Las empresas deben hoy día comunicarse con sus clientes en diferentes idiomas con el fin de aumentar sus beneficios y
dar una buena imagen, pero pocas disponen de un departamento propio de traducciones debido a que no les resultaría una solución
económica.
Por otra parte, pedirle a «alguien de la empresa» de traducir un documento genera casi siempre una traducción
«más o menos», lo que da por resultados una mala imagen y deja a uno o a varios clientes insatisfechos.
La mejor solución es pues utilizar los servicios de un traductor profesional, especialmente cuando se trata de documentos
que serán leidos por el público en general (embalajes, modos de empleo, páginas web, etc...) o por técnicos (expedientes técnicos
o jurídicos, por ejemplo).
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