HERMANADOS CONTRA EL RACISMO


Evo Morales Ayma
Diputado Nacional Indígena de Bolivia 

Irónicamente, en el "Año Internacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, la Xenofobia y la Intolerancia", nuestra hermana Marcelina Torres y su hijito Alejandro Josua Torres fueron muertos cuando, al inicio de este año, viajaban en  trenes Metropolitanos de Buenos Aires, Argentina.

Nuestra hermana Marcelina Torres, era una humilde inmigrante aymara de 30 años,  que viajaba en el tren cargando a su bebé y esforzadamente portaba bultos sin que  nadie le cediera un asiento. Por accidente rozó con su bulto a un pasajero, quien  agresivamente la insultó, al grito de "boliviana de mierda ¿no mirás cuando  caminás?", y luego de haber sido insultada con consignas xenófonas, fue lanzada  junto a su hijo del tren, muriendo ambos.

Más de un millón de indígenas aymaras y quechuas de Bolivia viven en la Argentina  por falta de trabajo y oportunidades en Bolivia. Sobre ellos se ejerce violencia,  torturas, esclavitud y muerte. Durante el año 2000 se recibieron 83 casos de atentados  xenofóbicos racistas contra indígenas bolivianos, contando solamente a los que se  atrevieron a denunciar.

La xenofobia de los sectores oligárquicos de Argentina se ha convertido en violencia cotidiana, con olas de asaltos a las casas de indígenas bolivianos. Se tortura y asesina  a los despreciados "bolivianos de mierda, cabezas negras, bolitas sucias", entre otras  formas de acoso, hostigamiento y prácticas de racismo, etnocidio, esclavitud y  maltrato.

La pobreza que asola a América del Sur tiene razones estructurales globalizantes  basadas en las normas de la economía mundial impuesta a nuestras naciones.  Sarcásticamente se ignoran y se culpa a los más pobres, peor aún si somos indígenas que llegan desde Perú, Bolivia y Paraguay. 

Somos para la población argentina, los culpables de la crisis económica que sufren.

La respuesta, la tortura psicológica y física, la esclavitud, el abuso y la muerte ensañada sobre los humildes, odiados hasta la violencia enardecida. Argentina ha  incubado el nazismo desde el monstruo de los gobiernos militares fascistas,  xenofobia, racismo y odio que hoy muestran una vez más su monstruosidad. 


¡En Bolivia gritan indio de mierda!

Argentina no es una excepción, lo mismo pasa en los demás países de la América del Sur. 

En el Perú, la población no soporta más gobiernos despóticos como los de Fujimori, despertando la indignación la corrupción, donde los indígenas Quechuas llevan la  peor parte, en una nación donde sería hasta ahora inadmisible que los indígenas se  gobernaran a sí mismos.

Al mismo tiempo, Colombia se vietnamiza y las poblaciones indígenas quedan en  medio de la guerra interna financiada por los EE.UU. Son el blanco de masacres y  torturas. Los medios de comunicación en el mundo no quieren ver la cruel realidad de  nuestros pueblos, prefieren hablar del viagra.

Bolivia entra en el fin de la economía de la coca a la que la élite política blanca la empujó, y el ejército ingresa ferozmente para eliminar las últimas hojas y erradicar las últimas esperanzas de combatir la miseria de miles de familias indígenas.

Los blancos y mestizos en Bolivia no saben o no quieren ver que los indígenas olvidados en las áreas rurales de Bolivia no tienen energía eléctrica, agua potable, servicios de salud, escuelas, caminos y sin embargo subvencionan el consumo agrícola de las ciudades.

La sistemática exclusión durante siglos ha hecho que la esperanza de vida de los indígenas en Bolivia llega apenas a 45 años.  Que las mujeres indígenas pierden uno o dos niños como norma de la pobreza. Que el ingreso anual de una familia indígena es de 100 dólares.

La clase dominante de blancos y mestizos en Bolivia no susurra, grita "indio de mierda", "chola", "birlocha", flojos, sucios, miserables, primitivos, salvajes,  incivilizados, tarados, tuberculosos, llamas, caras de piedra, ignorantes, narices de  cóndor, animales.

La oligarquía minoritaria blanca no nos ha dejado desarrollar nuestra lengua, nuestra historia, nuestra religión, nuestros valores, nuestra organización, nuestra ley. Nos  dicen "tu lengua de indios de mierda, tu historia de vencidos, tu religión pagana, tus  valores cavernícolas, tu organización ridícula, tu ley salvaje". 

El etnocidio se extiende, el maltrato y el racismo se hacen naturales por lo cotidianos,  el abuso se muestra como derecho. Como resultado de lo anterior, por el hambre y  desazón, estallan convulsiones sociales cargadas de mucha energía, como las de abril  y septiembre del año 2000.

En la raíz del racismo está el colonialismo.

Pero, el racismo contra nuestras hermanas y hermanos no es casual. En la raíz del  racismo contemporáneo, está el colonialismo, como expresaron la mayoría de las  delegaciones de Asia, Africa y Amércia Latina en la III reunión preparatoria, en  Ginebra, de esta conferencia contra el racismo.  Consideraron inaceptable la propuesta de Canadá de que el colonialismo tuvo aspectos  positivos y aspectos negativos, tal fue la contundencia de los argumentos en contra, que  Canadá tuvo que retirar su propuesta.

Como el racismo tiene su raíz en el colonialismo histórico, sigue hoy día fortalecido  por el colonialismo contemporáneo, llamado "mundialización" o "globalización" en el  discurso dominante. En este, los mecanismos económicos y el lenguaje técnico se  imponen a la voluntad de los pueblos y se transforman en las instancias dominantes  que en realidad dirigen la evolución y las decisiones de la sociedad. 

