Partes oficiales dirigidos por Artigas al Gral. Rondeau y a la Junta gubernativa de Buenos Aires, al vencer en Las Piedras(<<La Gaceta de Buenos Aires>>, reproducido por Maeso, <<Artigas y su época>> y De-María, <<Compendio de la Historia>>).

En el parte a Rondeau, que es del 19 de Mayo de 1811 dice Artigas: 

“El combate empezó a las once y media y terminó a las cuatro de la tarde...Como la tropa estaba ansiosa de avanzar, sufrió un tiro de granada que me llevó seis patricios por hallarse en pelotón; todo mi esfuerzo y el de mis oficiales no era bastante a contenerlos en avanzar porque no sufrieran el ventajoso fuego del enemigo, en un lugar donde el terreno era dominado por ellos”

En el parte de la Junta de Buenos Aires, datado el 20 de Mayo de 1811, hace constar que los patriotas tenían 346 infantes, a saber 250 patricios y 96 blandengues, 350 caballos y dos piezas de artillería de a dos. Con la incorporación de las fuerzas de Manuel Artigas, el ejército subió a 400 infantes y 600 caballos.

“Exhorté a las tropas”, continúa Artigas, “recordándoles los tiempos gloriosos de nuestras armas y el honor con que debían distinguirse los soldados de la Patria, y todos unánimes exclamaron con entusiasmo que estaban resueltos a morir en obsequio de ella.”

“Es inexplicable, Excmo. Señor, el ardor y entusiasmo con que mi tropa se empeñó entonces en mezclarse con los enemigos, en términos que fue necesario todo el esfuerzo de los oficiales y el mío para contenerlos y evitar el desorden. Los contrarios nos esperaban situados en la loma indicada arriba, guardando formación de batalla, con cuatro piezas de artillería, dos obuses de a treinta y dos  colocados en el centro de su línea y un cañón en cada extremo, de a cuatro. En igual forma dispuse mi infantería, con las piezas de a dos, y se trabó el fuego más activo. La situación ventajosa de los enemigos, la superioridad de su artillería así en  el número como en el calibre y dotación  de 16 artilleros en cada una, y el exceso de su infantería sobre la nuestra, hacían la victoria muy difícil; pero mis tropas enardecidas se empeñaban más y más y sus rostros serenos pronosticaban las glorias de la Patria. El tesón y el orden de nuestros fuegos y el arrojo de los soldados obligó a los insurgentes a salir de su posición, abandonando un cañón que en el momento cayó en nuestro poder con una carreta municiones. Ellos se replegaron en el mejor orden sobre Las Piedras, sostenidos del incesante fuego de su artillería, y como era verosímil que en aquel punto hubiesen dejado alguna fuerza cuya reunión nos era perjudicial, ordené que cargaran sobre ellos las columnas de caballería de los flancos y la encargada de cortarles la retirada. De esta operación resultó que los enemigos quedasen encerrados en un círculo bastante estrecho: aquí se empezó la acción con la mayor viveza por ambas partes, pero después de una vigorosa resistencia se rindieron los contrarios, quedando el campo de batalla por nosotros. La tropa enardecida hubiera pronto descargado su furor sobre la vida de todos ellos, para vengar la inocente sangre de nuestros hermanos, acabada de verter para sostener la tiranía; pero ellos al fin participando de la generosidad que distingue a la gente americana, cedieron a los impulsos de nuestros oficiales empeñados en salvar a los rendidos.”

Las fuerzas españolas constaban de 1230 hombres, entre ellos, 600 infantes. Tuvieron 97 muertos, 61 heridos y 482 prisioneros. De estos últimos, 186 tomaron las armas de la Patria y 296 fueron remitidos a disposición de la Junta de Buenos Aires.

“El hecho demuestra bastantemente la gloria de nuestras armas en esta brillante empresa: la superioridad en el todo de las fuerzas de los enemigos, sus posiciones ventajosas, su fuerte artillería y particularmente el estado de nuestra caballería, la mayor parte armada de palos con cuchillos enastados, hace ver indudablemente que las verdaderas  ventajas que llevaban nuestros soldados sobre los esclavos de la tiranía, estarán selladas en sus corazones inflamados del fuego que produce el amor a la Patria”

“Ellos me han hecho verter lágrimas de gozo”(se refiere a los oficiales)”cuando he considerado la justicia con que merecen el dulce título de beneméritos de la Patria”... “También han llenado su obligación los voluntarios de caballería y sus dignos jefes, siendo admirable, Excmo. Señor, la fuerza con que el patriotismo ha electrizado a los habitantes todos de esta campaña, que después de sacrificar sus haciendas gustosamente en beneficio del ejército, brindan todos con sus personas, en términos que podría decirse que son tantos los soldados con que puede contar la Patria cuantos son los americanos que habitan en esta parte de ella.”

Artigas inicia el sitio de Montevideo.

En su parte circunstanciado sobre la batalla de Las Piedras(<<La Gaceta de Buenos Aires>> de 13 de Junio de 1811)manifiesta Artigas que al día siguiente de su victoria formalizó el sitio de Montevideo.

“El 19”, dice, “mandé algunas partidas de caballería en observación hasta el Arroyo Seco y extramuros de la plaza, a donde llegaron sin oposición: en la tarde recibí aviso del gobierno de Montevideo, solicitando el canje de los prisioneros... Trasladé mi campamento al Cerrito para tenerlo en estado de sitio riguroso. Nuestras partidas continuaban internándose hasta las inmediaciones de la ciudad a cuyo recinto se hallaban reducidos los enemigos.”

