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EL AÑO 2000

No es este el medio ni el momento de plantear la polémica de si el 2000 realmente inicia o no el tercer milenio de la era cristiana, así que no desviaremos el tema. Es inobjetable, sin embargo, el hecho de que comenzamos un nuevo año cargados de los mejores deseos y ganas de trabajar por un país que lo merece todo, por un hipismo que más que nunca necesita el concurso de aquellos verdaderos apasionados de la actividad.
Hacer proyecciones, dentro del mundo del hipismo, es poco menos que imposible, en vista de que no existe plan alguno de desarrollo o que implique algún cambio importante en la actividad, al menos en el corto o mediano plazo. Nos toca entonces especular un poco y sugerir -siempre sugerir- algunas medidas puntuales que, en nuestra opinión, son fundamentales para iniciar el proceso de recuperación de la industria hípica.
No es un secreto para nadie que vivimos una crisis profunda: son muchos los hípicos que se han alejado del medio, la jugada está estancada y el gobierno hípico, desde hace varios años, se ha convertido en sinónimo de anarquía. Todo esto, combinado con la falta de visión y el no entender el significado de la industria hípica en su justa magnitud, además de apatía generalizada en gremios y gobierno, se traduce en una situación bastante compleja y preocupante.
El hipismo venezolano ha pasado por mucho, y siempre ha sobrevivido, y no dudamos que lo seguirá haciendo pues aún contamos con los tres ingredientes mágicos: criadores, propietarios y la afición más grande del mundo. Estos "ingredientes" son los únicos que aportan el dinero necesario para el montaje del espectáculo, y es a ellos a quienes debería abocarse el gobierno, que es el encargado del manejo de los hipódromos, aunque esto último suene contradictorio. Lo primero es reaccionar ante el hecho de que el hipódromo no es una casa de juego, sino que es toda una industria que nace desde la cría del purasangre y que pasa por todas las actividades derivadas del montaje del espectáculo, lo que la convierte en una de las principales fuentes generadoras de empleo en el país y por tanto motor importantísimo de la economía. Para asegurar la supervivencia se necesitan urgentes medidas a favor de quienes ponen el dinero, arreglando la pista, garantizando seguridad y pulcritud en el desarrollo de las carreras y ofrecer mejores dividendos a los apostadores para que aumente la jugada, lo cual debe combinarse con mejora en los servicios e infraestructura a nivel general.
La tarea de recuperar al hipismo no es fácil, y por supuesto no puede hablarse del corto plazo para esperar resultados. Sin embargo, las bases quedarían sentadas si se actúa pensando en el beneficio de la industria, que derivaría en beneficio directo para el gobierno y para el país. Es lo que esperamos para este año 2000.

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