EL LEGADO DE MÁS DE 100 AÑOS DE PRODUCCIÓN BANANERA EN COSTA RICA

¿HERENCIA O DESPOJO?

Después de algo más de 100 de historia bananera en Costa Rica, la herencia recogida por miles de hombres y mujeres que han pasado por las plantaciones no ha sido otra más que el despojo de sus sueños.

 

En la cultura del ser costarricense está muy arraigado el significado de la herencia. Los hijos siempre esperan o desean que sus padres les hereden algo. Es una esperanza positiva, ya que la herencia es siempre un peldaño para arrancar una vida nueva.

 

La Zona Atlántica, en el transcurso de tantos años de producción de banano, también ha recibido una herencia. Gracias al banano, esta hermosa tierra dio acogida a gente de muchas nacionalidades, diferentes lenguas, culturas, tradiciones, expresiones de la vida. Todos llegaron con la intención de construir aquí una vida mejor para ellos y para sus futuras generaciones.

 

Hoy, mirando hacia atrás, encontramos que esos sueños quedaron en los libros, en los rieles del ferrocarril, en los hombres partidos y las espaldas quebradas de todos aquellos que dejaron su vida entre los bananales. Nos encontramos con una Zona Atlántica sin montañas ni bosques, con los ríos contaminados, con el mar dañado por los residuos que le llevan los ríos, con animales en extinción, con una naturaleza golpeada fuertemente por el monocultivo del banano.

 

Miles de hombres que han dejado su vida entre las plantaciones, hombres esterilizados, mujeres enfermas, familias enteras que depositaron la semilla de su ilusión entre las fincas bananeras, ven hoy que sus vidas solo han cambiado para mal.

 

La Zona Atlántica sigue siendo dependiente de una  producción bananera que, en vez de ayudar al ser humano a lograr un desarrollo integral, lo ha llevado a un nivel de explotación tal que solamente se vive en función del valor dinero.

 

Ciertamente, hoy  tenemos ciudades, comercios, negocios. Pareciera que hay una infraestructura que es producto de esta producción. Pero no debemos engañarnos. Es una economía que no está consolidada y que solo depende de los intereses de las grandes compañías transnacionales y de unos cuantos capitalistas nacionales.

 

Son más de cien años de generar riqueza, pero ¿dónde está esa riqueza? ¿dónde se ha ido? Porque en cien años estamos tan pobres como siempre. Hoy, la situación no puede estar más mal. El valor real de los salarios está peor que hace 5 años atrás. Las posibilidades reales de las familias de obtener una vivienda o una educación formal para sus hijos son casi nulas.

 

No es tan cierto decir que hoy, después de poco más de un siglo de producción de banano, tenemos 40 mil empleados directos y 100 mil indirectos. Todos sabemos que esos no son empleos seguros ni consolidados. Por eso, la economía de la Zona Atlántica todos los días se levanta en una telaraña que se puede romper en cualquier momento, y que genera incertidumbre e inseguridad para los trabajadores y sus familias.

 

A pesar de las luchas dadas y de las reivindicaciones logradas, en la actualidad prácticamente se ha perdido la posibilidad real de hacer valer el derecho de libre organización. Ya no se puede elegir, solo se puede acatar la orden de la empresa.

 

Podemos decir con toda propiedad que han sido 100 años de mucho desarrollo económico para unas cuantas empresas y personas, que la riqueza no está en la zona  atlántica y que la  sombra de la incertidumbre por el mañana se acuesta y se levanta todos los días con cada familia que depende del bananal.

 

El Foro Emaús, en sus más de 7 años de existencia, ha luchado para lograr que cada familia, que la Zona Atlántica como tal, se desarrolle integralmente. Por eso pregonamos y bus­camos una transformación de la producción bananera. Necesitamos una economía que esté en nuestras manos, para que, de ese modo, podamos construir un mañana más seguro.

 

 

RADIOGRAFÍA DEL DESARROLLO BANANERO

MÁS DE 100 AÑOS

Más de un siglo de "desarrollo" bananero solo ha dejado pobreza, discriminación, explotación, destrucción y escasas oportunidades de superación para la población de la Zona Atlántica costarricense.

