Sir John de York nació en Inglaterra, en 1146. Su normal y feliz vida hogareña contrastaba con el desorden civil que recorría la zona. Su padre, un mercader de vinos, era pariente lejano de la nobleza, así que John se pudo colar como escudero a la edad de 16 años, y se convirtió en caballero a los 19.

Siendo caballero independiente, sir John marchó junto con los soldados del rey Enrique II a luchar contra lo que quedaba de la guerra civil. Su heroísmo atrajo la atención de su Rey, y después la de la corte de Enrique. Demostró ser un ayudante valioso. Pero su verdadero amor era la batalla y dejar correr sangre.

En 1170, el rey Enrique tenía problemas con la Iglesia. El monarca había nombrado a Thomas Becket, su gran amigo, como Arzobispo de Canterbury. Becker se convirtió en un defensor de la Iglesia y por lo tanto, en enemigo de la Corona. En un ataque de rabia, éste hizo comentarios muy fuertes, los cuales sir John y tres de sus compañeros interpretaron como órdenes y asesinaron a Becket. El escándalo que resultó dejó caer su puño sobre su rey, quien tuvo que retirar a sir John de sus servicios. Caído en desgracia, sir John no buscó más que limpiar su nombre. En 1171, Enrique movilizó tropas hacia Irlanda, pues los normandos se habían refugiado ahí, perjudicando a los irlandeses. Esperando limpiar su reputación, sir John se unió a Enrique y sus hombres. Fue una terrible batalla, pero finalmente Enrique consiguió la lealtad de sus barones normandos. De nuevo John se exoneró en el campo de batalla, y fue a suplicar al Rey el permiso para, otra vez, ser oficialmente parte de la corte. Pero unos guardias, que sir John entrenó personalmente, lo confundieron con un asesino y lo mataron.

Todo era oscuridad. De pronto, una torturosa voz que provenía de todas partes, ofreció a John todo lo que él quisiera, por un pequeño intercambio. El hijo del mercader sintió que podía hacer un buen negocio, y pidió poder limpiar su nombre. La voz gritó su aprobación.

Lo siguiente que John supo, fue que se encontraba en las afueras de York, cerca de la tienda de su padre, vestido con una armadura y un símbolo que jamas habia visto. En lugar del hogar de su familia se hallaba una cruz de piedra con su nombre grabado y la inscripción"Héroe del Reino". Pudo escuchar una risa burlona, haciendo eco desde la tierra, debajo de él. Se había convertido en un Hellspawn para poder restaurar su difunto honor, y nada más. La caballería se volvió su obsesión. Cuando un demonio atacaba, tratando de forzarlo a usar sus poderes infernales, sir John, el Spawn medieval, comenzaba a cuestionar la verdadera naturaleza de su pacto. Se resistió a los planes del Infierno hasta el final, cuando fue destruído por Ángela, sin haber comprendido totalmente lo que era.