Arrieros somos, y en el camino andamos

Entrevista a Ricardo Magdaleno Rodríguez

Gustavo Arturo de Alba

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Arrieros somos, y en el camino andamos

Xavier A. López de la Peña

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Xavier A. López de la Peña

Llegó, ¡al fin! el quinto informe presidencial del Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León. Y sucedió todo y más de lo que ya se esperaba. El presidente de la nación iba a ser cuestionado por quien contestara su informe ya que lo haría, precisamente, Carlos Medina Plascencia militante de la fuerza opositora del Partido Acción Nacional.

El tono a utilizar se sabía que iba a ser todo menos “meloso, lambisconero y arrebatado en epítetos agradecidos a tan egregia gestión”. Una grave perversión -dijo el diputado Plascencia- del Poder Público pretender que la sociedad se organice para defender a las instituciones, cuando son éstas las que deben defender a la sociedad.

Las cuentas se pagan tarde o temprano como en la frase que solía decirnos mi padre: arrieros somos y en el camino andamos. Sólo se siembra lo que se cosecha y el fruto actual de la administración al cargo de un miembro surgido del Partido Revolucionario Institucional, el partido eternizado en el poder y ahora en franca decadencia, recibe en respuesta una sopa de su propio chocolate.

Ciertamente somos testigos de una transición, de un proceso que lleva cambios y suscita encuentros, la democracia cobra su precio y a veces se excede. Quisiéramos todos que el comportamiento en el Congreso de la Unión fuese, si no cordial entre sus diversas partes, cuando menos respetuoso, con una desinteresada cortesía. Pero las pasiones se desbordan, el ser humano que odia y que ama, que agrede y consuela, que propone y destruye, siente hervir en su sangre el supremo placer de la victoria que le permite decirlo a voz en cuello y echa fuera toda una larga vida sembrada de denostaciones, irreverencias, agravios, sufrimientos, frustraciones y más en cara de quien ello históricamente simboliza.

Llega el agua a los aparejos y el mayoriteo de los operarios de antaño se convierte en chillidos y pataletas hogaño. Hoy se sienten ofendidos los que despreciaban a la oposición minoritaria de ayer.

Esta lección demuestra, una vez más, que nuestro Congreso está integrado por entes coloreados. Arrieros del PRI, del PAN, del PRD, del PT, del PVEM, etc. que conforman estructuras de poder monolíticas e irreductibles interesadas sólo en llevar agua a su propio molino. La sociedad lucha entonces y exige que el Congreso de decolore. Porque se actúe en favor de los mexicanos y mexicanas, porque los arrieros del Congreso intercambien ideas, propuestas y ejecuten acciones conjuntamente en favor de México.

Recordamos que cuando la iniciativa de reforma a la Ley del Seguro Social fue presentada por el Ejecutivo, esta se aprobó sólo 28 días después con sólo los votos del PRI, entonces mayoría. Nadie se abstuvo o votó en contra. Todos los que se oponían con una u otra razón fueron dejados de lado, sus ideas, sus ejemplos, sus propuestas, sus riesgos, sus fallas no fueron escuchadas por los “otros”. Este es un ejemplo claro del partidismo legislativo ciego y al servicio y órdenes del Ejecutivo en aquél entonces con los mismos colores.

El 1 de septiembre de 1999 se enfrentaron dos colores y sacaron chispas, como la sacaron también cuando otros de los colores hicieron igual enfrentamiento en voz de Porfirio Muñoz Ledo: “todos somos más que vos”, también recordamos.

Los tiempos de las engañosas, amañadas y forzadas cuentas alegres han pasado a la historia. Hartos estamos los mexicanos de escuchar sobre el repunte de la economía, la reestructuración de la deuda, la fortaleza de la economía, sobre el abatimiento de la inflación, sobre el mayor crecimiento, acerca de la mejoría en salud y de bienestar para la familia por doquiera cuando el bolsillo en general es cada día más incapaz de obtener el pan de cada día. El 64% de los mexicanos y mexicanas que trabajan tienen ingresos equivalentes hasta un máximo de dos salarios mínimos, lo que significa que “hay que ponerse las pilas” pero no empleándose como electricista en un hotel, sino acondicionando la cochera de nuestra casa para vender elotes, tamales o birria. Hay que ponerse a chacharear y buscarse otro empleo de noche, hay que vender ropa, perfumes o relojes en nuestro centro de trabajo. Hay que comprar en el tianguis de La Purísima o de la Línea de Fuego las imitaciones y comer tacos en la Villa Charra porque Wall Mart y McDonald son ya inalcanzables para la mayoría. Cuatro días de salario mínimo le cuestan a una persona en Aguascalientes consumir un platillo con camarones en el restaurante Andrea Alameda, sin contar el agua que se beba ni la propina “que hay que dar”, contra los sesenta tacos de cabeza que podrían comerse en los Reyes del Taco.

