Es el IPAB (antes Fobaproa) el que invertirá 13 mil millones de pesos para «sanear» las cuentas de Serfín, pero ese dinero lo pagaremos todos los mexicanos. No se nos han comunicado las causas de la quiebra de dicho banco, pero es altamente probable que en ellas se encuentren la incapacidad administrativa de los dueños y directivos, la voracidad por querer ganar dinero en poco tiempo y el cinismo con que corren riesgos bancarios en el supuesto de que, en caso de fracaso, «serán rescatados».
Hoy día los bancos no realizan préstamos, es decir, no cumplen la función social y económica que tienen encomendada, y al no hacerlo se constituyen en la principal traba al crecimiento económico que actualmente tiene el país.
Las noticias del viernes pasado eran escandalosas: el costo del rescate a Serfín era de 20 mil millones de pesos (13 mil iniciales y siete mil posteriores que se consideran necesarios) frente a mil millones que sería el costo de reparar los bienes históricos de los poblanos. Los 20 mil millones se asignan inmediatamente y sin duda, pero de los mil millones, aún no sabemos. La visión de nuestros dirigentes es terrible: a la banca todo e inmediatamente, frente a la decisión nada clara del rescate de nuestro patrimonio histórico que constituye una parte vital de nuestra identidad y que cuesta 20 veces menos.
Es correcto que los dueños de la banca hayan perdido todo su capital accionario. Es incomprensible el porque se mantiene al frente de la administración del banco a la misma persona con la cual el banco fue a la quiebra.
El hecho de que el capital del Hong Kong Shangai Bank, que representaba aproximadamente 20 por ciento del total del banco, se mantenga sin pérdida alguna es un absurdo desde el punto de vista de la economía y un atentado a la ética y a la confianza social.
Es un absurdo económico ya que las más elementales leyes del mercado señalas que las acciones son un capital de riesgo con el cual se obtienen las ventajas de la propiedad de la firma y de sus posibles ganancias, pero también se corren los riesgos del mercado que tiene toda firma. Tratar de cambiar estos elementos es desnaturalizar no únicamente el mercado sino la misma naturaleza de la propiedad de una firma.
No es cierto que esa parte del capital no se haya perdido; esto es falso, ya que de hecho sí se perdió. Pero las pérdidas no recaerán en el Hong Kong Shangai Bank sino que las pagaremos todos los mexicanos. La quiebra de Serfín implica que todo su capital se perdió y las acciones que mantienen su valor lo hacen, porque otro es el que paga.
No conozco de leyes, pero ¿bajo que ley se puede garantizar a alguien que un capital accionario no corra los roesgos mercantiles que tiene todo capital? No sé si exista esa ley, pero si existe, es inmoral en términos éticos ya que el riesgo que se elimina para un poseedor de acciones se le hace correr a toda la sociedad a la cual nadie le pidió su parecer; además, es un atentado a la confianza social, ya que la sociedad queda frustrada por el pago que tiene que hacer por algo de lo cual ella no recibe ningún beneficio y, en cambio sí cubre los costos.
El IPAB ha puesto cuotas a los bancos para el seguro de depósito; éstos se quejaron por su cuantía, la quiebra de Serfín muestra que las cuotas son muy bajas frente a los riesgos reales. Además, es un absurdo cobrar una tasa de seguro pareja para todas las instituciones; la más elemental noción de economía conduce a que el monto de la cuota debe ir de acuerdo con el grado de riesgo que representa cada institución.
Pero lo peor es que a pesar de los numerosos y muy caros proyectos oficiales, la banca en su conjunto se encuentra quebrada. El actual Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) tiene pasivos del orden de 85 mil 500 millones de dólares (La Jornada 20 de de junio). Lo infame es que a pesar de este inmenso costo que la sociedad en su conjunto tendrá que pagar los problemas de la banca están cada vez peores.
Dos cantidades tomadas de las cifras publicadas por Banxico, muestran que en su conjunto, la banca está quebrada. En marzo de este año la proporción (para toda la banca comercial) de la cartera vencida con relación al crédito era de 34.6 por ciento, es decir más de un tercio de los créditos bancarios están vencidos.
Además, en marzo de este año, de los intereses bancarios devengados sobre créditos, 70.3 por ciento eran vencidos o sea que 80 por ciento de los intereses que gana la banca provienen de carteras vencidas. Estas dos cifras sólo tienen capital virtual (de papel) y sus ganancias también son virtuales. La banca nos ha costado un ojo de la cara y a pesar de todo ahora está peor que antes.
En estos artículos hablamos de la economía política de la corrupción y usamos la palabra corrupción en su sentido directo de podredumbre que impide la reproducción sana del conjunto. Cuando algo esencial como el sector bancario se encuentra corrupto, no debe extrañar que en el resto de la sociedad florezca una violencia criminal.