 

El arrecife de coral de Cahuita y Puerto Viejo, en la costa atlántica de Costa Rica, una maravilla marina, ha muerto de sedimentación crónica. Los cacaotales, que fueron la vida de cientos de cosecheros y desarrollaron extensas zonas de la costa, murieron de una enfermedad sospechosa llamada "moniliásis". Miles de trabajadores agrícolas quedaron esterilizados para siempre sin poder engendrar, debido al uso de un producto químico (el "nemagón") prohibido en Estados Unidos1 . Los sindicatos obreros más poderosos del país desaparecieron sin dejar rastro. Cientos de quebradas y riachuelos perecieron sin remedio y miles de hectáreas de bosque primario sucumbieron bajo el efecto de las plantaciones. Crecieron las cantinas, los prostíbulos, los bajos salarios. Este es el expediente clínico del desarrollo bananero de la Región Atlántica, después de más de 100 años de presencia de esa actividad en la zona.

 

La expansión bananera

La provincia de Limón tiene una extensión de 9.188 km2. De esta superficie, se encuentran cultivadas de banano 52 mil hectáreas, área que equivale al 12,4% del total de la tierra culti­vable de la provincia2. Solamente las zonas protegidas por leyes de la República pudieron salvarse del efecto expansivo del cultivo del banano.

 

Por muchos años, la plantación bananera mantuvo una convivencia de hecho con la producción cacaotera, actividad que estaba en manos de costarricenses y que constituía la única forma agrícola que podía considerarse como fuente secundaria de desarrollo económico en la zona. Bastó que el país "necesitara" de un mayor desarrollo de la actividad bananera para que la producción cacaotera comenzara a desestabilizarse. Efectivamente, debido a la generación de ingresos que proveía la producción bananera, el gobierno dio un amplio apoyo a la expansión del cultivo. Entre 1980 y 1995 el área producida prácticamente se duplicó. En 1990 habían 28.296 hectáreas en producción, y para 1995 el área total productiva era de 52.447 hectáreas. Esta expansión fue impulsada a través del "Plan de Fomento Bananero", promovido por la "Corporación Bananera Nacional" (CORBANA).

 

Así, el incremento de la actividad bananera de los ochentas y noventas acabó por imponerse definitivamente. Ya pa­ra 1992, los ingresos generados por la exportación de banano representaban el 61% del total de ingresos nacionales por concepto de exportaciones, mientras que el cacao no representaba absolutamente nada.

 

En este período de expansión que se inició a mediados de la década de los ochenta, y que fue conocido como el "bum" bananero, se extendieron las plantaciones por todo el territorio de la provincia, exceptuando las zonas altas de Talamanca. Los créditos bancarios y las facilidades e incentivos estatales hicieron de la producción bananera prácticamente la única forma extensiva de producción agrícola.

 

Todo para el banano

Hasta la aparición de los programas de expansión bananera, muchos pequeños productores de actividades como cacao, plátano y yuca, entre otros, habían gozado de créditos bancarios y de ciertas facilidades para su desarrollo. Sin embargo, el fomento bananero desactivó todo el apoyo que se venía dando a estos productores y se dio prioridad a la producción de banano para la exportación. En las bóvedas del sistema bancario nacional se reunieron los mejores recursos financieros para destinarlos a la producción bananera, mientras que, de manera paralela, se fueron cerrando los conductos de recursos para otras actividades agrí­colas. Entre los productores limonenses se ha llegado a sospechar, incluso, que la epidemia de monilia (moniliásis) que acabó en pocos años con la producción cacaotera de la Zona Atlántica fue desarrollada conscientemente por los intereses que navegan alrededor del banano.

 

Llama la atención que el Estado costarricense no enfrentó el problema de la monilia del cacao del mismo modo en que lo sí lo hizo con los males epidémicos que han atacado los cultivos del café y del mismo banano –como por ejemplo la sigatoka—, o con los problemas de salud de la ganadería en la provincia de Guanacaste. En todos estos casos, el Estado siempre se ha mostrado muy tolerante y atento. Incluso, en algunos de ellos se declaró emergencia nacional, lo cual implicaba la inversión inmediata de importantes recursos económicos.

