Domingo 22 de agosto de 1999. Segunda novillada y al parecer última "De Selección" de esta temporada. Se anunciaron para la ocasión seis novillos de Montecillos, vacada con hierro y divisa propios, pero anunciados como "fracción" de Ing. Mariano Ramírez, asentada en el rancho Las Biznagas, Encarnación de Díaz, Jalisco, con divisa azul celeste, negro y amarillo, propiedad de los señores Carlos y Gerardo Salas Luján. El cartel de toreros lo conformaron Manolo López de Venezuela, que vistió de malva y plata; Pepe Orozco de Guadalajara, vestido de negro y oro; Ricardo de Jesús, de pistache y oro, de Aguascalientes; Claudio Estrada, también de aquí, de verde manzana y oro; Víctor Pastor, de León, también de manzana y oro, pero con cabos negros y Arturo de Anda, de esta Ciudad, vestido de negro y oro. La tarde fue nublada y la entrada fue casi de tres cuartos en sombra y bastante buena en sol, porque el tendido general estuvo casi lleno, no así el numerado, que reflejó el elevado precio que cuesta acceder al mismo. Al final de la lidia del sexto, comenzó a lloviznar, pero eso no influyó en el resultado del festejo.
MANIQUEISMO. - Hoy sí gritó Manuel Romo, aunque no dejó de tener la "agradable" compañía de los representantes de las fuerzas del orden; públicas, de uniforme, como privadas que no llevaban este. No deja de ser incómodo el sentirse "acompañado" por esos agentes de la autoridad o de la empresa, sobre todo, cuando uno va a divertirse a un lugar público y que en el caso de las plazas de toros, debiera ser democrático; sobre todo, cuando el propósito que le lleva a uno a esos lugares es precisamente el de encontrar esparcimiento. Debe ser fatal el sentirse hostigado por esos "elementos de seguridad", que en lugar de tratar de evitar que alguien grite en la plaza, debieran estar cuidando que en toda la plaza se guarde el orden y no nada más el comportamiento de uno de los asistentes, como parece ser su consigna en estos tiempos que corren.
Me pregunto si en su tiempo, personajes como el Charro Guadalupe o La Ampolla aquí en Aguascalientes, o El Jarocho o El Teniente en la Plaza México, tuvieron que sufrir algo parecido. Creo que no, pero por ahora, parece que los vientos de "cambio" que soplan en estos rumbos, aconsejan a quienes proponen la "apertura", el que ésta se lleve a cabo, siempre y cuando no sea de la boca - la apertura - pues por lo visto y es que no encuentro otra explicación, su deseo de convertirse en "celosos" guardianes de la moral pública - y quizás hasta de la privada - les lleva a la maniquea actitud de querer imponer "a como de lugar", las reglas de comportamiento que ellos suponen son las válidas para conducirse en sociedad, sin tener en cuenta que no estamos obligados a aceptar "sus" reglas y mucho menos cuando se pretenden imponer por la fuerza en un absoluto desprecio por el derecho a la expresión que todos tenemos.
AL TORO, QUE ES UNA MONA. - El cuarto de la tarde se llamó Garboso y le tocó en suerte a Claudio Estrada a quien le gusta que le digan El Conde de Triana, quien lo recibió con dos faroles de rodillas cerrado en tablas, para continuar de pie con lances a pies juntos, que le fueron aplaudidos. Andrés Prado colocó un excelente puyazo y Claudio, antes de banderillas, hizo un quite por gaoneras, muy ceñidas, que hicieron sonar la música en su honor. Con la muleta, él trianero enseñó que le gusta torear largo y con la mano baja y dando extensión a las suertes, pero sin retorcerse, con naturalidad. Garboso llegó limitado de fuerzas al tercio final y su matador, lo ayudó toreando por alto y llevando al toro del tercio a los medios. Al tomar la franela con la diestra, en lugar de darle coba metiéndose entre los pitones y citando con la muleta atrasada; hizo lo opuesto, lo que cuesta más trabajo, enceló al novillo, le dio su aire y le echó la muleta a los belfos, trayendo toreado al cárdeno y rematando la suerte atrás de la cadera, con la muleta un poquito levantada, para evitar que Garboso perdiera las manos. No parecía que tuviéramos delante a un muchacho que no ha matado más de un par de novillos, por momentos, dio la impresión de tener mucha arena recorrida. A su toreo con la izquierda, le faltó un poco de temple, pero no careció de verdad. Con la espada se atracó de toro y dejó media contraria que no bastó. Tomó la espada corta y necesitó de nueve golpes de descabello para terminar con la lidia, lo que le costó un aviso, perdiendo las orejas que a ley se había ganado. A los restos de Garboso se les premió con el arrastre lento y después, su matador, dio una triunfal vuelta al ruedo con el reconocimiento de toda la parroquia. Ojalá que aunque no haya cortado orejas, le den otra oportunidad, pues puede ser el torero que tenemos tiempo esperando.
Manolo López, con el que abrió plaza, se mostró como todos los toreros de su tierra, bullidor y buen banderillero, pero nada más, dio una vuelta protestada; el tapatío Pepe Orozco toreó a la verónica de manera excelente y con la muleta, no encontró la distancia al novillo que le tocó en suerte y por andar haciendo desplantes a destiempo, sufrió un arropón sin consecuencias. Dio una vuelta con fuerza y por lo que mostró, merece ser programado de nueva cuenta. Ricardo de Jesús y Víctor Pastor salieron como sí tuvieran diez corridas por delante y eso no se vale en las condiciones que taurinamente viven. El silencio fue el premio para sus respectivas labores y Arturo de Anda se vio verde, aunque no tanto como sus compañeros de escuela que actuaron la tarde anterior.
LAS CUADRILLAS.- Por los de a caballo se pueden destacar las labores de Andrés y Mauro Prado, quienes picaron lo justo a los novillos. Con las jaras se lucieron Arturo Prado, Caminito y Alejandro Prado, notándose el "pique" que traen estos dos últimos.
EL PALCO.- En esta oportunidad presidió IGNACIO RIVERA RIO acompañado de SALVADOR LOPEZ CALDERON, como cambiador de suertes y fungió como asesor técnico el matador retirado VALDEMARO AVILA, quienes condujeron la función con acierto y sin contratiempos. Suerte y sin Don Gus así lo permite, hasta la próxima oportunidad.