Esta globalización, o en otras palabras, la expansión mundial del capitalismo o  neocolonialismo, produce una desigualdad y antagonismo creciente entre quienes  participan del sistema. Para las minorías dominantes, como ser las empresas  transnacionales y los países enriquecidos, ello significa un mayor control del planeta y  de sus recursos naturales, mientras para las grandes mayorías del globo, significa  "ajustarnos" a las tendencias mundialmente dominantes, agravando nuestra situación  como naciones periféricas dejadas fuera del llamado desarrollo de las minorías que  siguen enriqueciéndose a costa de nuestras riquezas naturales y de nuestro sudor y  sangre.

De esta manera, el racismo se expresa en primer lugar, no por medio de insultos xenófobos, sino en que los pueblos indígenas de todos los continentes, de pieles rojos,  negros, amarillos, estamos cada vez más marginados de las decisiones principales de  las sociedades en que nos toca vivir, y a la vez sometidos a un proceso de  desculturalización, que cada día se acelera más, debido al aumento continuo de los  medios de comunicación de masas, principalmente la televisión y las parabólicas.  Asimismo, que nos encontramos explotados económicamente por estructuras tanto  internacionales como internas. 

Embrutecidos por el alcohol y las diversas sectas del cristianismo, y militarmente indefensos, aterrorizados por los diversos ejércitos de ocupación, los diversos  instrumentos de opresión, como son las instituciones policiales, judiciales y políticas,  nos hallamos en un estado de postración y sometimiento insoportables. En un proceso  de degeneración biológica que necesita correctivos de aplicación inmediata.

Comprendimos la necesidad de convivir con todas las formas de vida 

A pesar de ello, los aymaras y quechuas de los Andes, y las naciones indígenas del  planeta entero, conservamos formas de vida y de conducta social e individual, que son  un verdadero tesoro cultural, cuyo valor sólo apreciaremos el momento aquel en que  no quede nada de ello. La personalidad del hombre andino, surgido del macizo  andino, así como surge de la tierra la planta de la coca, se caracteriza hasta el día de  hoy por su generosidad en bien de la colectividad, irradia tranquilidad tan sólo con  su presencia, rigurosos con nosotros mismos, somos benevolentes con la familia, con  propios y extraños y con todo lo que nos rodea.

Antes de llegar el hombre blanco, éramos una nación con leyes propias, nos  autogobernábamos, teníamos un modelo social comunitario de ayllus, donde no había  pobreza, no había hambre, no había racismo.  Desarrollamos no sólo técnicas agrícolas altamente productivas, sino que  comprendimos también la necesidad de convivir con todas las formas de vida, la  dependencia del bienestar del hombre del bienestar de la tierra y todos sus habitantes.

Acá el hombre se fusionó no sólo con sus congéneres sino con todo lo que le rodeaba, también con todo lo inerte. Para nosotros un árbol es nuestro hermano. Nosotros  estamos ahí en su naturaleza. Somos parte de la naturaleza. El viento, las estrellas, la  piedra, los cerros, las aves, el puma, son nuestros hermanos. Todos somos uywas,  criados de la naturaleza. Nosotros creemos  que para desterrar el racismo, tenemos  que librarnos del colonialismo histórico y contemporáneo, y reivindicar nuestro pasado histórico. Esta tierra, este territorio es nuestro, nos han usurpado, nos han  despojado del poder inclusive, tenemos que recapturar el poder político y nuestra  soberanía. Consideramos que podemos volver a autodeterminarnos como nación.

Vemos ejemplos en el mundo de pueblos que, pese a los cambios de nombre, retoman sus nombres tradicionales y sus formas de autogobierno. Aquí en Africa, los  zimbabwe expulsaron de su territorio al colonialismo inglés, de manera que ganaron  la independencia. Ahora, dicen que ya no son rhodecianos. Somos Zimbabwe, lo que  éramos antes, dicen.

Tenemos que tejer con la participación de todos

Todos los pueblos colonizados tenemos que hacer lo mismo, los que somos colonizados históricamente y los que somos colonizados por el colonialismo contemporáneo, por la  "mundialización" o la "globalización". En todas partes tenemos que construir naciones  soberanas, sólo así podremos construir una hermandad mundial libre de racismo y opresión,  libre de superiores y marginados, libre de discriminación e intolerancia.

No descartamos ninguna forma de lucha y ningún tipo de armas. Todas tienen validez  en cada momento concreto. Pero, en primer lugar confiamos en las armas de la Vida,  las armas de la convulsión social, las armas de pueblos y naciones que nos  levantaremos con la fuerza de nuestras almas, con la fuerza de las mayorías cuando  hayamos despertado la energía comunal y decidido recuperar y construir nuestro  Territorio y nuestra soberanía.

La lucha, no es de uno solo. Ni de un solo pueblo. Lo vamos a hacer todos. 
Tenemos que actuar conjuntamente. Si algún hermano necesita una ayuda, otros  tienen que estar al tanto, sin esperar a cambio agradecimientos. Hasta pienso que  tenemos que anular esa palabra de gracias en nuestros idiomas para tratar de usar  nuestra propia manera de vivir y pensar.

Tenemos que complementarnos entre las naciones. 
Todas nuestras luchas tienen que desembocar en algo. En un río más grande. La  lucha de las naciones indígenas por su autodeterminación tiene que ir a la par con la  lucha de los explotados en los países capitalistas.