Las etapas de la
corrupción en
México
En relación con el sistema económico podemos distinguir dos ejes que nos van a delimitar los distintos tipos de corrupción. El primer eje diferencia la corrupción precapitalista de la capitalista propiamente dicha. El segundo, se basa en el resultado económico de la corrupción y la divide en eficiente y en ineficiente, según sea que impulse el desarrollo económico o lo retrase.
Nuestro análisis es meramente económico y social. Hay que decir que toda corrupción debe ser combatida.
Desde un punto de vista económico denominaremos (siguiendo a una tradición analítica) de acumulación originaria a la corrupción que genera una acumulación no directamente capitalista, pero que ya se inscribe en los procesos de acumulación de capital del sistema. Distinguiremos, además, la corrupción capitalista eficiente de la ineficiente.
Distinguiremos dos etapas en el crecimiento económico reciente de México. La primera, que va de los años cuarenta hasta el inicio de los setenta, que es una etapa de rápido crecimiento económico. La segunda, que parte de principios de los setenta, cuando se inicia la crisis económica y que llega hasta nuestros días.
1. El periodo de crecimiento estructural de la economía. Una parte importante de la acumulación del capital industrial en México se realizó con el signo de la corrupción. Desde los cuarenta hasta los setenta, prevaleció en México la corrupción que implica acumulación originaria y a la que hemos denominado capitalista eficiente.
Muchos de los capitales privados nacieron de la acumulación originaria del capital en estrecha vinculación con el Estado. Hubo una enorme apropiación corrupta de las tierras agrícolas sujetas a riego. En la ciudad se especuló ampliamente con la urbanización de terrenos ejidales, grandes fortunas nacieron de este modo. Durante muchos años al obrero se le pagaron salarios muy inferiores al mínimo y se le mantenía excluido del Seguro Social; el control del obrero y del salario pasó por la promoción de las cúpulas obreras y del sistema corporatista.
Esta acumulación originaria fue terrible y violenta, pero desde el punto de vista económico fue una de las palancas claves en que descansó la acumulación de capitales en la industria y la imposición brutal de la tecnología en el campo.
La corrupción capitalista eficiente es muy distinta a la mencionada en párrafos anteriores y también fue muy abundante. Esta corrupción implica la existencia de un capitalismo que ya se encuentra en funciones. Los métodos corruptos que de ella se derivan provienen de que, o bien se violan las leyes jurídicas establecidas, o bien, las leyes del mercado se rompen para establecer beneficios individuales y extramercantiles a las personas que entran en el acuerdo corrupto.
El país necesitaba comunicarse, pero el paso de las carreteras no se estableció (muchas veces) en función de las necesidades de comunicación, sino en virtud de la presencia de algún rancho o propiedad del (de los) político(s) que tomaba la decisión de construir la carretera. El político se enriquecía, lo mismo que los contratistas, ya que los costos de construcción se inflaban, pero el país se comunicaba y el capitalismo mexicano prosperaba.
El sistema de contratos con el gobierno también ha sido una fuente importante de corrupción. Un porcentaje de los mismos iba a parar a los bolsillos de los funcionarios que los aprobaban; los costos de venta y de producción (construcción en muchos casos) eran inflados, la calidad de los productos no era la convenida, etcétera, etcétera. Pero también es cierto que se producían mercancías, se construían presas, edificios, escuelas, etcétera.
2. El periodo de crisis estructural de la economía. La crisis que se desencadenó en la economía mexicana, principalmente desde los años setenta, tuvo muchas causas; una de ellas fue precisamente el hecho de que las nuevas condiciones y complejidad de la economía ya no eran compatibles con la vieja corrupción.
En efecto, la economía se había transformado y había adquirido un elevado grado de complejidad. Las decisiones económicas basadas en los acuerdos corruptos ya no eran operativas, incluso ahora se ponían como freno al crecimiento económico.
Ahora la corrupción encarece los trabajos de infraestructura y orienta a la economía hacia direcciones de ineficiencia. Se propician tecnologías obsoletas y se fomenta la baja productividad. Las ganancias basadas en la transa y los bajos salarios no pueden ser la base de una industria competitiva y de una estabilidad de precios.
Los fraudes financieros del sector privado han sido abundantes; se ha acumulado bastante dinero por este aspecto, pero mucho del dinero proveniente de este tipo de manejos se manda al exterior, con lo cual se provocan fuga de capitales, que se paga con deuda externa y con continuas devaluaciones del peso.
La corrupción, de vieja marca en México, es ahora uno de los principales frenos a nuestro crecimiento y es, también, un impulso hacia la violencia social que padecemos.
* Aguascalentense. Doctor en Economía por la Universidad de París. Académico, investigador y periodista
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