Otras voces sin embargo proclaman: Tolerancia, pluralidad y realismo, son las características del mensaje presidencial dicen los colores del PRI representados por el vice coordinador de la fracción parlamentaria Fidel Herrera Beltrán y por el líder de la fracción en el Congreso de Jalisco José Manuel Correa Ceseña.

La tolerancia ciertamente a impedido que se implemente un fast track al asunto chiapaneco aplicando un slow track de guerra de baja intensidad por parte del Ejército. El 25 de agosto se hizo eco acerca de un nuevo enfrentamiento zapatista con el ejército en San José La Nueva Esperanza abultando más la infamante historia del conflicto.

La Universidad Nacional Autónoma de México vive también la tolerancia ante el Consejo General de Huelga que ha paralizado a la “máxima institución educativa del país” más de cuatro meses. No se mete el gobierno porque no le conviene conseguirse otro sesenta y ocho y el acto de la autoridad podría ser tomada como autoritarismo y violación a la autonomía institucional además del costo político que le acarrearía: leña seca ávida de encenderse por el contrincante coloreado diferente. El rector Francisco Barnés de Castro ha demostrado su tibieza e incompetencia más recalcitrante para manejar el asunto por sí y sus negociadores, y la comunidad universitaria en pleno “difiere” la solución de los eméritos para cuando haya tiempos o condiciones propicias.

La sopa de letras partidaria hirvió en el informe presidencial. El caldo estaba preparado de antemano, la sal y pimienta de los agravios, rencores, traiciones y humillaciones aderezaron la voz de los “ausentes, no vistos ni oídos” del pasado. El blindaje ahora se convirtió en coraza que ahogó a los protegidos.

El padre de una familia de ocho integrantes que se come un pollo, se representa estadísticamente como si cada miembro de dicha familia se hubiera comido una pieza. Por eso, disguta el comentario del diputado Medina Plascencia de que “el bienestar de la familia fue solamente un lema de campaña; la población ha sido sacrificada; la desigualdad ha ido en aumento; el ingreso nacional continúa concentrándose en grupos vinculados estrechamente con el gobierno” pero ... eso sí, todos comimos una pieza de pollo.

Vivimos, ciertamente, una incipiente apertura camino hacia la democracia. La transición entonces, como todo cambio, habrá de ser dolorosa. La sociedad civil ha encontrado algunos resquicios por donde colarse y hacerse oír para decirle al político que él es el mandante y que su mandato es incoloro; debe entonces decolorarse.

El secretario de Hacienda Lic. José Angel Gurría (antes encargado de las Relaciones Exteriores) también se “puso las pilas” diciendo que con el dinero en los bolsillos de los mexicanos ahora se “pueden comprar más cosas” porque la repartición de pollos (¿o riqueza?) en el país alcanza ya para una pieza a cada uno de los 16 millones de compatriotas que están en la pobreza extrema, y para otros 29 millones que viven en la pobreza moderada. Podríamos preguntarnos entonces: ¿no será acaso que sólo el 9.5% de las personas que están ocupadas en el país y que ganan más de cinco salarios mínimos, se “atragantaron” todo el pollo?

Me gustó el informe, no por los exabruptos, rechiflas y descalificaciones teñidas de «Roque-gesticulaciones», no. Me gustó el contraste, la confrontación que tiende a equilibrar a los poderes, el avanzar en el hacer político que nos muestra plurales y que hace replantear fórmulas de concertación haciendo abrir las entendederas de los que apuestan por la cerrazón eterna.

La otrora intocable figura presidencial tiende a mostrarse cada día más con menos maquillaje, detentora de aciertos y errores capaces de ser señalados por sus mandantes públicamente.

Difícil papel del arriero, quienquiera que sea, que va por los caminos del país sin escuchar y ver las diferencias, carencias, desigualdades, inequidades, injusticias; o los aciertos, congruencias, luchas, trabajos y desvelos creativos de los otros, porque otro arriero habrá de reclamárselo o aplaudírselo tarde o temprano en el transitar nacional.

Arrieros somos y en el camino andamos. Luchemos por decolorar al poder y recuperar nuestro papel de mandantes.