Desocupada la plaza de Montevideo por el ejército
argentino, el Cabildo instó al coronel Otorgués a que se hiciera cargo de la ciudad. La
contestación del caudillo, datada en Canelones el 25 de febrero de 1815, está concebida
en estos términos altamente honrosos para el artiguismo (de la Sota, "Cuadros
Históricos"):
"Mis armas no han tenido otro objeto que sostener la voluntad general de los
pueblos, en cuyo obsequio he estado pronto a sacrificar mi existencia".
"Para mí es un deber proteger con mis armas las libres determinaciones de los
pueblos; en este supuesto, y hallándome legítimamente impedido para tomar las riendas de
ese gobierno, cuyas obligaciones exceden sin disputa mis esfuerzos, me parece conveniente
que el Excmo. Ayuntamiento continúe interinamente en el mando de esa plaza, hasta que en
oportunidad los pueblos en quienes reside la soberanía dispongan y elijan lo más
adaptable y compatible con sus intereses, seguro de que las providencias de V. E. serán
por mis armas auxiliadas".
Pero insistió el Cabildo y llegaron a la vez órdenes de Artigas, y entonces se
decidió a ocupar su puesto en la Casa de Gobierno, no sin antes haber iniciado gestiones
para continuar fuera de la ciudad, alegando que su presencia era el único freno que
contenía a los soldados. (Oficio de 14 de marzo reproducido por De-María,
"Compendio Histórico").
Véase en qué términos describe don Juan Manuel de la Sota en sus "Cuadros
Históricos", la entrada a la plaza de Montevideo de la primera división oriental,
en dirección a la ciudadela abandonada días antes por las tropas argentinas:
"Con marcha pausada asomaron por las ruinas de la población interior 150 hombres
a caballo, precedidos de su jefe don José Llupes, un tambor que batía marcha a cuerda
floja y otro que traía una bandera tricolor. Seguíanles un grupo de orientales y
europeos españoles, los unos que servían a Artigas, los otros pasados a las banderas de
Otorgués. Llupes ceñía sable y la tropa marchaba apoyada la culata de los fusiles sobre
la cabezada anterior de los lomillos. Una concurrencia lucida cubría las puertas de la
ciudad o se mantenía en pie a las puertas y balcones de la carretera que dirige a la casa
municipal".
"Los vivas eran comunes y más frecuentes las burlas sazonadas del partido que se
creía triunfante: así que, vivas y dicterios, aplausos y obscenidades daban a entender
un regocijo desenfrenado. Al pasar por el Cabildo y caballeros capitulares, como en alarde
de acatamiento el bullicio del pueblo cesó completamente; y no obstante que algunos de la
reunión dijeron gritaran vivan los orientales, no hubo quien lo hiciera de los muchos
niños y populacho que había en los portales de la casa. Era esto debido a la sorpresa
que había causado el traje sencillo y andrajoso que traían los soldados, reducido a un
poncho o jerga colgado por los hombros, algún asomo de calzoncillo, un trapo colgado por
las quijadas y las cabezas desmelenadas".
Pocos días después entró Otorgués con el resto de sus tropas. Se derramaron
los soldados por las tabernas y casas del vecindario "pidiendo en tono equívoco
aguardiente, cigarros y algunos rosquetes". "A la noche se sufrieron algunos
sustos, aunque no de mayor consecuencia, y esta fué la señal dada para que desde el día
siguiente al toque de oración se cerraran las puertas". Las exigencias de los
soldados se extendieron después a la moneda "extorquiendo a los que se podían
apremiar mejor".
"Ganó celebridad por esta vía un Manuel Gay, tambor en otro tiempo de dragones y en
esta época ya teniente de Otorgués". Inventó una aguja de colchonero para
aplicarla a título de pasatiempo, en todas las concurrencias públicas. Cuando el recurso
se propagó demasiado "Gay tomaba un fraile y como el pobre era lego Francisco,
poniéndole en la acera con la espalda descubierta, si algún español pasaba, llamándole
con el epíteto de godo le hacía besar o escupir el trasero a veces. Testigo de estos
excesos el atrio de San Francisco, el café del Comercio y el que hay frente a la Casa
Municipal, donde fué también confundida en tan chocante travesura una dama
respetable".
Cuando Artigas resolvió fundar el pueblo de Purificación, pidió a Montevideo
que le enviaran a todos los españoles exaltados y ricos. Otorgués para complacerlo hizo
salir a Gay y otros de los cuarteles, realizándose así una gran arreada de godos y
porteños de cuyas redes se escaparon todos los que tenían dinero disponible. Los demás
fueron custodiados hasta Purificación, no sin que antes Gay ensillara a los más ariscos.
"Montevideo era entretanto no un pueblo, sino un desierto, sin un presidio, sin
un punto de comercio; todo era destruído: la moralidad atacada en sus fundamentos, los
hombres perseguidos, las mujeres gimiendo, la civilización insultada y el barbarismo
aplaudido: el lenguaje viciado con el abuso de los equívocos y frases groseras inventadas
por Artigas de sacar a pasear y por Otorgués de tocar el violín, para deshacerse de los
hombres".
Tales son algunos de los cuadros históricos escritos por de la Sota. En ellos han
bebido inspiración y hasta frases enteras Mitre, López, Berra y De-María, aunque todos
ellos se abstienen de denunciar la fuente, persuadidos sin duda alguna de su falta
absoluta de autoridad.
