El siglo XVII en Aguascalientes
Es frecuente pensar el origen y poblamiento de Aguascalientes a partir de su fundación formal, de acuerdo con la cédula real del 22 de octubre de 1575; sin embargo, el acto en el que hoy participamos, nos advierte sobre la cautela con la que debemos trabajar con el material histórico, dado que el descubrimiento de fuentes o, como en este caso, de evidencias arqueológicas suelen jugar con las certezas con las que los historiadores solemos hablar.
A reserva de más evidencias, lo que quiero resaltar en esta ponencia es la importancia del siglo XVII para la conformación del espacio regional, entendiendo por ello la conformación de estructuras demográficas, productivas y sociales que permanecerían, no estáticas desde luego, hasta principios de este siglo XX.
Para ello me referiré en un primer momento a un significativo debate historiográfico, el cual debería ser considerado para futuros estudios. Por otra parte, incorporaré algunos datos pertinentes sobre Aguascalientes, para finalmente reflexionar sobre algunos puntos centrales en este periodo.
1. Debate
historiográfico:
Los libros clásicos de W. Borah, El siglo de la depresión, y de F. Chevalier: La Formación de los grandes latifundios en México, publicados a principios de los años cincuenta, conformaron un modelo explicativo que aún sigue en el debate.
Dicho modelo resaltaba, entre otros, los siguientes elementos:
+ La crisis demográfica del siglo XVI, particularmente del valle central novohispano, fue el detonante de nuevas estructuras productivas y sociales, entre las que destacan precisamente la hacienda y el peonaje; + El siglo XVII es analizado como un siglo depresivo, de acuerdo y en correspondencia a la historia europea; + La consolidación de la hacienda y del peonaje como formas alternas al repartimiento y la encomienda, basados éstos en la explotación de mano de obra intensiva; + La hacienda como un sistema «semi-feudal», es decir, un sistema cerrado en sí mismo, propio de las grandes llanuras del norte mexicano y mantenido más por prestigio que por razones productivas.
Uno de los primeros cuestionamientos a este modelo Borah-Chevalier vino de una historia cercana, de Zacatecas, elaborada por P.J.Bakewell a principios de los años setenta quien mostró que la decadencia no correspondió a todo el siglo XVII ni a todas las regiones. Concretamente, la producción de plata en Zacatecas mantuvo su crecimiento durante la segunda mitad del siglo XVI hasta 1630, cayendo entre este año y 1660 para recuperarse claramente a partir de los años setenta del siglo XVII.
El otro libro que marcó el debate historiográfico en los años setenta es la visión desde el sur elaborada por William Taylor sobre las haciendas, mostrando las diferencias regionales y las cambiantes condiciones de la estructura agraria (vgr. destacando el mercado de tierras y la inestabilidad de la propiedad y no tanto la permanencia de los mismos propietarios)
Cabe resaltar que el debate aún permanece abierto y que en todo caso nos advierte sobre el proceso de poblamiento y urbanización de Aguascalientes.
2. Algunos indicios
sobre
Aguascalientes:
Algunos autores, decimonónicos y contemporáneos, se han empeñado en mostrar el año de 1575 como el despegue de Aguascalientes; más aún, han elaborado planos con la cuadrícula de la plaza de acuerdo a las ordenanzas de poblamiento de Felipe II.
Sin embargo, es necesario recordar lo que dijera Hernando Gallegos en 1585, teniente de Alcalde Mayor, en su información descriptiva de Teocaltiche: en el camino de Guadalajara a Zacatecas está poblada una villa que llaman Nuestra Señora de la Ascensión, donde está un fuerte que llaman Aguascalientes y es de muy poca o ninguna población, porque no tienen más de los soldados que están en el dicho presidio, que son dieciséis y un caudillo y dos vecinos, porque no se pueden tener en la dicha villa ninguna contratación ni valerse de sementeras porque no dan lugar los indios chichimecas de guerra que los matan y hurtan sus caballos y bueyes que tienen en cualquier parte del año. (en Ignacio Dávila Garibi, Bosquejo Histórico de Teocaltiche, 1945)
De hecho, para la Nueva Galicia en el siglo XVI, destacan las rebeliones de los chichimecas en los años 1541, 1575, el mismo año de la fundación de la villa de Nuestra Sra. De la Asunción, y 1593, lo cual nos habla de la intensificación de la guerra en las tierras hidrocálidas. Todavía en 1621, la Descripción de Domingo Lázaro de Arregui comenta que con la villa de Aguascalientes y las minas de Comanja, cercanas a Lagos, se ha hecho una alcaldía mayor que por ser tan nueva la división y las minas de tan poco nombre le pondremos aquí diciendo que la villa de Aguas Calientes es poblada de 15 o 20 vecinos españoles aunque en sus contornos, concluye Arregui, hay otros muchos en estancias y labores y tiene un cura clérigo.» (Descripción de la Nueva Galicia, 1980, p.159).
De acuerdo al recuento demográfico existente, elaborado por Helio de Jesús y Carlos Ortega, el número de nacimientos registrados entre 1616 y 1645 era alrededor de 60 por año; sin embargo, a partir de los años sesenta, correspondiendo al despegue minero de Zacatecas, entre 1666 y 1675 prácticamente el número de bautizos se duplica, creciendo especialmente los de españoles e indios, pero también de mestizos y mulatos. Lo importante en todo caso, es la clara relación del crecimiento de la población de la villa de Aguascalientes con el incremento de la producción de plata en Zacatecas.
Como lo sabemos, es también el periodo de consolidación de importantes latifundios en la región, por lo que podríamos hablar efectivamente de un complejo o sistema conformado por los reales de minas y los centros agrícolas y ganaderos. Sin embargo, como también lo ha advertido Beatriz Rojas, siguiendo la discusión abierta por W. Taylor, la propiedad fue sumamente inestable y, salvo contadas ocasiones, pudo permanecer en unas solas manos.
Es también a partir de los años sesenta del siglo XVII que, por ejemplo, el valor pagado por el arriendo de los diezmos se incrementa prácticamente en un 60%. Más aún, teniendo como base 100 el año de 1664 , el arriendo de los diezmos se había incrementado en aproximadamente un 550%.
Estos datos sólo quieren mostrar que, al menos para la región de Aguascalientes y Zacatecas, el siglo XVII no fue un siglo depresivo sino precisamente el siglo en que particularmente Aguascalientes comienza a crear su territorialidad y su identidad regional. Que, como lo argumentara Ruggiero Romano, se vivieron «coyunturas opuestas» a la gran crisis del imperio español, conformando con ello un territorio con las estructuras que no serían fuertemente cuestionadas sino hasta nuestro siglo que termina. Momento finisecular, ciertamente, que nos obliga a replantear nuestras historias...
Aguascalentense. Lic. en Sociología por la UNAM. Maestro en Historia de América por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Doctor en Historia por la Universidad de Tulane, en Estados Unidos. Su último libro publicado es «Estado de bienestar, familia y pobreza en México: Reflexiones sobre el caso Aguascalientes 1940-1995» editado por CIEMA y SIHGO.
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