¡Telefónica de España es una gran mafia legal!
por Gema Castellano
gema.bcn@teleline.es


De todos es sabido que las actitudes que están tomando, tanto Telefónica como la AUI, con respecto a las protestas de los internautas, distan mucho de la ética a la que se deben las empresas, e incluso, de lo políticamente correcto. Las conspiraciones, espionaje en reuniones de internautas, tergiversación de los hechos, publicidad engañosa en todos los medios, comunicados parciales sin derecho a réplica en sus medios comprados, introducción de topos desestabilizadores en la Red etc., forma parte de la personalidad y manera de actuar de este monopolio a la hora de defender sus intereses, que no son otros que los de robar, descaradamente, al usuario, con el único fin de seguir mandando en el negocio – para ellos-, necesidad – para el resto de los contribuyentes- de comunicaciones.
 
Llegados a estos extremos, tan carenciales de principios, en su desesperación por carecer de razonamientos lógicos que expliquen sus aberrantes abusos, podríamos definir a Telefónica como el mayor grupo mafioso, legalmente constituido, actuante en España.

Telefónica nos está engañando a todos. Desgraciadamente, cuando las mentiras se dan cubiertas de oro, tardan más en ser descubiertas, pero también es verdad que la razón siempre vencerá. O por las buenas o por la fuerza del voto, en este caso.

La última artimaña del monopolio, como antes he dicho dentro de su desesperación y de sus últimos coletazos, ha sido la de intentar enfrentar a los usuarios del teléfono con los usuarios de Internet. Y lo ha hecho lanzando la pregunta del millón: ¿Es justo que los usuarios de Internet paguen menos que el resto de los usuarios?.

¡ En fin! ¿Se ha visto alguna vez mayor desfachatez?. A mi modesto modo de ver, el desprecio y menosprecio hacia y por el contribuyente y cliente, quedan patentes de una manera significativa en esta pregunta. No sólo nos tratan como a una masa susceptible de ser robada, sino que, además, dan por hecho que somos idiotas. Sí. verdaderos idiotas que no somos capaces de distinguir entre lo que es la transmisión de voz y la de datos. Y que, por tanto, esta pregunta carece de sentido común. Así pues, como la pregunta está carente de sentido, omitiré el tener que dar una respuesta. Evitándome así el tener que entrar en ese juego de tontos y para tontos.

Telefónica no es una empresa. Ni por principios, filosofía y ética ni técnicamente. Telefónica es un monopolio en toda regla. Las empresas se mueven por intereses económicos y eso es lo único que las acerca a Telefónica. Comparar una empresa con Telefónica es insultar a esta primera.

Las empresas cuentan con competidoras que les obligan a dar una calidad en su producto, a mantener un precio competitivo y a que la atención al cliente sea un factor primordial para su éxito. El cliente se ha convertido en la estrella para las empresas competitivas y modernas. Telefónica ofrece un producto defectuoso, a precios abusivos y menosprecia al cliente. Por tanto, es un monopolio que hace y deshace a su antojo. Nada que ver con las empresas. Telefónica roba a sus clientes y aniquila a sus competidores. Ninguna empresa que se precie actúa de esa manera. Telefónica cobra su producto como bueno, cuando no ha dado ningún producto a cambio de dinero, o es defectuoso – véase llamadas fallidas y que no se han realizado -. Cualquier empresa que hiciera eso, desaparecería del mercado en dos días y sus directivos acabarían eligiendo centro penitenciario. Como vemos, nada que ver con una empresa. Ahí justo, radica el peligro que corre el pequeño inversor. Telefónica actúa bajo el poder que le da el tener los privilegios de un monopolio cuando asegura que es una empresa. En el momento que estos privilegios desaparezcan, la presión social hará que esto suceda, estos pequeños inversores serán los más perjudicados y a la vez engañados. 

Y ahora si que vamos a hacer la pregunta del millón: ¿cómo hemos llegado a esto?  ¿porqué las demás empresas no pueden competir con Telefónica?. 


Para explicarlo de manera precisa vamos a coger un texto de un curso de la Universidad Santo Tomas de Aquino -Facultad Ingeniería de Telecomunicaciones investigación de introducción a la ingeniería Bucaramanga-: 

“ Las redes telefónicas son parte importante del sistema de telecomunicaciones”

“ De su buen diseño, calidad de los materiales, instalación y mantenimiento depende en gran parte la eficiencia de las telecomunicaciones".

“ Aunque en las administraciones hay tendencia a minimizar su importancia, en la realidad no es así debido a que es un sistema casi en su totalidad instalado en las calles de las ciudades formando parte de ella, como los nervios de un cuerpo humano, llevando y trayendo mensajes a los centros de cómputo y conmutación.”

“Ha sido tradicional que la red sea usada para servicio telefónico, pero hoy en día se usa para enviar transmisión de datos llevando gran cantidad de información a empresas bancarias, comerciales y de otra índole”.  Y a usuarios particulares – podríamos añadir.