 

El desánimo social

La infraestructura portuaria en Limón, el principal puerto del país, se diseñó para atender todo lo relacionado con el banano. El ferrocarril, que constituía una alternativa de transporte segura, eficiente y barata, cedió paso —con sumisión— al sistema de furgones, que está en manos de las empresas bananeras. A través de este me­dio se transporta únicamente banano, y el pequeño productor está imposibilitado irremediablemente de transportar sus cosechas. Quienes en otro tiempo tenían la posibilidad de transportar sus productos en el ferrocarril no pudieron volver a hacerlo, lo que constituyó un inconveniente más en la ruina de los pequeños productores.

 

Miles de estos pequeños productores sucumbieron también –junto con sus parcelas— a la expansión bananera6 . Imposibilitados de sacar adelante sus actividades, o "tentados" por las ofertas de los salarios bananeros, terminaron vendiendo sus tierras. En muchos casos en que se negaron a vender, la mancha en expansión de los bananales los cercó totalmente, sin que tuvieran posibilidad alguna de hacer algo para evitar ser "asfixiados" por las plantaciones, y finalmente emigraron, no se sabe dónde.

 

La actividad bananera ha desanimado cualquier otra actividad agrícola, pero sobre todo ha desanimado y desconcertado el conglomerado humano que las rodea. Los trabajadores agrícolas se ven obligados a deambular como almas en pena por alguna de las 190 fincas existentes. Consiguen empleo por dos meses y veinticinco días aproximadamente, luego son despedidos, por lo cual no adquieren los derechos y garantías laborales, y las empresas bananeras bajan sus costos y aumentan sus ganancias. Así, los trabajadores son duendes que rondan todas las fincas bananeras, sin trabajo fijo, sin derecho a pensionarse, a vacaciones, a seguro. Una persona de treinta y cinco años ya no encuentra empleo en ninguna finca, mientras que muchos hombres y mujeres de quince años y menos se reclutan con facilidad.

 

Por otra parte, en la mayoría de las fincas —para cerrar el círculo de penalidades humanas del bananal—, se han levantado listas negras de trabajadores que reclaman por sus derechos o porque han pertenecido a cualquier sindicato nacional.

 

El medio ambiente

La costa atlántica es una sentina de residuos químicos provenientes del bananal. Algunos ríos se han convertido en pequeños e insignificantes lloraderos de la tierra, porque los bosques se evaporaron con el crecimiento de los bananales. No es posible para ningún animal salvaje o silvestre vivir en los bananales. Lombrices, pájaros, ardillas y todo tipo de fauna desaparecieron de las zonas bananeras. Por otra parte, los químicos lanzados desde las avionetas acaban con las  pequeñas y escasas plantaciones de yuca, guanábana, tomate y tubérculos en general. Nada escapa a esta voracidad destructiva.

 

Los ríos y sus brazos, o lo que queda de ellos, recogen de las plantaciones bananeras todo el caudal de agua inservible, químicamente pura en el más estricto sentido contaminante, y las disemina a lo largo del litoral atlántico para dejarlas sin reservas en el mar. Esta es una, entre otras, de las razones por las cuales la actividad pesquera en esta zona ha dejado de existir: los viveros naturales mueren bajo el peso del sedimento químico expandido por los desechos de las plantaciones bananeras.

 

La actividad bananera cerró definitivamente las fronteras alternativas de producción agrícola y de otras formas de desarrollo económico en la Zona Atlántica. Hoy día es más fácil obtener un crédito bancario para adquirir un automóvil de segunda, desechado en Miami, que para invertir en una plantación de yuca o de chile dulce. La voracidad bananera no ha encontrado tropiezos porque las transnacionales, en un particular asocio con el Estado, han desarrollado mecanismos de control comercial, de mercado, de incentivos y de transporte que impiden el nacimiento de otras formas productivas.

 

Los cantones bananeros, los de menor desarrollo

El "desarrollo" aportado por la actividad bananera a lo largo de más de 100 años se refleja en el desarrollo social de los cantones bananeros, que están entre los más pobres del país. Talamanca, Limón, Matina, Siquirres, Guácimo, Pococí, Sarapiquí, Osa, Golfito, Corredores, Parrita y Aguirre son los 12 cantones que han producido (y en la mayoría de los casos, producen) banano. El Índice de Desarrollo Social (IDS), del Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN), que mide los niveles de los cantones del país en cuanto a desarrollo social, así lo demuestra.

