Notas sobre la Iniciativa de Decreto que Crea el Cargo del Cronista de la Ciudad y del Estado de Aguascalientes.
1.. En principio agradezco la invitación a participar a esta reunión de trabajo por dos motivos. En principio porque creo que es la forma correcta para fortalecer poco a poco la institucionalidad democrática que todos deseamos. Y enseguida por haber confiando en que, sin más titulo que el de ciudadano, podría realizar alguna aportación a la iniciativa de decreto que hoy se presenta. Debo adelantar que mis observaciones no son las de un especialista o profesional en la materia. De ahí que poco pueda agregar a las ideas que ya expuso, y que en buena medida comparto, el nuevo Director del Museo Regional de Historia, el Doctor Víctor González. Comparto con él, y con varios personas más, la idea de que en Aguascalientes tenemos la responsabilidad de ampliar y fortalecer la calidad de la vida pública del Estado y de que, en este sentido, estamos ante la oportunidad de institucionalizar los trabajos asociados a la crónica de la región por medio de la creación de un Consejo de Crónica del Estado y la Ciudad de Aguascalientes.
2.. Así, los presentes comentarios se hacen no, por decirlo de algún modo, desde el lado de la oferta, es decir no desde quien o quienes deben realizar la crónica, sino desde el lado de la demanda, es decir desde la perspectiva de a quienes debe servir tal crónica: al ciudadano. De ahí que mi pregunta clave sea ¿Cómo es mejor atendido el interés y necesidades del ciudadano? Anticipo mi respuesta: con una base institucional, es decir con un Consejo de Crónica Estatal más que con la figura aislada y ciertamente anacrónica de cronista, más allá de las cualidades y atributos profesionales y personales que pudiese tener este. En lo que sigue tratare de razonar esta respuesta.
3.. En principio cabría remitirnos a lo obvio: Aguascalientes, el Estado en general y la ciudad en particular, es radicalmente diferente al de 1944, año en que se creó la figura de cronista de la ciudad. Entre 1940 y 1950 el estado tenia una población de poco más de 188 mil habitantes, 56 años después, es decir para el cierre del siglo, en el año 2000, estaremos muy cerca de alcanzar el primer millón de habitantes. Es decir que tenemos una población cinco veces mayor que aquella que vio nacer el decreto de 1944. Pero el significado de este crecimiento no sólo es cuantitativo, sino fundamentalmente es de orden cualitativo. En este tiempo la vida del estado y la ciudad se diversifico y enriqueció de manera extraordinaria. El Aguascalientes de hoy es inmensamente más diverso y plural y complejo - en su vida familiar y comunitaria, en su dinámica económica e institucional y, en fin, en el conjunto de la vida de cada uno de nosotros que el Aguascalientes de hace cinco décadas. Hoy, para decirlo de cierto modo, hay muchas formas de vivir, gozar, padecer y morir en la Ciudad de Aguascalientes y el Estado. Y si estos cambios son visibles en el Municipio de Aguascalientes, otro tanto esta ocurriendo en cada uno de los otros municipios: la descentralización de la vida del Estado es un hecho al parecer irreversible que esta alterando el conjunto de la vida social, económica e institucional de toda la región.
Y supuesto, esta diversidad, esta descentralización significa también una ampliación y un enriquecimiento continuo en las formas de expresión de esta nueva realidad que, a fin de cuentas, es la que esta trazando el nuevo rostro, el rostro plural del Aguascalientes de hoy. No es aventurado pensar que hacer la crónica fiel y oportuna de esta realidad cambiante y compleja y entre los cambios esta, por cierto, las formas que tenemos de entender y convivir con nuestro pasado - sobrepasa con mucho la capacidad de una sola persona por más por capacidad y voluntad que esta tenga.
De ahí que un Consejo de Crónica al reunir, congregar y sumar los esfuerzos de varias instituciones, de varios municipios, de varias personas, de varias generaciones puede ofrecernos a los ciudadanos un trabajo, o mejor dicho una proyecto institucional de trabajo e investigación, donde todos tengamos un lugar, es decir, donde todos podamos encontrar un espejo donde reconocer nuestro pasado y presente y, por tanto, podamos vislumbrar mejor nuestro futuro. No olvidemos, hablando del futuro, de que cerca de la mitad de los residentes en el estado nacieron entre 1980 y 1999: ello implica que el Aguascalientes que ha de ser sujeto de crónica, de testimonio será el que esta generación construya en los próximos años.
