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Después de la liberación del dominio español, la República de Chile quedó por largo tiempo casi cerrada a la inmigración, Chile está realmente aislado al mundo, apoyada en la elevada cadena de montañas de los Andes, y de cara hacia el Océano Pacífico. Entonces sólo se podía llegar a Chile por la Argentina, Perú o el mar, y eso con bastantes dificultades. En el primer caso cerraba el paso la Cordillera de los Andes, en el segundo los desiertos inmensos del norte chileno y en el tercero el tormentoso estrecho de Magallanes. Esos eran accesos difíciles, erizados de peligros que sólo los aventureros se atrevían. Por eso se creó en chile una sensación de aislamiento del mundo, un enclaustramiento digno de la vieja tradición hispana, y poco favorecía la llegada de extraños. Las restricciones impuestas por la corona de España a la inmigración no católica sufrió una liberación, lo que permitió que familias de sefaradies o judíos en general pudieran establecerse en nuestro país sin tener que ocultar su judaísmo. Aunque esta época produjo el incentivo de los matrimonios mixtos, y muchos de los inmigrantes fueron absorbidos por la población convertidos al cristianismo, la vida comunitaria judía practicamente no existía. A partir del 1840 el grueso de los judíos llegados a Chile provenía de Alemania y Francia estableciendose en Valparaiso, Santiago y Sur del país. Pocos registros de sefaradíes llegados en esta época encontramos, aún así existe certeza de la llegada de la familia de Moisés Cohen desde Francia, Natan y Manuel de Lima desde Portugal. A partir de 1860 con la apertura de una política de inmigración, la afluencia de judíos aumenta siendo su mayoría de Rusia y Polonia. Los sefaradíes a finales del 1870 provienen de Grecia producto de la emancipación de este país del Imperio Turco. Generalmente los sefaradíes optaban la ruta marítima hasta la Argentina, y luego utilizaban el difícil paso cordillerano.
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Sefaradíes años 1840 - 1870