 

 

PARA MUJERES TRABAJADORAS BANANERAS -

LOS RIESGOS A LA SALUD

Aunque en general se cree que los hombres son los únicos que sufren riesgos a la salud en las plantaciones, la mujer bananera también se ve muy afectada por situaciones que amenazan su salud, debido a sus responsabilidades asociadas a la producción de banano y al trabajo reproductivo.

 

En Costa Rica, la producción bananera, como cualquier otro trabajo, ha traído consigo un conjunto de problemas ligados a la salud de las personas. Uno de los problemas más conocidos se deriva del uso de plaguicidas y agroquímicos destinados a proteger la fruta de enfermedades y plagas. El uso de estos plaguicidas ha ocasionado un conjunto de daños a la salud de las personas, entre los que se consideran como más graves la esterilidad y las mal formaciones congénitas que se transmiten entre quienes han estado en contacto directo con estas sustancias. Para 1997, por ejemplo, 277 hombres y 28 mujeres se reportaron como intoxicados con plaguicidas solo en la provincia de Limón, en el caribe costarricense, la zona bananera más importante del país.

 

El presente artículo tratará sobre los riesgos relacionados con la salud de las mujeres trabajadoras bananeras, que se dan en el desempeño de esta actividad económica, según la perspectiva propia de las mujeres y calificados por ellas como los más graves.

Es necesario señalar que, como marco general, se parte de un concepto integral de salud, y no sólo se consideran las preocupaciones en relación con la necesidad de la protección contra accidentes. La salud en el trabajo debe complementarse con una prevención de enfermedades que, a largo plazo, pueden ser contraídas a partir de las tareas ejecutadas. También debe ser complemento de la salud laboral una promoción constante de la salud integral de las mujeres y hombres trabajadores. La experiencia con el uso no controlado de plaguicidas es una señal de alerta que dice que el problema no es fortuito o casual, y más bien requiere una atención de largo plazo o estratégica.

 

Labores y riesgos

Mientras están en la plantación bananera, el trabajo que realizan las mujeres se concentra en las labores de la planta empacadora. Entre las labores más importantes están el "desmane" y el lavado y selección de la fruta, así como la aplicación de sustancias para su preservación y el empaque propiamente dicho. Cada uno de estos puestos de trabajo trae asociado daños a la salud. También en la casa, al lavar, planchar, cocinar, limpiar, así como en el cuidado de ancianas/os y niñas/os, las mujeres bananeras recargan cada día sus tareas y, consecuentemente, los riesgos para su salud.

 

Por esta razón, en el caso específico de las trabajadoras bananeras, sus problemas de salud son particularmente complejos, y no se limitan a las tareas en la planta empacadora o a algunos otros trabajos relacionados de manera directa con la producción. Más bien, las mujeres trabajadoras bananeras, como la mayoría de las mujeres en el mundo, llevan a cabo una doble jornada, que realizan en parte antes de entrar a la plantación y, en parte, después de salir de ella, todos los días, pero especialmente durante los fines de semana. Este trabajo, conocido como trabajo reproductivo, beneficia no solo a su familia sino a la sociedad en general. Sin embargo, también genera daños a la salud y, en este sentido, es preciso que sea tomado en cuenta.

 

Recientemente, grupos organizados de trabajadoras bananeras en Honduras, Costa Rica y Nicaragua, a través de talleres participativos realizados entre 1998 y1999, han empezado a identificar un conjunto de riesgos que les afectan, dando así el primer paso para convertirse en protagonistas de su propia salud. Seguidamente se analizan algunos de los resultados de estos talleres.

 

Identificación participativa y reconocimiento de factores de riesgo

La mayoría de las mujeres contratadas por las empresas bananeras trabajan, como se dijo antes, en la sección de selección y empaque de la fruta para la exportación. Centradas en la planta empacadora, las mujeres identificaron algunos de los riesgos más comunes con los que se enfrentan, a partir de un entrenamiento básico sobre clasificación internacional de los factores de riesgo impartido por la Asociación Servicios de Promoción Laboral (ASEPROLA) a través de talleres realizados durante 1998 y 1999.

