Entre Gritos y Silencios:
Respuesta a Ismael Fernández

 

 por: Roxana Varela Fernós
        Freddie Marrero Alfonso
        Georgie Irizarry Vizcarrondo

 

...La intimidación, el insulto, y la confrontación. Son estas, palabras utilizadas por el Sr. Ismael Fernández en su artículo Hay que proteger a la UPR publicado el 22 de septiembre en el Nuevo Día para describir las herramientas que distinguen la política del movimiento estudiantil actual. Quisiéramos en este artículo detenernos en cada una de esas herramientas y, “respirando hondo,” comunicar lo siguiente.

No conocemos otro nombre que no sea el de insulto para describir el recurso retórico utilizado por Fernández al referirse al “grupito de malagradecidos, engreídos” estudiantes universitarios que deben ser vigilados. ¿Es acaso con insultos que pretende Fernández denunciar el lenguaje y el accionar de algunos estudiantes que insultan? Es preciso ver cómo se reproduce lo que se intenta criticar. Vaya tono el de aquél que se arroga el derecho a dar limosnas, de con su demagogia re-construir la historia, de señalar los portadores del “mal.” Si en algo se diferencia el ruido estudiantil del ruido demagógico desplegado por Fernández es en la sustancia y contenido que lo sostiene. La grandilocuencia de su análisis se torna hueca al ser mirada, meramente, desde la seriedad.

Cabría también hacer un llamado a la ética profesional de Fernández. Ya sea por ignorancia o por atrevimiento éste responsabiliza a Rosselló por el dinero que recibe la universidad La ley a la que se él refiere no ha traido más dinero a la UPR al añadir a la Estación Experimental y a la Experimental Agricola al fondo del sistema. O sea, que Rosselló no ha aumentado ni un penique en el presupuesto destinado por ley a dicha institución. Además, su analogía de la “mano generosa” no resulta nada más que un indicador de cuán pueril es el conocimiento de Fernández de la relación universidad-sociedad. En todo país del mundo desde los más pobres hasta los más ricos, desde los capitalistas hasta los socialistas, desde los “buenos” hasta los “malos” –usando este maniqueismo para que Fernández pueda entender- la educación se entiende como una inversión social, no como un regalo ni como una generosa limosna. Su miopía en cuanto a esto le lleva implícitamente a sugerir que un estudiante que recibe dichas ayudas debe hacer sentir su “agradecimiento” correspondiendo con conformidad, mudismo, docilidad y resignación. El sugiere prostituir el descontento. Olvida quizás –como estadista- que en base a ésa misma lógica muy bien un congreso de EU puede decirle al principal receptor de ayudas federales –PR- que exigir la estadidad no es nada más que “morder la mano generosa que nos alimenta”. ¿O será que Fernández también entiende necesario sacar los dientes de vez en cuando? Pero ya estamos alejándonos de lo que nos atañe….

Cuando Fernández llama a los estudiantes “ruidosos, agresivos, desconsiderados” re-construye la historia eliminando el contexto: los ruidos se dieron ante el esfuerzo desesperado del gobernador de silenciarles. Lo agresivo se da como respuesta a las agresiones iniciadas por los guardaespaldas; la desconsideración se da en tanto el invitado cerró los espacios que los estudiantes protegemos y exigimos permanezcan abiertos. Los estudiantes han hecho gran ruido al tenerlo que hacer y los más profundos silencios cuando ha sido necesario. No seamos sordos a los silencios ensordecedores que retumbaron en la Facultad de Ciencias Naturales el 24 de septiembre. ¿Si hubiese en la universidad un grupúsculo de “agitadores ruidosos” porqué no los escuchamos entre los cientos de estudiantes que protestaron en absoluto silencio la presencia del senador McClintck en la universidad?

Menciona Fernández otro asunto importante de considerar: que los estudiantes, no solamente se equivocan al insultar sino que, insultan equivocadamente. Indica que más que insultar a Rosselló insultan la institución que el representa. Sepa Fernández que una institución desierta, en la horfandad, por sí misma no tiene el poder de realizar ningún acto, ningún movimiento. Son las personas que la habitan quienes le dan voz, quienes hablan desde la institución y para los demás. Por eso es hacia Rosselló que van dirigidos los insultos convertidos en gritos y silencios. Porque la Fortaleza vacía no es más que una edificación histórica, pero Rosselló y su política son la privatización, son la “Mano Dura,” son el autoritarismo, son la arrogancia y las payasadas, ya sean de lenguas afueras o de navajadas. No es la primera vez que su jaquetonería ha provocado discordia. Ya sea ante rectores, obreros o estudiantes, sus infulas de guapetón han logrado provocar y faltar a los más mínimos entendidos de respeto y cortesía.

 En la parcializada selección histórica que utiliza para relatar algunas de las manifestaciones que se han sucitado en la universidad, se mencionan la presencia de la policía y la fuerza de choque como aplacadores de conflictos ocurridos entre estudiantes y la administración o el Estado. ¿Qué otro propósito sino el de intimidar al estudiantado tendría Fernández para activar la memoria colectiva de quien lee? Su revisión omite precisamente lo que pretende exaltar. Hace mención de la muralla policial, pero oportunamente silencia a los estudiantes asesinados, golpeados y abusados. ¿Será acaso que Fernández favorece ese tipo de confrontación, ese tipo de vigilancia?

Ojalá Fernández nos hubiese obsequiado el nombre del gran patriota que entiende la vigilancia como un concepto necesario a la libertad ¿Será el mismo gran patriota tras las prácticas de carpetear, de fichar, de ostigar a todo aquél que difiere, que no piensa igual, que no es igual? Si algo no podemos olvidar en cualquier recuento de la historia de la universidad han sido las prácticas de vigilar y carpetear. Miles de universitarios fueron vigilados, retratados, perseguidos e interceptados, practicas que se tradujeron en despidos en puertas cerradas, en censura y en intimidación. Curiosa paradoja a la que llegamos. Cuando en nombre de la libertad se invita a vigilar y a perseguir no se hace otra cosa que negar de manera absoluta la libertad de la que se parte.

Para concluir, le reconoceremos un último intento de originalidad a Fernández. Le concederemos la oportunidad a reivindicarse si cumple con lo que tanto defendió en su artículo: la defensa de la posición mayoritaria. Entonces recordémosle la asamblea llevada a cabo en la universidad el 10 de septiembre de 1997. La misma fue una de las más concurridas hace muchos años, con una asistencia de al menos 3,500 estudiantes, en donde haciendo un despliegue de ejercicio democrático se aprobaron resolusiones en contra de la venta de la telefónica, en pro de la excarcelación de los presos polítios, en contra de la prescencia militar tanto en Puerto Rico como en la universidad y a favor de participación equitativa en el senado académico. Esperemos que de ahora en adelante respete las mayorías de las que le gusta hablar, respetando las decisiones mayoritarias del estudiantado. Acepte el reto Fernández, antes de que el escupitajo caiga en su cara.


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Si a alguien no lo ha visto y le interesa, favor de escribir a boricuas_bestiales@ibm.net para solicitar el articulo de Fernández.

 


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