LA TRACCION A SANGRE ANIMAL EN CLAVE DE PETROCOLAPSO

Por Alfredo Armando Aguirre

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No creo a esta altura de mi parábola vital, que se pueda iniciar comunicación alguna, sin explicitarse el paradigma social donde ha de contextuarse el pertinente desarrollo.

Es por ello, que adelante que tengo presente una comunidad argentina signada por la creatividad, la participación, la descentralización administrativa y la desconcentración demográfica.

Esa comunidad pretendida pero lejos de ser realizada, esta a su vez inserta e interrelacionada con los marcos continental y planetario. Y sobre todo ese contexto global pende la peligrosa situación de un petrocolapso, que algunos arriesgan a pronosticar como más o menos inminente y súbita.

Es casi obvio consignar que cada aglomerado humano habrá de ir dando respuestas a esa carencia súbita de hidrocarburos, acorde a sus posibilidades de sustitución de fuentes energéticas. Esas respuestas habrán de ser necesariamente diversificadas.

Hay quien ha sostenido(Marshal, 1955), que en todo régimen social concreto, anidan vestigios del pasado y pródromos de lo que vendrá.

Quienes como en nuestro caso, venimos trabajando sobre la hipótesis de una penuria de carburantes, habiendo tomado conciencia de esa posibilidad a partir de la crisis petrolera de 1973, no consideramos descabellada ninguna alternativa que satisfaga los requerimientos de transporte, para tomar una modalidad como ejemplo, y que no requiera de hidrocarburos para impulsión.

En esta comunicación, desplegaremos monográficamente, algunas posibilidades que asisten a la tracción a sangre animal.

Recordamos que cuando hacia principios del 80, propusimos el reemplazo  en las localidades medianas y pequeñas del interior argentino de  tractores por caballos, nuestros amigos no pudieron disimular una sonrisa y nos dijeron que eso era ir en contra del progreso. En los días que corren con una barril de petróleo que se cotiza por encima de los setenta dólares, hay mas receptividad para insistir con esas y otras propuestas parecidas.

Quines como nosotros frisamos los sesenta años, conocimos una Argentina donde los caballos tiraban de carros diversos. Estaban el carro del lechero, el carro del panadero, el carro del verdulero, el carro del almacenero, el carro del sodero, el carro del pescador, el carro que vendía canastos y plumeros(muy voluminoso él), el carro de la basura, y el carro fúnebre (los que llevaban a niños muertos eran de color blanco). Recuerdo haber visto, tropas del ejercito en maniobras usando carros y hasta llegué a ver una vez, en un camino rural, un carro de carnicero.

En la ciudad de Buenos Aires, que ya en el censo de 1947,tenia la misma cantidad de habitantes que ahora, hasta prácticamente los 50, la basura se recogía en carruajes tirado por dos caballos.

Eso era lo que nosotros vimos desde niños. Aunque también los vimos en un festejo carnavalesco, había quien nos hablaba de los tranvías a caballo, o de la autobomba de bomberos así traccionada.

Con el tiempo nos enteramos que significaba “un tranvía rural”. Supimos que se usaban bueyes para maniobrar vagones de ferrocarril en las estaciones. Y del uso de la modalidad de “a la sirga”, para transportar  remolcar embarcaciones por  ríos y canales artificiales. También leímos que en su libro de 1934,”La Patagonia y sus problemas”, el entonces coronel José Maria Sarobe, proponía traer camellos bactrianos, como los que había visto en la Manchuria, para el transporte en los fríos desiertos patagónicos(Y aparentemente hubo alguien que propuso lo mismo antes y que aun no hemos identificado. El panorama se haría más exhaustivos si se le agregan las tropas de llamas que ya se usaban ante de la llegada de los conquistadores y evangelizadores españoles y el empleo de mulas por el Ejercito y para usos de los arrieros. Vale acotar que hasta la década del 30, todavía había diligencias en la provincia de Entre Ríos(Un dato que nos costaba creer hasta que recientemente hemos verificado documentación en la ciudad de La Paz).

Hasta aquí esto podría hasta ser considerado como el relato de un tradicionalista, muy amigo de las “cosas nuestras”.

Pero lo que estamos tratando es una de la batería diversificada de alternativas, para resolver problemas de transporte, tomando como parámetro la súbita desaparición de los hidrocarburos. Y reiteramos que no se trata de LA alternativa, sino de una de ellas.

Es curioso como la tracción a sangre animal(por aquí no se ha incursionado con el ricshaw, ni los triciclos de reparto utilizando energía física humana), sigue siendo utilizada en los medios rurales, como por los habitantes de las llamadas “villa miserias metropolitanas”. De ese modo una pequeña franja de población ha mantenido la tecnología “adecuada” o “apropiada” para la emergencia que se avecina.

Pero hay un factor de mucho potencial, que da a las posibilidades de empleo de la tracción a sangre animal, el carácter de “reinvención”, con respecto a los empleos que hemos enumerados a trazos muy gruesos: el desarrollo tecnológico. De estos desarrollos destacamos los nuevos materiales y la biotecnología.

A menudo hemos dado un ejemplo, que se nos ocurre muy esclarecedor. Tomemos por ejemplo un carro tradicional, construido de hierro y madera, tirado por dos caballos percherones(no son nuestra especialidad los equinos pero sabemos que hay otras razas más corpulentas que estos).

Cae de su propia peso como la relación peso/ potencia se elevaría, si los caballos son potenciados biotecnológicamente y los carros son construidos por materiales livianos tipo aluminio, plástico o fibra de carbono. Cabe señalar los cánones técnicos, según la cual un caballo de fuerza(H.P.) arrastra 150 kilogramos en el camino pavimentado; 450 kilogramos  sobre el riel;  y 4.000 kilogramos por el agua.

De mis recuerdos de infancia, traigo la opinión de los mayores que explicaban que los carros se dejaban de usar por el valor del forraje. Esas opiniones tenían mucho sustento con un barril de petróleo artificialmente cotizado en dos dólares. La ecuación cambia con cotizaciones que rondan los setenta dólares el barril, como preanuncio de la desaparición del carburante.

Resulta casi redundante referir a como se podrían implementar las aplicaciones concretas de esa- repetimos- alternativa. Aplicaciones en las que entendemos deberían intervenir el Instituto Nacional de Actividad Hípica, el INTA, el Comando de Remonta y Veterinaria, el INTI, las Facultades de Veterinaria, La escuelas agrotécnicas, y las asociaciones de productores específicas.

 Debe quedar claro que esto comporta un rediseño de todo el quehacer cotidiano. Así como hubo un país que se diseñó para los ferrocarriles primeros y luego sé rediseñó traumáticamente para asimilar al complejo caminero automotriz, variantes como esta de la reinvención de la aplicación de la tracción a sangre animal han de ser combinadas con otras tecnologías disruptivas como los dirigibles geoestacionarios e híbridos de carga; con el retorno de las practicas de la Economía domestica, “Casera” u “hogareña” ,y con las crecientes posibilidades que vienen evidenciando las tecnologías de la información y la comunicación(TICs).

Buenos Aires (Viernes, 09 de Junio de 2006)