 

Los factores de riesgo que las mujeres trabajadoras bananeras consideran como más importantes en relación con los daños que causan a su salud, se refieren a: riesgos ergonómicos y riesgos por el modo de organización del trabajo, riesgos químicos, riesgos biológicos, riesgos psicológicos, riesgos sociales y riesgos derivados de la doble jornada.

 

Riesgos ergonómicos

Este tipo de riesgos se refiere, en primer lugar, a los riesgos derivados de su posición física durante el proceso. Generalmente, las mujeres están de pie en casi todos los puestos que se ocupan en la planta empacadora, y esto, con el tiempo, les produce várices y agotamiento físico. También los riesgos derivados del modo de organización del trabajo hacen que ellas no tengan siempre la posibilidad de tener un trabajo estable y con jornadas semanales específicas. El trabajo femenino en las empacadoras depende de si hay o no fruta, y ellas mismas cargan con los costos de tener una semana de tres o cuatro días. La repetitividad y lo rutinario del trabajo de selección, sellado y empaque fueron detectados, asimismo, como factores de riesgo de este grupo.

 

Riesgos químicos

Debido al contacto con residuos de plaguicidas que traen las frutas al inicio del proceso de empaque, se dan los riesgos químicos, como otro tipo de factores de riesgo en esta área del trabajo. Las mujeres también deben aplicar, a través de una acción de rocío, componentes químicos para la preservación de la fruta en el tiempo. Estos humos y vapores les causan alergias en la piel y problemas respiratorios.

 

Riesgos biológicos

Los riesgos biológicos se derivan del trabajo constantemente húmedo en las pilas, con agua de las plantas empacadoras. Acá, las mujeres corren el riesgo constante de contraer hongos, que fundamentalmente afectan las uñas de sus manos y pies. Otros riesgos biológicos que ellas detectaron se refieren a las picaduras de insectos al inicio del proceso, cuando viene la fruta de la finca.

 

Riesgos psicológicos

Los riesgos psicológicos son ocasionados, especialmente en la fase de selección, por los mal tratos y control excesivo del capataz, quien vigila e insulta a las trabajadoras mientras ellas seleccionan la fruta.

 

Riesgos sociales

Relacionados con el tipo y baja calidad del salario que reciben las mujeres, se ubican los riesgos sociales. En Costa Rica, además, recientemente se empieza a incluir en este tipo de riesgo la eliminación paulatina y sistemática del salario social, que contemplaba aspectos tan importantes como vivienda, agua, electricidad, becas de estudio y transporte, entre otros. Otros riesgos asociados a esta categoría se refieren a la poca capacitación masiva sobre prevención y salud integral que reciben las trabajadoras.

 

Riesgos derivados de la doble jornada

En la casa, las mujeres también se enfrentan con riesgos derivados de sus diferentes posiciones y responsabilidades a la hora de ejecutar tareas como lavado, planchado, cocinado, manejo de instrumentos como cuchillos, fuego y cocinas. Como es obvio, el agotamiento físico se convierte en un riesgo de vejez prematura y estrés.

 

Protagonistas de su propia salud

Ser protagonistas de su propia salud implica que las mujeres apropien, en el mejor sentido, de la información y de las capacidades necesarias para orientar las políticas laborales de salud ocupacional de las empresas y del Estado, a favor de los intereses de las trabajadoras, con el fin de mejorar su calidad de vida y, consecuentemente, el nivel de vida de sus familias. Se trata, por lo pronto, de un conjunto de elementos, entre los que se cuentan:

 

a. Entender la salud de manera integral y conocer los daños que ocasionan los riesgos, los cuales pueden derivar en accidentes y enfermedades ocupacionales de largo plazo, y que pueden producirse tanto por las labores productivas como por el trabajo reproductivo al que están sometidas las mujeres.

 

b. Dar importancia  y tener acceso a la información y a la formación para la prevención.

 

c. Participar y  tomar decisiones colectivas en la construcción de alternativas de solución a los riesgos encontrados.  En este sentido, es necesario aprovechar las oportunidades de negociación con la empresa y usar estos espacios adecuadamente.

 

d. Mantener una actitud preventiva constante.

 

En la medida en que las trabajadoras participen activamente en grupos y espacios negociadores alrededor de temas de salud ocupacional en la empresa, se apropian de las normas, mecanismos y criterios para la protección y prevención de su salud. En este sentido, se convierten en protagonistas de su propia salud.

