El enfoque de sistemas en la planificación urbana

Hilda Hesselbach

Uno de los rasgos más distintivos del mundo actual y que sin duda alguna se intensificará en las siguientes décadas, es el de la urbanización. Actualmente, alrededor del 45% de la población mundial vive en ciudades y se espera que en 26 años, es decir, para el 2025, el 61% de la población se concentrará en centros urbanos que incluirán megaciudades y numerosas ciudades medias de entre uno y diez millones de habitantes.

Las ciudades han sido objeto de estudio de diversas disciplinas y ángulos: la configuración arquitectónica y el paisaje urbano, las políticas de vivienda y los mercados inmobiliarios, los servicios públicos, la etnicidad, las inmigraciones, la demografía y la calidad ambiental, entre otros, que por lo regular, se miran de manera aislada. Pero los desafíos del fenómeno actual y esperado de urbanización, demandan de nuevos métodos y estrategias para planear y operar las ciudades. Una posibilidad para lograr un mejor entendimiento de la complejidad urbana consiste en asignar a las ciudades la categoría de «sistemas» y utilizar el enfoque de sistemas como base para la planeación de su ordenamiento, funcionamiento y crecimiento.

Cuando a principios de la década de los cuarenta se inició la consolidación de la teoría de sistemas, posiblemente sus creadores no imaginaron que ello significaría en un muy breve lapso de tiempo, una revolución del pensamiento científico, y uno de los casos de más rápida conversión conceptual en productos tecnológicos, que por otra parte, han tenido sus más claras representaciones en las sociedades urbanas.

El enfoque de sistemas parte de un eje conceptual fundamental que se distingue de la ciencia clásica porque no aísla los elementos del universo observable o bajo estudio, sino que parte de un análisis integrado de los elementos de un sistema y sobre todo, de la observación de las relaciones que entre ellos existen. El sistema se considera así, como cualquier fenómeno, estructural o funcional, que consta de por lo menos dos componentes separados y alguna interacción entre ellos; el enfoque y la filosofía de sistemas, contrastan con el mecanisismo, el fisicalismo, el reduccionismo y las teorías unidireccionalmente causales de la naturaleza. De este enfoque holístico que logra la exploración de las totalidades, han surgido herramientas novedosas como la cibernética, la teoría de los autómatas y la teoría de las redes, entre otras, que permiten abordar teórica y prácticamente, el estudio de sistemas complejos como las ciudades.

El concepto de modernidad urbana, ha estado históricamente ligado al de la tecnología. Se dice que una sociedad urbana es tecnológicamente moderna, en la medida en que utiliza herramientas y fuentes de poder inanimadas, pero la tecnología y la modernidad en las ciudades se han vuelto tan extremadamente complejas, que los medios tradicionales para entenderlas y manejarlas no son ya suficientes. Se requieren entonces nuevas formas de naturaleza holista, generalista e interdisciplinaria, para poder dar solución a problemas de interrelaciones entre un gran número de variables como las que operan en las ciudades. Adicionalmente, el enfoque de sistemas ha conducido a la creación de la llamada tecnología de sistemas como la automatización, el surgimiento de maquinaria autorregulada, el hardware de las computadoras y el software cada vez más especializados y, a través de ellos, a la posibilidad de generar modelos o retratos simplificados de sistemas complejos verdaderos como los urbanos.

La revolución digital e informática ha sido particularmente ventajosa para el modelado de ciudades. Con una selección cuidadosa de los atributos funcionales estratégicos del sistema real o ciudad, es posible sumar, a los modelos analíticos, caracterizados por el uso de lápiz, papel y matemáticas relativamente complicadas, los modelos de simulación en los que se usan matemáticas más simples junto con las computadoras. Adicionalmente, el modelado y la tecnología digital, constituyen herramientas poderosamente significativas en la conceptualización, organización y comunicación de fenómenos complejos al interior de las ciudades, y permiten, al mismo tiempo, la generación de hipótesis. Los modelos que sobre esta base se han realizado en varios países, han permitido resolver cuestionamientos tales como el futuro comportamiento de la red vial bajo los escenarios previstos de urbanización y crecimiento poblacional (el caso de Budapest); el impacto ambiental por el crecimiento de determinados sectores productivos o el estado de la composición química de la atmósfera bajo condiciones esperadas de emisiones contaminantes (Toronto); los efectos de una política de distribución diferencial del agua por sectores (Quebec), e incluso, ¡los estados de orden y desorden energético como resultado de la guerra de Vietnam!.

Las ciudades son sistemas artificiales, desde el punto de vista de su origen antrópico, y al mismo tiempo reales, desde el punto de vista epistemológico (las matemáticas o la lógica por el contrario, se consideran sistemas conceptuales). La diferencia entre las ciudades y otros sistemas reales, es que estos últimos existen independientemente del observador, mientras que en las primeras, el observador es, al mismo tiempo actor, o en términos sistémicos, compartimento, sensor y efector, es decir, las crea, las conduce, las habita y vive el resultado de su funcionamiento. Las ciudades, entidades consumidoras por excelencia, dependen para su subsistencia de fuentes de energía y materiales externos a ella misma. En general necesitan importar energía eléctrica, combustibles, alimentos e incluso el agua y, al contrario de los sistemas naturales o ecosistemas, no cuentan con mecanismos de autorregulación o con recursos naturales y sistemas ambientales capaces de transformar y asimilar la gran cantidad de residuos, emisiones y descargas de origen humano generadas en su interior, por lo que siempre dependen de sistemas naturales externos a los que con frecuencia ocasionan deterioros significativos.

Con la aplicación del enfoque de sistemas y el modelado, es posible describir y proyectar el metabolismo urbano, es decir, qué componentes internos y externos dependen unos de otros, o cuales son las transferencias de energía y materiales necesarias entre ellos para resolver necesidades actuales y anticiparse a las futuras ya que permite predecir, con cierto grado de confiabilidad, los escenarios futuros de una ciudad dada, con la virtud adicional de crear tales modelos de manera inclusiva, integrando como elementos y relaciones del sistema, las distintas ópticas: social, energética, ambiental, física, e incluso, política. Podrían así responderse preguntas básicas como cuáles son las demandas actuales y proyectadas de agua por sector, qué tan eficiente es el aprovechamiento de este recurso en las diferentes actividades y sectores urbanos; que necesidades de tratamiento origina el uso (y por lo tanto su relación con el presupuesto público), qué cantidad de energía se requiere para mantener el funcionamiento urbano, de donde se importará y a qué costos (ambientales y económicos), cual es tipo y volumen de desechos urbanos que deben manejarse y cual es la infraestructura necesaria ahora y en el futuro; cuál es la mejor distribución espacial de la vivienda, el comercio y la industria para hacer más eficientes los flujos de energía, y cuáles son los impactos de esa distribución en la cohesión social, etc.

En Aguascalientes (considerada además como ciudad-estado), como en otras ciudades medias del país, redefinir a la ciudad en términos de «sistema», tendría un enorme significado porque todavía, sus problemas son hasta cierto punto predecibles y por lo tanto manejables.


* Originaria del D.F. Bióloga por la UNAM. Fue Subsecretaria de Ecologia en el pasado sexenio. Se retiró de la política para participar en la iniciativa privada en proyectos ecológicos.


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