Aprendiendo a vivir

Martín Barberena Cruz

Intentar de plasmar en un pliego los profundos sentimientos humanos y traducirlos en palabras es tarea de poetas. No es mi caso. Yo trataré de escribir y describir al hombre que me tocó como Padre en el transito por la vida, que también es tarea compleja. Máxime si esa persona era en sí compleja y solía acomplejar a todo aquel que se dejaba.

Preferí esperar unos días antes de darle rienda suelta a las palabras, evitando así hundirme en la tristeza que su muerte representó. Mi idea es delinear el lado ignoto de mi padre, el Ing. Miguel Angel Barberena Vega.

Desde luego que no pretendo realizar una apología de mi padre, si acaso que sea esta una narración diacrónica de su vida. A mi padre lo conocí es sus cinco facetas como; Ingeniero Barberena, Barberena, Miguel Angel, Inge y Papá. El primer caso era el modo usual dentro de la administración pública federal y local de referirse a él; el segundo era como lo llamaban sus entrañables amigos (preparatorianos, coetáneos de la naval y compadres), el tercero era la forma familiar de sus «cuates» legisladores y compañeros de partido (senadores y diputados) el cuarto apelativo deriva de la manera coloquial en que era citado por sus cercanos colaboradores - sobre todo locales - que lograron romper el hielo con el Sr. Gobernador y el quinto - que no hay malo - es el resultado natural del proceso de vida que me toco a su lado.

Del nacimiento del Inge se dijeron y escribieron un sin numero de tonterías con fines poco afables; que «si nació en Madrid» que «llegó a Aguascalientes ya grandecito» que si «mi abuela no vivía siquiera en México» blablablablabla... como solía decir el Inge « yo estaba muy pequeño para acordarme y mi primera luz la recuerdo en Los Cuartos». ¡ Eh ahí la cuestión!. El dónde es un dato intranscendente en su vida, aunque sus adversarios políticos hayan tratado por cielo, tierra y mar exhibir el dato como mácula en su carrera política. Toda su infancia y adolescencia la pasa en Aguascalientes, luego, por motivos económicos decidió emigrar. La causa principal fue independizarse de la tutela de su padrastro. Así se da a la tarea de buscar una escuela que le ofrezca hospedaje, alimento y educación, por ello opta por la Escuela Naval Militar. A su paso por Veracruz (de donde era originaria mi abuela Marina) destacó como militar y conoció a quien los acompañaría a lo largo de su vida; su amada Mirita, con quien procreo seis hijos, de los cuales cinco fueron varones y una damita. Una vez que ha concluido sus estudios en la naval el Gobernador de Veracruz Marco Muñoz le otorga una beca a Barberena en la Universidad de Michigan para realizar estudios de postgrado en Ingeniería nuclear. A su regreso se incorpora a la Universidad Veracruzana a invitación del Rector Dr. Salmerón donde se desempeña como director de la facultad de Ingeniería y de ahí brinca posteriormente al Instituto Politécnico Nacional al lado del Ing. José Antonio Padilla Segura - quien a posteriori fuera secretario de Comunicaciones y Transportes en época de Díaz Ordaz (1964-70)- . A su paso por el Poli desarrolla uno de los proyectos más ambiciosos en América Latina, la creación del primer centro de cálculo de Latinoamérica, incorporando tecnología de punta y celebrando el primer congreso internacional de calculo. Este evento le valió el crédito nacional e internacional que le permitió ser invitado profesor en las más prestigiosas universidades de Europa y Estados Unidos por un periodo dos años. Ya siendo el Ing. Padilla Segura secretario de Estado lo invita a colaborar en ferrocarriles (1964) como director de trenes en operación, este paso es decisivo pues desde entonces nunca se bajaría del vagón gubernamental.

En lo particular mi primera infancia la recuerdo como hijo de un personaje público de cierta importancia, con los sacrificios que esto implicaba. Lo veíamos poco, pero lo poco era intenso. Era senador de la república y ya ocupaba un cargo importante en el CEN del PRI gracias a la confianza que había depositado en él el maestro Reyes Heroles. Los fines de semana mis padres procuraban sacarnos fuera de la ciudad a una pequeña finca ubicada a las faldas del Popocatépetl conocida como los pitusos. En esta casa mi hermano Marco Antonio sufrió un accidente que le causaría la muerte antes de cumplir los diez años, por ende dejamos de frecuentarla. Del dramático suceso yo no recuerdo nada salvo lo dramático del suceso. Otro dato que recuerdo fue cuando el Inge despachaba en la Secretaria

General del CEN del PRI bajo la dirección de D. Jesús, concentrado en el programa que habría de seguir el candidato a la presidencia del PRI .