 

 

UNA TRAGEDIA IMPUNE

LAS SECUELAS DEL DBCP

Unos 30 mil trabajadores bananeros fueron seriamente afectados en su salud después de aplicar en las plantaciones un agroquímico llamado DBCP. Muchos años después de comprobados los hechos, la tragedia sigue impune.

 

Por la "necesidad" de combatir los nemátodos que afectaban las plantaciones de banano y otros cultivos en todo el mundo, las empresas Shell Chemical Company y Dow Chemical Company, luego de años de investigación, comenzaron a producir el nematicida DBCP, conocido comercialmente como "nemagón" o "fumazone", el cual se puso a la venta en la década de los años sesenta.

 

Entre 1968 y 1979, miles de trabajadores bananeros en la Zona Atlántica y en la Zona Sur de Costa Rica inyectaron en la tierra alrededor de las matas de banano unos 5 millones de litros de DBCP, para combatir los microscópicos gusanillos que viven en tierras cultivadas. Los trabajadores no usaban guantes, ropa protectora ni equipo de ninguna clase que les ayudara a evitar la absorción por medio de la piel o por inhalación.

 

Los obreros han alegado, además, que nunca se les explicó el riesgo a que eran sometidos. Eran contratados por empresas norteamericanas como Standard Fruit Company, Chiquita Brands y Del Monte Fresh Produce, y por el mismo Estado costarricense, por medio de la división del Proyecto Banano Comercial del Ministerio de Agricultura y Ganadería, que tenía una finca productora de banano para la exportación, en la Estación Experimental Los Diamantes, en Guápiles, Pococí, provincia de Limón.

 

En realidad, los trabajadores al estar en contacto con el DBCP durante meses o años, varias horas al día— es­ta­ban exponiéndose a un grave peligro. Los vapores despedidos por el DBCP permanecían retenidos dentro de la bóveda vegetal formada por las enormes hojas del banano, prácticamente sin ventilación. Otro tipo de exposición se produjo cuando preparaban el producto en los estañones o barriles, muchas veces a mano limpia o cuando eran salpicados al rebotar el tóxico en piedras u otros objetos.

 

Se conocen también casos de accidentes en los que literalmente el trabajador era bañado por el producto. También era común que los trabajadores vertieran el producto sobre riachuelos para matar grandes cantidades de peces que eran consumidos luego en su hogar. Eran tantas las cantidades de DBCP absorbidas por el trabajador que, durante la noche, la orina tenía el olor característico del tóxico. Las mujeres y niños que ingresaban a las áreas de aplicación para llevar almuerzos permanecían mucho rato en exposición directa con los vapores. También se sabe que las mujeres lavaban directamente las ropas impregnadas de DBCP sin ningún tipo de protección.

 

Con el paso de los años, se fue haciendo evidente la tragedia. En el caso de Costa Rica, se calcula que unas 30 mil personas sufrieron los efectos del contacto con el DBCP.

 

Múltiples y claras responsabilidades

Los responsables de la tragedia del DBCP, considerado por algunos especialistas como la mayor tragedia de la medicina laboral del mundo, son las empresas Dow Chemical Company, Shell Oil Company, Occidental Chemical Corporation, Standard Fruit Company and Steamship Company, Dole Food Company, Inc., Dole Fresh Fruit Company y Chiquita Brands International, Inc., todas norteamericanas, y la empresa estatal israelí Dead Sea Bromine Co.

 

Dow Chemical fue pionera en la fabricación del nematicida, cuyo ingrediente activo es el 1,2-dibromo-3- cloropropano (DBCP). Una circular confidencial para sus gerentes explicaba en 1958 que se había detectado que el plaguicida causaba atrofia testicular, esterilidad y daños severos en pulmones y riñones en animales. A pesar de esto y de que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos mostró disconformidad con las medidas de precaución mínimas propuestas por esta y otras compañías, finalmente se autorizó su venta y distribución en todo el mundo.

