• Huitzilopochtli

  • Guía durante la peregrinación proveniente de Aztlán, el "Colibrí Zurdo" es el dios patrono de los mexicas que, como dios de la Guerra, encarnó al proveedor de sangre para el Sol. Bajo su tutela, este pueblo se convirtió en el más poderoso del ámbito mesoamericano durante el periodo Postclásico. Era hijo de Coatlicue, hermano de Coyolxauhqui, la Luna, y de las estrellas, los Centzon Huitznahua, todos ellos dioses de inspiración mexica y que fueron insertados en el panteón del México antiguo, formando un complejo familiar. Su sitio tan relevante en el Templo Mayor, da cuenta de la importancia que Huitzilopochtli representaba para los mexicas: la guerra y el tributo como parte del sustento económico. Su ceremonia principal era en el mes de Panquetzaliztli.

    En esta sala se exhiben diversos objetos relacionados con Huitzilopochtli. Destacan entre ellos el par de Guerreros Águila encontrados en La Casa de las Águilas, edificio religioso ubicado al norte del Templo Mayor. En fechas recientes los estudios del Arqueólogo Leonardo López Luján dan otra interpretación a estas figuras, llamándolos Hombre Águila, que representan al sol ascendente, o al Tlatoani que nace después de su elección como gobernante. Para saber más sobre esta interpretación, es conveniente remitirse a la página que sobre la Casa de las Águilas escribió Leonardo López Luján.

    Otros objetos relevantes de esta sala, y que fueron encontrados del lado correspondiente a Huitzilopochtli, son: la representación de Mayahuel, diosa del octli (pulque); uno de los varios relieves del "Señor de la Tierra", Tlaltecuhtli, que se han encontrado en estas excavaciones e, indudablemente, el gran monolito de Coyolxauhqui, del que hablaremos a continuación.

     

    Coyolxauhqui

    Coatlicue era la Tierra, madre de Coyolxauhqui, la Luna y de los "Cuatrocientos del sur" Centzon Huiznahua, las Estrellas. Un día, cuando barría su templo en lo alto del cerro de Coatepec, la Tierra quedó embarazada milagrosamente gracias a una bolita de plumas que provenía del cielo y que ella guardó en su pecho. La Luna consideró el embarazo de su madre como una afrenta e instigó a sus hermanos las Estrellas a matarla. Huitzilopochtli, el Sol, desde el vientre de la Tierra, advirtió el peligro y decidió defender su vida y la de su madre. Cuando la Luna y las Estrellas estaban a punto de asesinarla, nació el Sol Huitzilopochtli, ataviado para la guerra y armado con una serpiente de fuego, llamada Xiuhcóatl, con la que la decapitó para, después, arrojarla desde lo alto del cerro Coatepec. En su caída, la diosa se fue desmembrando en cada giro.

    Así muere la Luna cada mes derrotada por el Sol, a pedazos. Coyolxauhqui y su desmembramiento son la explicación a un fenómeno celeste, en cual la luna muere y nace por fases, y así fue encontrada al pie de la escalinata de Huitzilopochtli en el Templo Mayor.

    El relieve muestra a la diosa decapitada y mutilada de brazos y piernas, con gotas de sangre que manan de las extremidades y que dejan expuestas las coyunturas óseas. Está adornada con un cinturón de serpiente bicéfala rematado con un cráneo en su espalda. La serpiente de dos cabezas se repite en los atados de muslos y brazos. Las articulaciones y los talones de sus pies están adornados con mascarones compuestos por un rostro de perfil provisto de colmillos, cuyo significado todavía se presta a las más variadas conjeturas. Lleva sus sandalias, sus muñequeras y tobilleras. Su tronco, con los pechos flácidos, está de frente, mientras que sus caderas dan un inusitado giro mostrándose de perfil y obligando a las extremidades a colocarse de igual forma. Su cabeza porta un gran penacho de plumas y su pelo está adornado con círculos. Sus orejeras, compuestas por tres figuras geométricas, enmarcan su rostro, cuyo ornamento principal, los cascabeles en la mejilla, da nombre a la diosa Luna, de la que parece salir el último aliento de vida a través de su boca entreabierta.

    La escultura tiene 3.25 metros de diámetro en promedio, 8 toneladas de peso y está hecha en piedra volcánica. Fue encontrada fortuitamente por unos trabajadores de la Compañia de Luz y Fuerza del Centro, que instalaban cables subterráneos en la esquina de las calles de Guatemala y Argentina, el 21 de febrero de 1978. Este importante hallazgo dio por resultado las excavaciones arqueológicas del Proyecto Templo Mayor, hasta la fecha bajo la dirección del Arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.