Ya no podré mirar lagos
de azul profundo esmeralda
si no te sé conmigo
No habrá ámbares delicados,
ni topacios atardecer,
no habrá fuego en mi playa,
ni canto de gaviotas.
Todo dolerá si no estás.
No habrá hoja vuelta
libro encantado,
atardecer de neblinas.
En tu ausencia, el azul muere.
Aguas rumorosas, espumas en mi playa,
recuerdos.
Ya no te vayas.
Escucho el llanto de las arenas dormidas,
es mi propio canto, es el eco de tu sombra ida.
¿Es que el lago es lágrima detenida?
¿Es que todos los amores deben
pasar bajo puentes de aguas furtivas?
Arderá mi hoguera en playa vacía,
cantará la sirena ciega letanías negras,
¿se acercará un gaviotín helado
a hacerme companía?¿Cantará su voz salada
tu nombre desconocido?
Habrás de ser noche, para que vuelvas
con la luna.
Habrás de ser tañido de campana en esta noche fría
para que mi alma
se desvanezca en sueño blanco,
en estrecha melancolía,
en tu soledad toda mía,
en tu ausencia de espanto,
en tu vuelo ciego,
en mi llanto.
Vuelo con alas de pesado metal,
no quiero mirar los lagos
que
te recuerdan.
Y sobre mi cielo hay nubes
que
guardan
tus lamentos esperados por las flores
de mis últimos días.
No quiero ver esa nubes,
no palpar su intangible
contenido
de penas, de esperanzas:
son lagos de dolores detenidos.
Y pensar que este sol te mira.
Ve
tus ojos,
amatistas sumergidas.
Tu figura diminuta,
frágil contenido de mi vida.
Nada soy en tu ausencia.
Soy río que recorre
montañas de hielo,
fulgores, soy ártico
que añora tu pié pequeño.
Ilusión.
Noche.