Exactamente un año después de la medicación de las llamadas drogas ilícitas en Puerto Rico, oficiales del gobierno elogiaban la histórica decisión. La pérdida de vidas, la encarcelación de decenas de miles de seres humanos, el total desprecio por los derechos civiles, hoy, ha desaparecido pero no ha sido olvidado. En el día de mañana múltiples organizaciones y comunidades sostendrán una vigila en recuerdo de las víctimas de esta injustificada "guerra contra las drogas". Algunos ciudadanos incluso han llegado a compararla con la Guerra de Vietnam, donde millones de personas, y al menos 50,000 de ellos americanos, murieron sin nunca llegar a tener claro por qué los enviaron a morir. Desafortunadamente, distinto a la Guerra de Vietnam, esta nueva guerra sí fue declarada por el Congreso de los Estados Unidos de América.
Familiares y amigos de las víctimas de esta insensata "guerra contra las drogas" encenderán velas conmemorativas. Unidos en los actos de recordación se encontrarán familiares de oficiales de la policía caídos en el cumplimiento del deber impuesto y familiares de jóvenes, hombres, mujeres y niños que quedaron atrapados en esta guerra civil no-declarada. Muchos de ellos hoy están de acuerdo en que ninguna de las partes era el enemigo sino que ambos fueron consumidos en la lucha de los Estados para gobernar a la gente. Dominar y controlar era un requisito indispensable para distraer al pueblo de los verdaderos temas que habían corroído la calidad de vida en Puerto Rico.
Numerosas teorías se han desarrollado para explicar lo que había sucedido. ¿Cómo podemos asegurarnos de que no vuelva a ocurrir? Muchos están de acuerdo en que la "guerra contra las drogas" fue principalmente una guerra contra los pobres, sectores de la población que tradicionalmente habían sido desatendidos económicamente.
Otras teorías apuntan al hecho de que el mero uso de la frase "guerra contra las drogas" era consecuente con la militarización de la sociedad. Palabras como operación, vigilancia, objetivo y penetración, eran utilizadas comúnmente. La jerga de la guerra funcionaba como parte del vocabulario de día a día.
Otros apuntan al hecho de que el Pentágono se vio obligado a justificar su obsceno presupuesto económico. El cuantioso presupuesto operacional fue cuestionado al finalizar la Guerra Fría. Riñendo por su sobrevivencia, el Pentágono reclamó jurisdicción sobre el tema de las drogas y prometió ayudar a la Policía. El terreno ya estaba sembrado. Para entonces, el Departamento de la Policía se había convertido en una organización paramilitar. De ahí que el Pentágono lograra justificar su presupuesto y así reprodujeron la mentalidad de guerra entre la población, mentalidad que ya había permeado la discusión sobre la problemática de las drogas.
Desde temprano en la década de los ochenta, criminólogos críticos habían advertido sobre los peligros y costos sociales de la "guerra contra las drogas". Algunos de estos críticos de la época incluso lograron establecer que la criminalización de la pobreza era una de las necesidades evidentes de los procesos tempranos de la Industrialización.
Históricamente, podemos mirar hacia atrás y reflexionar el porqué la actividad de lavado de dinero nunca sostuvo una guerra contra sí misma. Un buen ojo crítico podría también considerar por qué fueron sólo las drogas producidas en el tercer mundo las criminalizadas mientras otras drogas, producidas por farmacéuticas, y con efectos secundarios más intensos y frecuentes, estaban medicalizadas y por lo tanto, legalizadas.
Mañana en la actividad conmemorativa, madres ofrecerán testimonios de cómo sus hijos e hijas eran esposados y tomados por cámaras de televisión para ser presentados en el gran circo en que se convirtieron algunos programas noticiosos. Personas que por poseer uno o dos pitillos de marijuana perdieron sus empleos, sus carreras profesionales, sus oportunidades de lograr algún día conseguir un trabajo decente o una beca para estudiar. Todo por la estúpida e hipócrita "guerra moral contra las drogas". Algunos de los testimonios más conmovedores son relatados por familiares y amigos de personas que, después de cortos encerramientos en las infames cárceles puertorriqueñas, cometían suicidio. En nombre de la "rehabilitación", nos fue impedido estudiar problemas fuera del cuerpo del individuo.