Estas redes de las que aquí se habla, forman parte de la infraestructura que Telefónica heredó o compró, muy hábilmente, en el paquete que el gobierno le ofreció. Consciente de la importancia de la infraestructura en las telecomunicaciones, el gobierno, hipotecó la liberalización real de las telecomunicaciones en España vendiendo a Telefónica una infraestructura que pertenecía a los contribuyentes. Lo más lógico y racional hubiera sido seguir el ejemplo de las televisiones, cuando se creo una empresa – Retevisión – subsidiaria, que sería la encargada de asegurarse de que todas las televisiones podrían utilizar la misma infraestructura, garantizando así la igualdad de oportunidades para todas las empresas competidoras. De haberlo hecho así, que repito era lo lógico, Telefónica hubiera sido una empresa más compitiendo por las telecomunicaciones en España.

En estos momentos en España, el hecho de que entren empresas a competir depende de que Telefónica les deje o no utilizar su infraestructura.  Un grave error gubernamental del que deberán rendir cuentas. 
 
La comunicación en sí misma no cuesta dinero a ninguna empresa. Lo que cuesta dinero es la infraestructura. Eso debe quedarnos a todos claro. Telefónica tiene la infraestructura de las telecomunicaciones de todo el país. Así pues, y conscientes de que el hecho de que los datos o la voz pasen a través de unos cables de teléfono no genera ningún coste, todos podemos imaginarnos, a juzgar por las tarifas que pagamos, las ganancias del monopolio.

El freno que Telefónica esta poniendo a la libertad  y el derecho de empresas que desean entrar en este mercado es intolerable y nos está llevando a un retraso tecnológico impensable en un país democrático y supuestamente moderno como es España. No olvidemos que Centrex, pequeña empresa deseosa de ofrecer tarifa plana en España como muchas otras, está a merced de los caprichos monopolistas de Telefónica y de un gobierno que la apoya. No olvidemos que las centrales telefónicas cuestan un mínimo en infraestructura. Si el gobierno deseara una verdadera liberalización podrían haber cientos de “Centrex” que compitieran en precios a la baja con el consiguiente beneficio para el usuario y para el desarrollo tecnológico del país, así como para las nuevas oportunidades laborales y de negocio para todos, que ofrecen las nuevas tecnologías. Nuevas tecnologías, que de seguir así, solo podrán utilizar los más potentados, creando una diferencia entre clases sociales insalvable y vetando el acceso a la sociedad de la información de la mayoría de los españoles.


“El mantenimiento y modernización de la infraestructura es tan costoso que no podemos soportar una tarifa plana” –dice, con burla Telefónica- . Pues bien, explicado lo anterior y sabiendo cuál es el coste real de las telecomunicaciones, hasta el peor de los economistas puede rebatirle esta teoría. 

Eso sin contar los miles de millones que el monopolio ingresa anualmente en concepto de llamadas fallidas, desconexiones de llamadas en espera y desconexiones de Infovía, que pese a ser vergonzoso, no tiene ningún pudor en cobrar al usuario y las llamadas fantasmas, es decir que no se han realizado, y que Timofónica adjunta a nuestras facturas sin que, legalmente, podamos hacer nada por impedirlo.

Esto es lo que el monopolio entiende por modernización de la infraestructura. Es decir, licencia para robar. ¿Sucederían estas cosas si Telefónica invirtiera en su decadente infraestructura?.

De momento su presidente Villalonga, ejemplo de lo que no debe ser un empresario del nuevo milenio, prefiere invertir el dinero robado aquí, en la conquista de las Américas, olvidando que en la era de Colón no existía Internet y los americanos no podían enterarse de que iban a engañarlos, y en comprar medios de comunicación que hablen bien de él y de su amigo Aznar, al que seguramente le ha prometido la mejor campaña electoral de la historia con animadoras  y todo. ¡Vamos!. Al mejor estilo texano.

Realmente este circo resultaría divertido si los payasos no fueran patéticos, mentirosos y encima ladrones. Y, sobre todo, si nuestra integración en la sociedad de la información no dependiera de ellos.
 
En fin. Esto es lo que hay y contra lo que debemos luchar si no queremos que la historia nos pase factura.

El futuro nos juzgará a nosotros y nuestros descendientes tendrán mucho que reprocharnos si descubren que un día, por comodidad, no supimos o quisimos defender lo más preciado que tenemos: el derecho a participar en el desarrollo tecnológico y a pertenecer a una sociedad de intercomunicación libre y responsable. El derecho y el deber de enfrentarnos a nuestro futuro que será de una manera o de otra , según lo defendamos ahora o no.
 
¡ Que nadie decida por nosotros!  Nuestro voto y la fuerza de la razón harán que nos sintamos orgullosos de nosotros mismos. Luchemos por una tarifa plana posible y necesaria. 

 
 
 
 
 
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 AILA