Dos días después de formalizado el sitio, Artigas intimaba al Cabildo la entrega de la plaza(<<La Gaceta de Buenos Aires>> 20 de junio):

“Oiga V. E. las voces de esas afligidas familias que perecerán pronto de hambre, el llanto de los que han perdido sus hijos o hermanos en la batalla, el voto en fin de todos esos habitantes; la naturaleza se resiente por tanta sangre vertida, y la humanidad, la conveniencia, la necesidad misma, todo está clamando por una negociación que deje libres a nuestros hermanos para establecer los vínculos y relaciones que deben ligarlos. No olvide V. E. que la Excma. Junta provisoria sostiene sólo la causa de nuestro augusto monarca el señor don Fernando VII y la conservación e integridad de estos preciosos dominios de que es una parte ese pueblo”...  “Pero si sordo a las voces de la humanidad, quiere aún V. E. aumentar los males que afligen a esos habitantes cuyos sagrados derechos representa, protesto que V. E. será particularmente responsable de los daños que resulten y que experimentará todo el rigor de la justicia. Mis tropas enardecidas asaltarán , si, esas murallas, y verterán dentro de ellas la sangre de sus hermanos; pero entonces V. E. sentirá ya demasiado tarde los efectos de una obstinación sin principios.”

El jefe de la plaza de Montevideo había solicitado una suspensión de hostilidades mientras se resolvía una negociación de armisticio con la Junta de Buenos Aires. En oficio de 20 de mayo de 1811, se negó Artigas a la suspensión y exigió en cambio el reconocimiento de la Junta provisoria de las provincias, en los términos que indicamos a continuación(Maeso, <<Artigas y su época>>):

"Dirigido este ejército por las órdenes de aquel superior gobierno, él es el órgano por donde sólo pueden hacerse cesar sus operaciones; tanto más cuanto éstas marchan a dar libertad a los habitantes del suelo que pisan, objeto de que no puede prescindir el gobierno, cualesquiera que sean las proposiciones que se le dirijan”...  “Él mismo, presentes siempre los sentimientos de humanidad que ha demostrado, no acordaría sin disgusto que se retardase un solo momento el alivio porque gimen los desgraciados ciudadanos que encierran esos muros; y mis oficiales y tropa animados del entusiasmo que se debe a los sagrados derechos que defienden, no descansarán hasta tanto que sus brazos quiebren las cadenas del despotismo y vayan después a recibir los de sus hermanos, del mismo modo que han abrazado los de los  habitantes todos de esta extensa campaña, libres ya para defender su patria y resueltos a sostener su causa hasta perder la vida en unión de las innumerables tropas que pueblan este territorio”... “La causa de los pueblos no admite, señor, la menor demora.  Si V. S. desea sinceramente evitar la efusión de sangre tan contraria a la humanidad, entre V. S.  en negociaciones conmigo, que bien penetrado en los deseos de la Excma. Junta, daré a V. S. y a ese pueblo una nueva prueba de sus miras generosas y pacíficas”... “Este ejército concluirá en breve la obra en que se halla tan adelantado, y V. S. hará apurar la copa de las desgracias a esos habitantes, si no resuelve que sea reconocida la autoridad de la Excma. Junta provisoria de estas provincias por ese pueblo, y que lleve a ella sus votos por medio de un representante conforme al reglamento publicado y siguiendo así las medidas que han adoptado todas las provincias de España, para conservar ilesos los dominios de nuestro augusto soberano el señor don Fernando VII, de la opresión del tirano de la Europa, que ha causado tantos males cuantos ella toda experimenta”

Al día siguiente, Artigas intimaba a Elío la entrega de Montevideo en estos términos(Maeso, <<Artigas y su época>>):

“El horror de la guerra, la efusión de sangre y todos los padecimientos que causa la discordia entre hermanos, que por naturaleza y derecho deben estar unidos, afligen a la humanidad y en su obsequio he determinado proponer a V. S. el único medio de conservar la tranquilidad a que debemos asentir. V. S. tienen a su cargo un pueblo oprimido, un pueblo que desea quebrantar las cadenas que arrastra y que a esfuerzos del temor reprime los sentimientos que le animan, esperando sólo el auxilio generoso de nuestras legiones libertadoras”... “Reine paz , señor, la paz que deseo: que nuestras bayonetas no vuelvan a teñirse con la sangre de nuestros hermanos y que esos vecinos cuya felicidad anhelo, disfruten de la bella unión que debe ligarnos”.

Levantamiento del sitio

“Tres meses habían corrido ya de sitio”, dice el Gral. Rondeau en su autobiografía, “ y no hay duda que los habitantes de la plaza se hallaban ya en grandes apuros, como privados de carne, pescado y demás víveres que les suministraba la campaña; pero los militares , especialmente sus jefes, respetaban tanto al ejército de la Patria, que no se determinaban a hacer una tentativa fuerte para ver si podían librarse de las escaseces que sufrían, hasta que al fin consiguieron mejorar sus posiciones por un armisticio que celebraron los gobiernos patrio y peninsular, por el cuál según uno de los artículos, debía levantarse el sitio dentro de un término corto y las tropas de Buenos Aires debían retirarse a su provincia y las de Artigas a la costa del Uruguay frente al Salto. Puntualmente se cumplió lo estipulado en este tratado, embarcándose las primeras en el puerto del Sauce como lo verificaron, y Artigas marchó al mismo tiempo al paraje que se le había señalado”.

Durante esos meses, no habían ocurrido incidentes militares de importancia. Artigas había rendido a las mejores tropas españolas y eso bastaba para que los sitiados alejaran toda idea de nuevas salidas. Era notorio el decaimiento de la plaza y era grande el arrojo de los sitiadores como lo prueba el asalto a la Isla de Ratas, donde la autoridad española tenía sus depósitos de pólvora.

¿Por qué, entretanto, el gobierno de Buenos Aires inutilizaba de golpe los heroicos sacrificios de la insurrección oriental?