"No a nosotros YHWH, no a nosotros, sino a tu Nombre da la gloria".(Sal. 115,1)

La exaltación de la persona y sus obras en la cultura actual tiende a ponernos a nosotros mismos como puntos de referencia y centros del universo de todo cuanto hacemos. La tentación del hombre es robarle la gloria a Dios. La Biblia nos enseña la actitud correcta ante nuestras obras y éxitos, la actitud de los "anawin" los pobres de YHWH, los pobres que reconocen que su riqueza consiste en la alianza establecida con YHWH, que no se detienen en los dones poseídos sino que levantando su mirada , miran al Dador de los dones, por ello exclaman con el salmista: "No a nosotros YHWH, no a nosotros, sino a tu Nombre da la gloria". Dar la gloria al Nombre de YHWH es ser justos con Dios, reconocerlo como Dios y Señor, reconocer sus derechos de ser Dios fuente originaria de toda gracia, reconocer con gratitud la absoluta gratuidad de los dones recibidos de El. Es legítimo reconocer, gozar el fruto de nuestro esfuerzo, agradecer la valoración de los otros pero siempre con la claridad de conciencia de que todo lo hemos recibido y no somos mas que "siervos inútiles, que hemos hecho lo que debíamos de hacer" (Lc 17,10), es decir fructificar los talentos recibidos (Mt 25,14-30), cada uno según la medida del don de Dios, quien cien, quien sesenta, quien treinta (Mt 13,23). Ante el reconocimiento, la alabanza y el éxito digamos en lo profundo de nuestro corazón: Señor "a ti todo honor y toda gloria" por los siglos (Rm 16,27). Amén.