Durante meses trabajó en la organización de las giras del futuro candidato que habría de ceñirse al programa del partido. Para su sorpresa el presidente Echeverría mandó por un tubo al programa, al presidente del PRI y -por añadidura- al secretario. Este hecho lo marcaría de por vida. El Inge sale junto con Don Jesús y lo instigan a desocupar su curul en la cámara alta. Ya en la administración de López Portillo le fue asignada una subsecretaria, con las reservas del secretario Mujica Montoya, que se encargo de que no concluyera la administración mediante las más espurias tácticas burocráticas. El Inge salió con la frente en alto pero enfadado. Lo grave fue que después de su impestiva salida de SCT se da cuenta que entre sus colaboradores cercanos había algunos que actuaron en sigilo y concusión provechando el cargo en beneficio propio. Para entonces ya había sufrido otra desilusión pues se perfilaba como candidato al gobierno de su Estado. No fue así y para rematar, el mismo día de la toma de posesión de Rodolfo Landeros , mi hermano Mario muere en un accidente automovilístico en Querétaro. Otra tragedia, que esta vez la recuerdo en vivo. El Inge y mi Madre volvieron a recobrar la fuerza al interior de la familia e hicieron lo que mejor saben hacer: trabajar.

El Inge socavado y triste volvió a la banca a principios de los ochenta. Se puso nuevamente a disposición de su partido y volvió a picar piedra como delegado en varios estados de la República.

Durante este período explaya todos sus conocimientos en materia política y hace grupo, recurriendo a reuniones, juntas de trabajo, conferencias etc. De tal forma consigue la preciada candidatura de una Diputación Federal (1983-86) y retoma la ruta hacia la gobernatura. Su campaña se caracteriza por su profundidad y profesionalismo. Obtiene la diputación sin cuestionamientos y ya en la Cámara inicia la confección de su candidatura al gobierno de Aguascalientes. La contribución de su amigo Adolfo Lugo Verduzco, presidente del CEN del PRI, fue definitiva para su nominación como candidato oficial a la gobernatura de Aguascalientes. El Maestro Reyes Heroles le llega a decir en tomo de broma «Aguascalientes necesita un segundo piso para soportar a Barberena», aduciendo a la pequeña dimensión geográfica del estado contrario a los vastos conocimientos y enormes ganas por llegar a la gobernatura que tenía Barberena.

Su gobierno lo disfruto plena y profundamente. Gozo cada día de los seis años que despachó en palacio de gobierno pese a los delicados y graves problemas que tenía que resolver. Como ejemplos de buenos gobiernos ponía a Torres Landa en Guanajuato, a Hank en el Estado de México, a Corona del

Rosal en Hidalgo entre otros. Las monumentales obras materiales que fueron construidas bajo su administración representan - en buena medida - el amor que le profesaba a su tierra y la alteza de miras. Sin embrago la obra política fue la de mayor alcance, que por desgracia no fue del todo comprendida por su sucesor. El Inge entendió - aunque no estuviera siempre de acuerdo - la forma de ser de sus coterráneos.

Para él la unidad del Estado era y es imprescindible para cualquier plan de gobierno, trabajó incesantemente en ganarse la confianza de todos los sectores, consciente de no ser de todos bienvenido. Procuró rodearse de profesionales con reconocido prestigio social aunque no los conociera .

Recuerdan algunos de sus excolaboradores que en la primera entrevista les señalo su firme intención de ser el «mejor gobernador de Aguascalientes». En el tiempo que fue gobernador tomó una serie de medidas cuya repercusión social son aún perceptibles ; cubrir casi en su totalidad de servicios públicos a toda la población del estado, la construcción de viviendas que en su conjunto representaban el mismo número de habitantes que tenía Aguascalientes a principios de siglo, la ampliación y embellecimiento de la Monumental Plaza de Toros y la construcción de la Expo Plaza que le dio a la Feria una nueva faz, el gran Teatro de la Ciudad y el trascendental entubamiento de las aguas negras del Río San Pedro junto con la primera y más grande -en su momento- planta de tratamiento de aguas residuales. Tuvo como cualquiera, pelos en la sopa, que le fueron advertidos por sus consejeros, entre los que fui considerado. Dos fueron las más polémicas decisiones de su gobierno ya casi al finalizar su administración, por un lado designar al joven Enrique Pasillas Secretario General Gobierno previa una modificación de la Constitución local y por el otro a la joven Lic. María Alicia de la Rosa como alcaldesa sustituta del Municipio de Aguascalientes al ser nominado Armando Romero Rosales candidato a diputado federal. No mucho tiempo después en un viaje a España en que me visitó mientras cursaba mis estudios de postgrado, confesó que ambas decisiones obedecían a mensajes expresos en el sentido que el control del Estado lo tenía solo él. Admitió sin embargo, que ambos fueron fruto de la irreflexión y producto del autoritarimo. A fin de cuentas lo que le complacía era tener la certeza de haber legado un Estado unido, fortalecido y trabajando, en pocas palabras, en mejores condiciones que lo recibió, como tenía que ser.

