La
adopción en la escuela
J.
M. Arjona (Girona) *
Soy
maestro de párvulos (niños y niñas) y quiero explicar una anécdota
que me sucedió a principio de curso. Entre mis alumnos hay una niña
que es adoptiva y un día, trabajando un tema de animales, los niños
empezaron a decir que las crías crecían dentro de las barrigas de
sus mamás, como nosotros. Entonces esta alumna
intervino diciendo que ella no había estado en la barriga de mamá.
Mi primera reacción fue querer corregir ese "error", pero
de manera intuitiva dejé que esa niña continuara explicándose. Y
valió la pena. Así fue como contó, a toda la clase, que ella había
estado en la barriga de otra señora que no la pudo cuidar, que la
dejó en la calle y que la policía la recogió y la llevó a un
"Hogar" con otros niños que no tenían papás. Que más
tarde su papá y mamá la fueron a buscar a aquel "Hogar"
que estaba en Colombia, el país donde ella nació, que tuvieron que
tomar muchos aviones para ir por ella... Todos los niños se
quedaron boquiabiertos y a mí me dio una valiosa lección. De una
forma tan sencilla como profunda había tratado un tema que yo no
sabía como tratar, cómo afrontar dentro del aula. Su explicación,
clara y sencilla, consiguió acabar con la angustia, el desasosiego
y la inseguridad que me producía personalmente ese tema tan
"delicado". Cuando ella acabó sus explicaciones, los niños
preguntaron si todo aquello que había dicho era verdad o era un
cuento. Entonces yo, guiado por la naturalidad del
discurso de mi alumna, intervine para decir que era verdad, que su
historia era una historia muy bonita, que todos habían tenido una
gran suerte, tanto ella como sus papás, y que por eso parecía un
cuento. Enseguida todos sintieron la necesidad de explicar también
alguna historia interesante de sus biografías...
Esta anécdota me ha servido para constatar lo
importante que es el dejar a los niños explicarse a su manera. Si
yo hubiera interrumpido el discurso de mi alumna, para
"corregir como maestro su error", ni ella hubiera podido
compartir espontáneamente su historia con nosotros, ni nosotros
hubiéramos podido aprender tanto de su historia distinta y
singular. Por otra parte, creo que los maestros tenemos una
desinformación absoluta respecto a este tema en concreto y de ahí
nuestra angustia e inseguridad a la hora de abordarlo. En mi caso
fue la intuición de callar y el enfoque positivo y correcto con que
los padres de mi alumna habían abordado el tema en su casa, lo que
permitió que su tratamiento en clase surgiera de una manera tan
natural y positiva. Pero creo que sería muy necesario que todos los
maestros con hijos adoptivos en el aula tuviéramos una charla con
los padres para saber cómo enfocan el tema en casa y cómo debemos
enfocarlo nosotros en la escuela. Y esto mismo deberíamos hacer con
todos esos alumnos que no viven en una familia estándar, porque la
diversidad familiar es un hecho cada vez menos minoritario y se hace
ya imprescindible que atendamos y respetemos desde la escuela esta
diversidad.
*(Testimonio
extraído de la revista ADDIA - Barcelona -).
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