Un
niño adoptado
Arminda
Aberastury
Me
llamo Martín, tengo siete años y estoy preocupado.
La maestra me puso muy bien en el dibujo del cuaderno,
pero también puso una nota para que papá y mamá fueran a hablar
con ella. No será para retarme, porque dice "muy bien
felicitado".
Pinté unas naranjas en un árbol de pino, y cuando la
maestra me dijo que el pino no tiene naranjas le contesté "se
las puse prestadas".
Estoy seguro que es por eso, porque puse naranjas en un
pino.
Papá y mamá tienen un negocio de juguetería, está
pegado a la casa, pero a esta hora es cuando hay más trabajo, y
estoy solo en mi cuarto porque sé que no debo molestarlos. Por eso
juego solo y me hago preguntas que a veces me contesto y a veces no
sé cómo contestaras. Casi siempre son las mismas, pero muy pocas
veces me animo a preguntarles a papá y mamá. ¿Un avión azul es
el hijo de un avión azul? ¿Un avión rojo, es el hijo de un avión
rojo? ¿O un avión es el hijo cuando tiene un piolín para
arrastrarlo? Recuerdo una conversación que tuve con un compañero
de banco, también a mí me preocupa saber de dónde vienen los
chicos, y lo hablé con José, con Enrique y también con Santiago,
aunque Santiago es un poco menor.
Santiago piensa que todos los hijos son iguales a sus
padres, pero Gustavo dice que puede a veces no ser así. Por
ejemplo, él tiene un amigo que se llama Marcelo y es muy rubio, y
los padres no son rubios. A mí también me preocupa saber porqué
José tiene diez hermanos y en cambio yo soy único.
Cuando les pregunté a mis padres, una tarde, si tendría
un hermano me contestaron cualquier cosa, cualquier pavada, como si
con eso me taparan la boca.
Estoy cansado de preguntar, pero quiero saber, y tendré
que animarme un día y preguntar en serio.
Busqué en el diccionario que quería decir
"hijo" y también que quería "madre". De hijo
decía: "Persona o animal respecto de su madre o de su
padre". Cerré enojado el libro; sabía menos que antes. Sin
embargo, me dije, tengo que saber. Busqué
"madre" y quedé más desconcertado todavía. Decía
"Hembra que ha parido", "Hembra respecto de su hijo o
hija" .
Al día siguiente, en el colegio, un chico me dijo que
era una hembra, pero no sabía qué era "parido". Tendré
que preguntárselo a mi padre. Yo no quise buscar que quería decir
"padre" porque tuve miedo.
Tendría que haber diccionarios escritos para chicos,
porque este diccionario es para las personas grandes que ya saben.
Un día, cuando era más chico, escuché una discusión
entre mis padres. Uno de ellos decía - no recuerdo cuál de los dos
era- "cuando sea grande se lo diremos, ahora no lo puede
comprender". Recuerdo que entré en el cuarto y pregunté qué
era eso y porqué no me lo decían ahora, y también me contestaron
una pavada.
Muchas veces he pensado que no son mis padres, que si
fueran verdaderamente mis padres me comprenderían. Sin embargo
Marcelo también dice que sus padres no le contestan a las
preguntas, y Enrique se acordó que un día preguntó de que había
muerto su hermano y le hicieron callar. Entonces, no son mis padres
los único que no contestan a las preguntas.
Muchas veces los miro y siento algo muy raro, los quiero
mucho, me entienden en muchas cosas y yo también los entiendo, ¿acaso
no sé cómo se debe hablarles, esos días en que todo se vuelve
contra mí?. Pero también José me dijo que a veces hay día en que
sus padres están insoportables, entonces no son sólo mis padres.
Pero lo que yo siento es distinto, no es que no me
entiendan o no me quieran. Me regalan cosas, me llevan a todas
partes. Pero no, es algo muy especial y terriblemente difícil de
decir.
A veces miro a mi padre y veo como si otro padre
estuviera detrás de él o al lado de él, no es algo que yo puede
describir, pero está allí, cuando lo miro.
A veces cuando yo era chico, casi esperaba que el otro
apareciera de repente y fuera verdad que era otro padre y me dijera
"yo también soy tu padre". Me hubiera parecido natural.
Un poco diferente, pero un poco parecido me pasaba con
mamá, con ella, es sobre con la voz. Cuando era chico y la
escuchaba, me parecía que su voz había sido otra alguna vez, más
linda, más fuerte, no sabía si era más linda esa voz o si me
gustaba más, pero si estaba seguro que era otra. A veces, ahora,
cuando mamá me llama, siento la otra voz pegada a la de mamá y
cuando voy a verla me parece raro que sea una sola persona.
Estos pensamientos, me asustan, pero por suerte me
vienen a veces, no me pasa siempre.
Muchas veces de noche le pido a mamá que se quede junto
a mí hasta que esté dormido, tengo miedo que alguien entre y me
lleve.