4.. Una segunda razón es que, bajo esta óptica, el Consejo de Crónica Estatal podría tener atribuciones y responsabilidades más asociadas no sólo a estudiar, preservar y difundir el pasado asunto básico, sin duda - pero también podría mirar, con similar intensidad y curiosidad, hacia el presente, hacia nuestros días, es decir hacia la historia que día a día hacemos y deshacemos en la entidad. Y aquí desearía ser un poco más enfático: el trabajo de la crónica no debe estar anclado sólo en el pasado, en la historia sino que debe también saber ver y testimoniar el presente vivo. Salvo tres, las atribuciones que le pretende otorgar la actual iniciativa - que por lo demás son las mismas a las del decreto de 1944 - o bien son anacrónicas como la figura misma del cronista o bien supone duplicidad con el trabajo que ya otras instituciones realizan ya de manera profesional y regular. Anacrónicas son, por ejemplo, las atribuciones a), b), g); a su vez las atribuciones c), f), h), duplican trabajo de otras instituciones como los Archivos Históricos, la Universidad Autónoma de Aguascalientes, el INEGI. Otras atribuciones se podrían cumplir mejor bajo otras formulas. Así, por ejemplo, las señaladas en los incisos d), i), e) y j) tendrían lugar más adecuado como parte de las tareas de un Patronato para la Preservación y Conservación del Patrimonio Histórico y Cultural.
En realidad, si me permiten la franqueza, salvo en el caso de ampliar la visión de la Ciudad de Aguascalientes a la del Estado no encuentro novedad alguna en la iniciativa y sí, en cambio, omisiones. No hay, por ejemplo, preocupación alguna sobre como hacer la crónica del tiempo presente ni del pasado inmediato ni se reconocen otras formas del que hacer histórico o de cronista, que las derivadas del «género de impresos» para usar la terminología de la iniciativa, eludiendo un hecho también elemental: la creciente preponderancia y riqueza de otras formas predominantemente visuales y electrónicas que tiene hoy la actividad de conservar, almacenar, difundir y crear nuestra historia y nuestro presente.
¿Por qué, entonces, no pensar en dar otras atribuciones a un Consejo de Crónica y enmarcar sus responsabilidades dentro de un trabajo interinstitucional, sumar sus esfuerzos a las políticas de preservación del patrimonio histórico y cultural y, en fin, vincular sus tareas con las de otras instituciones?
Así, la actual iniciativa extiende, en el tiempo y el espacio, un anacrónismo. En el tiempo porque lo proyecta hacia el futuro: si hoy ya es plenamente anacrónica la figura de cronista imaginemos dentro de 10 o 20 años. En el espacio ya que lo hace extensivo hacia todo el Estado.
5.. Una tercera razón es que un Consejo de Crónica, por su composición plural e interinstitucional, podría evitar algunas limitaciones innecesarias que hoy tiene la iniciativa de ley como son, por ejemplo, el hecho de que el cronista debe ser originario del Estado ¿no bastaría ser residente por varios años? o el que se discrimine, sin duda involuntariamente, a la tercera edad ¿cuantos escritores y profesionistas no han dado ejemplos de una lucidez y consistencia de trabajo más allá de los 75 años? o bien que no se especifique las obligaciones en torno a la información que, aparentemente, tendrán que dar las oficinas públicas al cronista. Otra limitación clara: la conformación de fondos para el trabajo a realizar. Con un Consejo, se podrían compartir recursos de varias instituciones, de los gobiernos municipales, del Gobierno del Estado y, claro, del propio Congreso del Estado que, haciendo eco a la apertura y generosidad de la Exposición de Motivos de su iniciativa de decreto, podría también asignar parte de su presupuesto anual a apoyar estas actividades. Con todo las más graves limitaciones que podrían subsanarse con un Consejo de Crónica es el hecho de que la iniciativa no advierte la necesidad de contar con una política institucional que de al trabajo del cronista su verdadera dimensión en tanto proyecto social y cultural. Ello, insisto, podría corregirse con la base institucional que se generaría alrededor de una Consejo de Crónica. Más que un buen cronista lo que Aguascalientes requiere, y puede tener, es institucionalizar, por medio del Consejo de Crónica, una proyecto cultural y social que ofrezca a los ciudadanos la certeza de que la crónica de nuestro pasado, así como la crónica de nuestros días será hecha con imaginación, apertura e inteligencia.
6.. De todo lo anterior derivo cuatro recomendaciones: 1.. Conformar un equipo de trabajo que en un lapso no mayor a tres meses prepare un proyecto sobre la conformación, atribuciones, reglamento, financiamiento, y proyecto de trabajo que asumiría el Consejo de Crónica Estatal. 2.. Abrir una segunda ronda de consulta ciudadana, similares a la presente, en que se revise el proyecto resultante con el objetivo de contar con el mejor proyecto posible. 3.. Una vez concluida esta segunda jornada de consulta preparar la iniciativa de ley y someterla al pleno del Congreso para su revisión y, en su caso, aprobación.
Leído en el H. Congreso del Estado, en la reunión de trabajo para analizar el Proyecto de Decreto que Crea el Cargo del Cronista de la Ciudad y del Estado de Aguascalientes/ 15 de Junio de 1999/ Aguascalientes, Ags.
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