Cuando se producía la desocupación de la plaza de Montevideo por las tropas de Buenos
Aires y entraban en su lugar las fuerzas de Otorgués y se desarrollaban las escenas que
el autor de los "Cuadros Históricos" pinta con colores tan sombríos, Artigas
preparaba sus elementos para defenderse contra el Directorio argentino que amenazaba
destruir la autonomía de las provincias, y promovía un movimiento cívico de formidable
resonancia en Buenos Aires, hasta obtener el derrumbe de Alvear y de su círculo. Y al
círculo de Alvear, estaba vinculado estrechamente el historiador don Juan Manuel de la
Sota.
Hay un detalle que demuestra hasta qué punto el autor de los "Cuadros
Históricos" fantasea en sus apreciaciones malevolentes contra Artigas y Otorgués.
Nos referimos a las frases "sacar a pasear" y "tocar el violín" que
de la Sota pone en boca de dichos personajes para exteriorizar las tendencias sanguinarias
que les atribuye.
Siete años antes de la fecha en que fueron escritos los "Cuadros Históricos".
El Nacional de Montevideo, consagró uno de sus editoriales a la frase "tocar el
violín y el violón", produciéndose en estos textuales términos (22 de febrero de
1842):
"Esta frase de infernal significado e inventada por Mariano Maza no será
comprendida de la casi totalidad de nuestros lectores y vamos a darles una explicación de
ella. Tocar el violín llaman los caribes de Rosas el degollar a las personas; tocar el
violón es dividir en dos mitades el cuerpo de un hombre vivo. Así es que cuando
escribió Mariano Maza al hijo de Rosas que en Catamarca habría violín y violón, quiso
decir que degollaría y que partiría en dos mitades a los ilustres patriotas que cayeran
en sus manos, y así lo ejecutó. Los feroces rocines han inventado delitos y frases de
horrenda ironía para explicarlos".
Los redactores de "El Nacional" eran personalidades descollantes del
partido unitario. Por sus ideas políticas estaban colocados en el extremo opuesto del
federalismo de Artigas. Si la famosa frase hubiera tenido abolengo artiguista, lo habrían
denunciado con júbilo. Pero no señor,. constataron su origen reciente y establecieron su
filiación rosista de un modo categórico e indiscutible, que debió conocer el autor de
"Cuadros Históricos", que en esos años vivía también en Montevideo y ya
escribía su libro o por lo menos amontonaba elementos para escribirlo. La frase
resultaba, sin embargo, rebosante de sangre y de barbarie, y era justo aplicársela al
artiguismo en castigo de sus pasados triunfos contra la oligarquía porteña!
¿Qué fe puede merecer en presencia de los dos hechos que hemos invocado la palabra
profundamente prevenida y parcial de don Juan Manuel de la Sota?
El Cabildo constituído por el gobierno argentino a raíz de la rendición de Montevideo,
no podía subsistir después del cambio político operado, y una delegación popular
encabezada por el respetable ciudadano don Juan María Pérez, se encargó de ponerse al
habla con el Ayuntamiento, que encontró atendible la gestión. Fué generalizada la
elección de Cabildos a toda la Provincia, y en consecuencia Otorgués pasó una circular
a los comandantes militares de campaña el 22 de marzo de 1815, con varias recomendaciones
(De-María, "Compendio Histórico"):
"En ninguna ocasión mejor que esta deben los pueblos usar de la libertad que
tanto hemos defendido, por lo que recomiendo a usted muy particularmente haga entender a
ese vecindario las facultades que le están concedidas, de poder elegir un Cabildo a su
satisfacción, del mismo modo que el jefe que haya de mandarlos, dándose cuenta
oportunamente de los sujetos que sean electos para los empleos concejiles y comandante de
ese pueblo".
Quiere decir, pues, que se entregaba al pueblo la elección de cabildantes y
también la designación de los jefes militares o comandantes de campaña.
Tal era la orientación política del artiguismo: en el pueblo estaba el origen de todas
sus autoridades y al pueblo había que ir para la organización de la Provincia.
El ilustre presbítero doctor Pérez Castellano concurrió como votante del distrito del
Miguelete el 1º de marzo de 1815 al saladero de don Juan José Durán. Terminado el acto
cívico, el doctor Pérez Castellano dijo a los concurrentes: "El Miguelete quiere
hablar, ¿gustan ustedes oirle?" Como contestasen afirmativamente leyó una proclama
que tenía escrita y que decía así:
"Amados habitantes de mis riberas: desde que en ellas pisó el gobierno de Buenos
Aires se marchitó su hermosura, porque sin cesar talaron sus sauzales y alamedas que las
adornaban, saquearon las mieses y las frutas que os enriquecían, y su crueldad llegó al
extremo de arrancaros la esperanza de vivir destruyendo vuestros frutales y haciendo de
vuestras posesiones un campo raso. ¡Agradecimiento eterno! prez inmortal! a nuestros
libertadores y al ilustre genio que los acaudilla y dirige sus pasos. Una luminaria para
el sábado 4 del presente marzo, si lo permite el tiempo o para la noche más inmediata en
que lo permita, publicará con lenguas de fuego nuestra alegría. Yo os exhorto a ello.
Cesen las lágrimas que me afligieron por más de dos años y aumentaron mis corrientes.
Volved a vuestro trabajo, aliviándolo con los cantares inocentes a que siempre di gratos
oídos. El Miguelete".
Hubo efectivamente iluminación en la noche del 4 de marzo, concluye el manuscrito
del doctor Pérez Castellano, de donde tomamos estos datos. (Volumen en poder del señor
Fernández y Medina).