 

En 1975, Dow Chemical alertó a uno de sus mayores clientes, Standard Fruit Company, sobre el efecto que la aplicación indiscriminada podría estar causando en los trabajadores bananeros y decidió no venderle más el producto. La reacción de Standard fue inmediata. Se comprometió a hacerse cargo de cualquier demanda futura a cambio de no detener el suministro del tóxico porque su precio era muy atractivo. A Standard le parecía un buen negocio y a Dow también. Se pusieron de acuerdo, firmaron un convenio de protección y, durante cuatro años más, miles de seres humanos en los bananales del tercer mundo fueron enfermando lentamente, pues la producción y aplicación del DBCP no se detuvo. A los trabajadores nunca se les alertó sobre el peligro a que estaban siendo expuestos ni se les suministró tampoco ningún tipo de equipo protector.

 

A los obreros que trabajaban directamente en los bananales hay que agregarle otro sector de la población afectado, poco mencionado en la prensa. Son las mujeres que ingresaban a las áreas de aplicación para llevar el almuerzo a sus compañeros, y que en muchas ocasio­nes aplicaban ellas mismas el producto mientras el trabajador bananero ingería su comida. Están también los niños, quienes, además de la tarea de dejar almuerzos, permanecían horas dentro de la bóveda verde de los bananales. Según estimaciones, el total de la población afectada por DBCP en Costa Rica asciende a unas treinta mil personas, considerando que el tóxico se aplicó entre 1967 y 1979, y que se importaron de Estados Unidos más de 5 millones de kilogramos de nemagón. No existen cifras sobre la importación que se realizó de Israel.

 

Los daños provocados

La población afectada padece de diferentes grados de esterilidad (azoospermia, oligoospermia), atrofia y dolores testiculares, cáncer de hígado, riñones y estómago, alergias severas, problemas en los huesos, deficiencias en la vista, alteraciones menstruales y hormonales, hijos con muy serios problemas congénitos,  daño moral y psicológico.

 

Además, un importante sector de esta población ha sido víctima de otra dolorosa experiencia. Contrataron abogados costarricenses y norteamericanos para presentar demandas en las cortes norteamericanas contra las empresas responsables. Nunca se llegó a juicio y un reducido grupo de trabajadores ha recibido arreglos extrajudiciales con propuestas de indemnización por sumas que califican de ridículas, hasta de US$ 100, siendo que en Estados Unidos los agricultores y obreros norteamericanos afectados por el DBCP reciben un promedio de US$ 100.000 como indemnización.

 

El 17 de noviembre de 1998, los trabajadores afectados agrupados en CONATRAB realizaron una marcha por las principales calles de San José, exigiendo solución a sus demandas. La solución a este problema toca varios aspectos. Un aspecto es aquel que plantea que es necesario que el Estado costarricense destine suficientes recursos para atender médica y científicamente a los afectados hombres, mujeres y niños. A la fecha no existe un solo programa médico diseñado para esta población, a pesar de que la responsabilidad del Estado en los hechos fue demostrada en el Informe Final de Defensoría de los Habitante, documentado en el Expediente 250-23- octubre 1998. También la Defensoría de los Habitantes de Costa Rica ha insistido en la implementación de un programa de pensiones. La demanda principal de los afectados es el pago de una suma por indemnización, que necesariamente deben aportar las empresas fabricantes y bananeras responsables del problema.

 

Hechos categóricos

La Defensoría de los Habitantes de Costa Rica emitió un informe que es muy claro en señalar la responsabilidad de las empresas fabricantes, de las bananeras y del Estado costarricense en la exposición de los trabajadores al DBCP. El informe señala que existen miles de personas que no han recibido indemnización y que, además, requieren de atención médica y sicológica. Hizo una serie de recomendaciones al Poder Ejecutivo, dentro de las cuales destacan la necesidad de que abran los espacios necesarios con las empresas para que los trabajadores reciban una justa indemnización. Además, solicita atención médica especializada y pensiones.

 

Por otra parte, gracias a la lucha de los afectados, el gobierno actual emitió un decreto ejecutivo que creó una Comisión Interinstitucional, integrada por representantes del Instituto Nacional de Seguros, la Caja Costarricense del Seguro Social, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Agricultura y Ganadería, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, y el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Esta Comisión realizó, durante once meses (diciembre 1998 - octubre 1999), una investigación detallada sobre el problema del DBCP, después de lo cual tiene la obligación de presentar ante el Poder Ejecutivo un informe con recomendaciones. El viernes 29 de noviembre de 1999 la Comisión rindió un resumen verbal a dirigentes de CONATRAB en el que se expusieron los principales componentes de la investigación, así como sus recomendaciones. En este informe se confirmó y amplió lo expuesto en el Informe de la Defensoría de los Habitantes, e incluirá recomendaciones al Poder Ejecutivo, básicamente en las tres áreas reivindicadas permanentemente por CONATRAB: pensiones, atención médica especializada y creación de un fondo indemnizatorio, creado con recursos aportados por las empresas bananeras y fabricantes.

