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¿Ignoras, oh Asclepios, que el egipto es la imagen del cielo y que es la proyección, aquí abajo, del orden que reina en las cosas celestes?
Sin embargo, es preciso que sepas:
Un tiempo vendrá en que parecerá que los Egipcios observaron en vano el culto de los dioses con tanta piedad y que todas las invocaciones habrán sido estériles e inatendidas.
La divinidad abandonará la tierra y retornará al cielo, abandonando a Egipto, su antigua morada; entonces esta tierra santificada por tantas capillas y templos se verá cubierta de tumbas y de muertos.
Esta tierra, que fue la maestra espritual de toda la humanidad, en donde los Dioses se amaron con tanta devoción, que Ellos la adoptaron como morada aquí en la tierra. Será la tierra que excederá a todas las otras en crueldad. Los muertos superarán a los vivos. Y los sobrevivientes serán conocidos como egipcios solo por su lenguaje, porque sus acciones serán como la de los hombres de cualquier otra raza.
!Oh Egipto, Egipto!
No quedará de tu religión más que vagos relatos que la posteridad ya no creerá y palabras grabadas sobre la piedra narrando tu piedad.
Todas las voces sagradas serán silenciadas. La oscuridad sera preferida ante la Luz. Ningúna mirada se elevará al cielo. El puro será tratado como loco y el impuro será admirado como sabio. El conocimiento del Alma Inmortal será ridiculizado y negado.
Por eso Yo, Hermes Trismegisto, el primer hombre en tener el Conocimiento, he inscripto los secretos de los Dioses, en simbolos sagrados (jeroglificos) sobre estas estelas de piedra, que he ocultado para la humanidad del futuro, que buscará nuestra sagrada sabiduria.
Hermes Trismegisto
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