Otras veces pienso en ladrones. Con Carlos y con Marcos
hablamos muchas veces de ladrones. En la casa de ellos entraron y se
robaron las cosas de los grandes, no sacaron nada del cuarto de los
chicos y esto que tenían cosas importantes: una colección de
bolitas y el cuaderno de estampillas del hermano mayor. Pero no era
eso lo que yo quería decir; quiero explicar lo que a veces me pasa
de noche, y a veces de día también. De golpe me parace que me
equivoqué de casa, alguien llega y me dice que ésta no es mi casa
sino otra. Pero esto dura muy poco por suerte, porque enseguida me
doy cuenta que sé muy bien que ésta es mi casa.
Muchas veces quiero hablar de todo esto con papá y mamá,
porque no sé cómo decírselos; tengo mucho miedo que me hagan
callar; o me digan que son pavadas, o me contesten con una pavada.
Pero ahora me importa mi dibujo y la nota que la maestra
me puso en el cuaderno. No sé qué le dirán en el colegio a mis
padres.
A la mañana siguiente fueron a hablar con mi maestra, y
ese día empezó algo así como la segunda parte de mi vida,
verdaderamente la mejor parte de mi vida. Fue cuando papá y mamá
me contaron toda la verdad.
Empezaron con unos cuentos bastante tontos, me hablaron
de la gata que había tenido un hijo pero que después no lo pudo
criar, y que entonces otra gata que era amiga de ella lo tomó a ese
gato y lo educó como si fuera el hijo, y que eso a veces pasaba
también con las personas.
De golpe me di cuenta que sabía lo que me iban a decir,
todo aquello que había pensado era verdad. De todos modos, no los
interrumpí, y siguieron contándome que también pasaba con otros
animales, que muchas veces un mono tiene un monito y la mamá se
muere cuando nace el mono y lo cuida otra mamá, pero es como la
verdadera mamá, y ese monito quiere mucho a su segunda mamá, y la
mamá lo quiere mucho como si fuera su hijo.
¿Y no es su hijo? Les pregunté. Mamá dijo "sí",
sí es su hijo, pero es un hijo distinto, es un hijo que no ha
estado adentro de la mamá. Es un hijo, pero es un hijo... "¿Es
un hijo qué?"
"Es un hijo adoptado" me dijo mamá. Yo estaba
seguro que yo era un hijo adoptado, pero quería que ellos me lo
dijeran.
Mamá se enredó, papá la ayudó, y al final me dijeron
"vos sos nuestro hijo, pero nuestro hijo adoptivo". Sentí
un gran alivio porque entonces todas esas dudas que yo tenía eran
verdad, entonces había una voz que yo escuché antes que la voz de
mi mamá, y entonces tengo dos papás. No les conteste nada, pero
creo que ellos se dieron cuenta que estaba contento; estaba contento
de ellos y de mí.
Pensé que si ellos no habían podido tener un hijo,
como mamá me explicó, así entrecortado, y que papá tenía tantas
ganas de tener un hijo, y que ellos no habían podido tenerlo, y que
esas cosas pasaban con las personas y a veces con los animales, que
querían tener hijos y no podían tener hijos, entonces si yo soy el
hijo, yo les hice un regalo, ahora tienen un hijo.
Les pregunté ¿y ustedes conocieron a mi mamá? ¿Y mi
mamá por qué no me pudo tener? Y mi papá ¿ustedes conocieron a
mi papá?
Me dijeron que no, que hay una persona que se ocupa de
esas cosas, a la que se le puede pedir... No sé, no entendí muy
bien, pero algo así como que cuando se quiere adoptar un chico hay
personas que saben cuando hay un chico que la mamá no lo quiso
tener; o lo tuvo y que después... no sé, no quiere darle de comer;
o no puede vestirlo, o no lo quiere mandar al colegio, o no le podía
comprar juguetes, o no lo quería tener en la casa, y que entonces,
cuando esa persona sabe que hay un chico que nació y que pasa eso,
entonces se junta con la otra persona, que es la persona que quiere
tener un chico y... y entonces se lo dan. Pero primero averiguan si
esos padres van a ser buenos con el chico; y la verdad es que ellos
son muy buenos conmigo, que averiguaron bien, porque ellos son muy
buenos.
¿Pero por qué estoy un poco triste? Pero no quiero
mostrarles que estoy un poco triste, porque si ellos ven que estoy
un poco triste se van a apenar. Pero estoy un poco triste, mejor les
digo que estoy un poco triste.
Entonces mi mamá me dijo que era natural que estuviera
un poco triste, por que toda esa historia era un poco triste. Pero
era también un poco alegre, porque al final era una historia feliz.
Eran unos padres que no tenían un hijo, y ahora lo
tienen, y era un hijo que no tenía padres que lo cuiden y ahora
tiene padres.
Creo que eso es la adopción, como naranjas para un
pino.
Revista Argentina de Psicología n°27