 

El informe completo, junto con sus recomendaciones, debe haber sido entregado al Presidente de la República justamente en los días en que esta edición está saliendo al público. Es necesario esperar lo que decida hacer el Presidente, así como la reacción que tendrán las empresas Se espera que este Informe ayude resolver en grado importante el grave daño causado a miles de personas. CONATRAB está preparado, en todo el país, para asegurarse que las recomendaciones de la Comisión deben ser cumplidas.

 

Todos los meses, en los diferentes lugares del país donde funcionan los Comités de CONATRAB, centenares de trabajadores afectados por el DBCP se reúnen para escuchar las últimas noticias sobre el avance de su lucha y hacer los preparativos necesarios para demostrar su voluntad de seguir adelante. Ellos, con su movilización permanente, son la garantía de que la tragedia del DBCP no quedará impune.

 

Daños al ser humano y al ambiente asociados a la exposición del DBCP

Esterilidad: Los trabajadores expuestos sufren varios tipos de esterilidad, bajo la generalidad de la aplasia de célula germinal (sus cuerpos no producen esperma). Algunos no producen esperma del todo (azoospermia). Otros producen una cantidad bajo el nivel normal (oligoospermia), y también hay hombres que presentan niveles altos o normales, pero de carácter deforme, por ejemplo espermas con movilidad limitada (teratospermia). En todos estos casos es casi imposible que los hombres puedan engendrar. Esta esterilidad constituye fisiológicamente la castración química de miles de hombres.

 

Cáncer: Se ha comprobado que el DBCP causa cáncer testicular y estomacal. Entre los trabajadores que fueron expuestos al DBCP se manifiestan casos de cáncer estomacal, testicular, en los riñones y en el duodeno.

 

Problemas degenerativos: Unos hombres manifiestan daños diversos, como problemas del sistema nervioso central, procesos degenerativos como pérdidas de dientes, dolores musculares y pérdida de visión y de la vista.

 

Aflicciones genealógicas: Muchas mujeres de la región donde se aplicó el DBCP no han podido ser madres porque abortan a las pocas semanas de gestación. Otras han confirmado padecer de tumores, dolencias en los huesos y atrofias musculares. También sufren trastornos hormonales y otras alteraciones a sus ciclos menstruales.

 

Malformaciones genéticas: En los casos de las personas expuestas al DBCP que pudieron engendrar posteriormente, sus hijos manifiestan problemas genéticos. Por ejemplo, un niño nació con un padecimiento severo de los glóbulos rojos en la sangre y debe recibir transfusiones semanales. La víctima sufre mareos, se acalora y camina con dificultades. Hay cientos de niños con problemas mentales y físicos.

 

Problemas sicológicos: La incapacidad de engendrar ha llevado a repercusiones severas, incluyendo impotencia, depresión severa, pesadumbre y confusión. Estas aflicciones han resultado en pérdida de trabajos, alcoholismo y amenazas de suicidio. Algunas de estas víctimas requieren de ayuda psiquiátrica.

 

Rechazo social: Las personas afectadas y sus familias son víctimas del aislamiento social. Muchos fueron abandonados por sus esposas. Algunos matrimonios acordaron buscar otros hombres sin problemas para embarazar a la mujer, causando desequilibrios matrimoniales y separaciones. Los hombres estériles son el blanco del ridículo social, ya que en la cultura a que pertenecen mucho del valor de un hombre se mide por su virilidad, que se evidencia engendrando. Los hijos de los afectados que padecen de malformaciones o enfermedades sufren humillaciones en manos de otros niños.

 

Medio Ambiente: El DBCP es considerado altamente persistente y móvil. Su descomposición es lenta en el suelo. Se puede filtrar a través de ciertas tierras. Es un contaminador de la tierra y del agua de superficie.