Muchas preguntas todavía quedan sin contestación. ¿Por qué escogimos mirar hacia el otro lado cuando vimos que cada vez eran más y más las personas de color oscuro las que ocupaban nuestras prisiones? ¿Por qué se hacían progresivamente más jóvenes las poblaciones carcelarias? ¿Por qué eran más largas las sentencias para drogas utilizadas por los pobres (crack) y sin embargo sentencias menores para drogas utilizadas por los pudientes (cocaína)? ¿Por qué se trataba a los adictos de drogas producidas en el tercer mundo distintamente y con mucha menos compasión que a los adictos a depresivos "legales", antidepresivos, alucinógenos o cualquier otra sustancia química? Escoge una, cualquiera, las farmacéuticas lo producen y luego nos lo venden.
¿Qué pasó con el grupo de científicos que en 1982 denunció que 155 compañías transnacionales norteamericanas exportaron 550 distintos tipos de drogas y/o medicinas al tercer mundo, con efectos secundarios tan severos que no eran permitidas para la venta en los Estados Unidos? ¿Quién realmente amenazó la seguridad nacional de los demás países? ¿Por qué un adolescente por poseer $20 o $30 de marijuana era obligado a sufrir más tiempo de encarcelamiento que todos los legisladores corruptos atrapados en la historia de la legislatura puertorriqueña juntos? ¿Por qué fue el programa de Mano Dura tan bien acogido por alguna gente?
Actualmente, existe un llamado para el desmantelamiento de todos los nefastos grupos de vigilantes vecindarios (también conocidos por el eufemismo de consejos vecinales) a través de la isla. Un llamado a todos esos servicios de policías privados, a desmantelar su teatro de operaciones paramilitares. ¿En qué momento dejamos de vigilar al Estado y comenzaron a vigilar a nuestros vecinos? ¿Cuándo fue que nos convertirnos voluntariamente en prótesis de vigilancia del Estado?
La mirada que fija, clasifica y disciplina fue el arma. La mirada homogenizante, imponiendo códigos hegemónicos, códigos fálicos, "asfixiantes" códigos de lo normal, códigos de economía y colores, códigos de heterosexualidad mandatoria. La mirada que penetraba, definiendo al Otro desde nosotros, nos cegó, impidiendo la búsqueda de una solución ética a los problemas gubernamentales.
El policiamiento de nuestra vida social no fue sino la imposición del mandato del poderoso para proteger y conservar su capital y sus beneficios. Política pública significó entonces la regulación y control de la vida social "no-productiva". ¿"Produciendo" para quién?
El absurdo terror hacia las drogas se regó como un virus. Las drogas ilegales fueron demonizadas de formas ridículas. Fundaciones y compañías privadas, y hasta algunas llamadas organizaciones comunitarias de base, avariciosas y ávidas en probar que eran merecedoras de fondos estatales suplementarios, se unieron para demandar pruebas de dopaje en el lugar de trabajo. Pruebas de dopaje en las escuelas, pruebas de dopaje en todos sitios. Las cortes, en la mayoría de los casos, formaron parte de esta indigna violación a la intimidad. En lucha obvia por controlar el cuerpo de l@s trabajador@s más allá de sus horas asalariadas, la sospecha prevaleció sobre otros criterios.
Finalmente DIJIMOS NO a la subordinación económica, cultural y política. Decidimos dirigir la mirada hacia la fiscalización de los procedimientos por los cuales somos gobernados, en vez de sobre nuestros vecinos. Desistimos de encerrar, reformar y silenciar. Concluimos que nuestra criminología era el crimen mayor. La criminología era tan sólo una nueva forma de inquisición.
Después de un año de la medicación y descriminalización de las "sustancias controladas", aún en este año 2015, es doloroso mirar hacia el pasado y cuantificar los costos sociales de la "guerra contra las drogas". Debemos comprometernos a transformar nuestra cultura de una que olvida a una que no olvide.
Finalmente, hay un rumor de que mañana el gobierno declarará disculpas oficiales, solicitando el perdón y la comprensión de sus ciudadanos con respecto a "errores" cometidos en el pasado en el acercamiento a la problemática de drogas de la isla. Este servidor se siente obligado a replicar ante dicho planteamiento: JODIOS HIPOCRITAS.
POR: Georgie Irizarry - yoryie@ibm.net