Si tuviese que darle una connotación política a su forma de gobierno, diría que fue inminentemente social demócrata. Fiel a sus convicciones, como buen liberal era laico y como buen republicano era revolucionario. No tenía una vasta cultura literaria pero gustaba de leer novelas mexicanas y de vez en cuando alguno que otro clásico. Poseía un privilegiado sentido del humor, una admirable agudeza mental y un acentuado sentido común. En cuanto a la dureza de su carácter...es cierto, su temperamento era fuerte y no era nada fácil ganarse su confianza. Su trato oficial siempre fue respetuoso, no obstante reventaba con los ineptos, incompetentes e incapaces. Estos sí conocieron al Inge como a nadie le hubiera gustado. Barberena gobernador imponía no solo por su figura física, alto, fuerte y rubio, sino por lo marcado de sus gestos faciales. Cuando estaba molesto lo hacia tan obvio que ponía a su interlocutor aún más nervioso.

Como quiera, siempre fue un ser tolerante, es decir, él no perdía los estribos con facilidad pero se revelaba ante la intransigencia, la injusticia, la sin razón y los fanatismos. Si tenía que romper, rompía. En lo personal los pocos arrebatos que le vi y de los que fui ocasionalmente víctima, siempre me parecieron característicos de su valentía. Si lo buscabas lo encontrabas, así de fácil.

Por ser el menor de los varones a mi me tocó un padre adecuado y comprensivo. Adecuado en cuanto mis hermanos ya habían abierto brecha, yo solo mantuve el paso. Y compresivo porque me toco su época de mayor felicidad y sabiduría. La educación que recibimos pasó de las escuelas confesionales de los Legionarios de Cristo, a la vida castrense yankee para pasar al más puro liberalismo francés y rematar en universidades públicas.

En este campo nos dejó siempre ser y hacer. Mi padre creía en serio en la medianía republicana que Juárez cultivaba y así nos lo inculco. El trabajo fructífero y honrado recompensa al hombre para poder llevar una vida integra y decorosa. Con frecuencia me decía que su verdadera herencia era el apellido del cual « No hay nada que esconder y mucho que presumir».

Ciertamente el apellido pesa por la responsabilidad heredada, pero tanto mis hermanos como yo hemos superado la sensación de competencia generacional. No hay tal.

El Inge y yo nos llevamos muy bien gracias a Freud. Psicológicamente corte el cordón umbilical al terminar mi bachillerato y así lo entendió y apoyó.

Nuestra relación además de ser consanguínea lo era también en lo amistoso y trascendió a lo político. Durante mi estancia en Europa nuestra correspondencia (más la mía) era asidua. El tema por lo regular era el gobierno de México en época de Salinas, al que siempre le tuve aversión e hice público mi desprecio. El Inge en realidad no fue amigo de ninguno de los presidentes con los que trabajo. La relación más estrecha la tuvo con su tocayo Miguel de Lamadrid. Ninguno de sus gallos salió en la grande ; apoyó a Moya Palencia y le hubiera gustado Bartlett y cuando le atinó - en el caso de Luis Donaldo con quien sí existía un fuerte vinculo - él comenzó a padecer los efectos de la esclerosis lateral amiotrofica y para colmo de males asesinaron arteramente al candidato tres semanas después de que le diagnosticaron la enfermedad. Sucumbimos todos en una profunda depresión de la que salimos gracias al denodado coraje, el manifiesto ímpetu y al estoicismo jarocho de nuestra Madre. En verdad de no ser por ella, otro sería el cuento.

Quizás la mejor manera de calificarlo sea por lo que no fue, se resistía a ser considerado rastrero, chambista, servil, zalamero y lameculos de nadie.

En su persona, eso sí, era impecable, no recuerdo un solo día en que mi padre no se afeitara. Es más ya enfermo exigía un ambiente de pulcritud y una rutina obligatoria para su limpieza personal. Apelando al poeta

¡Qué amigo de sus amigos!

¡ Que señor para criados y parientes!

¡ Que enemigo de enemigos!

¡ Que maestro de esforzados y valientes!

¡ Que seso para discretos!

¡ Que gracia para donosos!

¡ Que razón!

¡ Cuan benigno a los subjectos,

y a los bravos y danosos

un león!

Contra lo que nunca pudo luchar fue ante la inminencia de la muerte, la tomaba de forma racional y por ende se resignó a ella sin aspavientos. Su muerte se resume a no querer despertar.» Ejemplo de ntereza» escribió Jesús Gómez Serrano (mejor conocido en los anales de la historia como el niño Jesús) «hombre mayúsculo» dijo su compadre Cubria; «político de gran estatura» señalo su compañero Jorge de la Vega, «un tipazo» lo considero Federico Reyes Heroles y otros tantos calificativos que se desprenden de una intensa vida dedicada al trabajo. Yo no tengo más que sentirme profundamente agradecido de haber tenido a ese hombre como padre. Lo echo de menos más prefiero recordar todos los años que vivimos juntos que los que nos faltaron por vivir. Escribió Vicente Querol para una ocasión similar a la que me ocupa

« ¿Vuelve el polvo al polvo?

¿Vuela el alma al cielo?

¿Todo es vil materia,

podredumbre y cieno?

¡No sé; pero hay algo

que explicar no puedo

que al par nos infunde

repugnancia y miedo,

al dejar tan tristes,

tan solos, los muertos»

Descanse el Inge en Paz.


* Aguascalentense. Lic. en Derecho por la U.A.A.


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