñas van
adquiriendo comprensión de ciertos aspectos de la vida y los
adultos contribuyen a ello. El fracaso comienza cuando la familia
adoptiva en forma sobreprotectora intenta solo controlar estos
procesos y no delega en forma progresiva la responsabilidad en el niño/a
para comenzar a autodirigir estos procesos. Niños y niñas aprenden
mejor cuando se les permite plantear problemas y tienen
interlocutores válidos con quienes discutir y buscar alternativas
de solución.
En aquellos casos en que el niño ó la niña toman
contacto con la familia adoptiva luego del desarrollo del lenguaje,
los ajustes de estilos y ritmos suelen ser más complejos. En estos
casos la familia necesita desarrollar estrategias de apoyo del tipo
de mediar para facilitar.
Esas actividades mediadas implican brindar ayuda por
medio de comentarios, pedidos de fundamentación y disponibilidad
para escuchar y responder interrogantes. También mediante el
planteo de preguntas que susciten interés, expectativas y faciliten
las comunicación. Preguntas que ayuden a los niños y niñas a
incentivar su curiosidad, a interrogarse, a expresar sus
experiencias y sus saberes.
En nuestra experiencia clínica hemos visto muy
frecuentemente problemáticas en el aprendizaje en niños y niñas
(adoptivos o no) asociados a desfases en el desarrollo de los
procesos de atención. Estos desfases remiten a desajustes en la
coordinaciones iniciales entre las necesidades y demandas del bebé
y el acompañamiento familiar en las primeras etapas del desarrollo.
El exceso de estímulos, objetos y juguetes sin registro de esas
necesidades, los frecuentes cambios en momentos del desarrollo que
requieren permanencia y estabilidad, interfieren con un adecuado
desarrollo atencional.
Los estilos y tiempos de aprendizajes tienen su
singularidad y es por ello que las intervenciones e interacciones de
la familia durante las etapas iniciales del bebé y en especial
durante la primera infancia son básicos para el aprendizaje. Entre
los 5 y 7 años los procesos de atención se consolidan y es aquí
que suelen aparecer los desfases mencionados. Hablamos de desfases y
no de déficit atencional dado que el segundo implicaría un
compromiso de tipo psiconeurológico. Observamos una tendencia
creciente a detectar síndromes atencionales con su consiguiente
medicación y control. Vemos que en la mayoría de los casos no hay
componente de organiciadad y que con un trabajo de aprendizaje
conjunto entre familia, docentes, niños y niñas se reconstruye el
recorrido y se favorece el desarrollo de adecuados procesos
atencionales.
En todo caso es necesario enfatizar la necesidad de
diagnóstico diferencial.
A modo de reflexión general queremos recordar que:
la educación supone aceptación de niños y niñas como son y no
como se piensa que debieran ser. Ese respeto a la persona es básico
para el aprendizaje y el desarrollo integral de niños y niñas.
* La
Dra. Nora Elichiry es Profesora Titular por concurso y Directora de
la Maestría en Psicología Educacional de la Facultad de Psicología
de la Universidad de Buenos Aires.