Al parecer el indeciso coronel Segundo Leiva no se decidió a marchar hacia Arica por una razón primordial: El temor. Temor de que en el camino sus tropas chocasen contra el enemigo y fueran virtualmente destrozadas, pues este dudaba de la preparación de las mismas. El II Ejercito del Sur contaba teóricamente con unos 5,000 soldados, pero en la práctica poseía tan sólo 2,300 hombres, de los cuales aquellos pertenecientes a los batallones Dos de Mayo y Huancané sólo hablaban quechua y aymara, carecían de la más elemental preparación militar y jamás habían entrado en combate.
En un frágil descargo, que no amerita justificación válida, el controvertido coronel Leiva manifestó:
“El Estado de esas masas que llevaban el nombre de II Ejército del Sur, no había podido corregirse por completo hasta esa fecha. Esas fuerzas se habrían sacrificado estérilmente, porque como se ha visto, la derrota de Tacna no dejó de nuestra parte gente organizada o útil capaz de aumentar con provecho o mejorar inmediatamente las condiciones del ejército a mi mando, y el largo trayecto que tenía que recorrer de Locumba a Arica estaba interceptado por el enemigo”.
Cuando los oficiales de Arica decidieron la defensa de la plaza por unanimidad, Belaúnde fue el único que se opuso vehementemente. Por su vergonzoso comportamiento, Bolognesi dispuso su arresto y fue llevado preso al monitor Manco Capac.
Antes de la batalla logró sin embargo escapar hacia Moquegua y con él arrastró a un grupo de sus allegados más cercanos. En el camino se encontró con el prefecto de Tacna, Pedro Alejandrino del Solar, quién le preguntó extrañado sobre la situación de Arica. Belaúnde no pudo responder, por lo cual el prefecto, comprendiendo se trataba de un desertor, dispuso fuera arrestado y fusilado, sentencia que no llegó a cumplirse. Años después, cuando este señor hacía campaña para congresista por Arequipa, fue rechazado por las placeras de un mercado arequipeño, quienes le lanzaron frutas y verduras en respuesta al gesto de 1880.
(Del "Asalto y Toma de Arica, por el teniente chileno Nicanor Molinari).
"Dispone igualmente que habiendo desertado cobarde y vergonzosamente el sargento mayor don Manuel Revollar, el capitán don Pedro Hume, los subtenientes don Enrique F. Dávila y don Simón Quelopana y el sargento segundo Gavino Vargas, sean dados de baja, declarados cobardes e indignos de pertenecer al honroso puesto de los defensores de Arica y enjuiciados para la aplicación de la pena que les corresponde según el estatuto provisorio".