ANTIGUO
METODO PARA ANTIGUOS DOCUMENTOS;
DINAMICA
DEMOGRAFICA EN LA ARGENTINA
COLONIAL
DEL SIGLO XVIII
Mario
Boleda *
* Investigador
Conicet; Prof.Tit. UNSa.
GREDES
Casilla
Nro. 4
Correo
Central
4400 Salta
Argentina
Tel/Fax: ..54 - 387 - 423 4380
E-mail:
boleda@unsa.edu.ar
______________________________________________________________________
1.‑ INTRODUCCION
La
finalidad de este trabajo consiste en dar cuenta del proceso demográfico básico
verificado en las poblaciones observadas. En este caso, el blanco del análisis
está constituido por poblaciones indígenas del Norte de la Argentina, situadas
en la actual provincia de Jujuy, que fueron objeto de recuento por parte de las
autoridades coloniales en el curso del último cuarto del siglo XVIII. Ha de
ponerse de relieve, sin embargo, que aquí se persiguen principalmente
finalidades de difusión metodológica. Por eso, el texto es relativamente
detallado en los apartados técnicos. De cualquier forma, es importante subrayar
que no hay aquí ninguna clase de innovación. En efecto, los procedimientos
utilizados tienen ya una larga historia, en un todo independiente de esta
aplicación a poblaciones históricas.
Debe
indicarse que las fuentes explotadas, listas nominativas, son de inevitable
consulta por parte de aquellos especialistas interesados en avanzar sobre el
comportamiento de las variables demográficas concernientes a las poblaciones
nativas de la región. En el terreno de la demografía histórica sudamericana,
por un conjunto de razones que hacen a la limitada universalidad y a la
información contenida, es común asumir que los registros parroquiales aparecen
como menos útiles para este segmento de la población. Por el contrario, son
significativamente más apropiados para los individuos de origen europeo. En
contrapartida, las enumeraciones relativas a estos últimos no son frecuentes.
Así, mientras los registros alcanzan una importancia capital como fuente para
la población blanca, sector dominante en aquella sociedad, las listas
nominativas lo hacen con referencia a la población autóctona, sector dominado.
Claro que esta distinción no debe ser tomada como una utilidad exclusiva por parte de las fuentes. Por
ejemplo, distintos estudios sobre poblaciones indígenas han trabajado
provechosamente con datos obtenidos de los registros parroquiales (así, Boleda
y Tandeter, 1998).
Debe
también señalarse que este texto es en alguna medida reflejo de documentos
previos (Boleda, 1992a, 1992b, 1992c, 1996, 1998; Boleda y Mercado, 1991,
1992), continuando con la serie de actividades previstas en el programa
Demhisnoa (Demografía Histórica del NOA) que se encuentra en desarrollo desde
hace ya unos años.
2.- LAS
FUENTES DE DATOS
A los
fines de este trabajo, se cuenta con cuatro listas nominativas relevadas en la
región, en fechas relativamente próximas entre sí. Cabe notar que no es fácil
asignarles una fecha establecida por métodos precisos, ya que no existe nada
parecido a la fecha del relevamiento, o de referencia, que es habitual
encontrar en los censos contemporáneos. De todos modos, considerando el inicio
y el cierre de las actuaciones, estas enumeraciones pueden ser datadas en una
forma aproximada y útil a los fines demográficos.
Como
es conocido, la mayoría de estos recuentos coloniales tenía objetivos ante todo
fiscales pues, por medio de ellos, se instrumentaba la recolección de las tasas
o tributos a los que los súbditos aborígenes, de sexo masculino, estaban
obligados. Esta condición otorga características especiales a los documentos
explotados, gené-ricamente identificados, aquí, como listas nominativas, si
bien la jerga suele deno-minarlos padrones, aunque no tan especiales como para
que no puedan ser encarados como si fueran censos contemporáneos de población,
con todas las dificultades que éstos entrañan. De cualquier modo, estos cuatro
documentos parecen hacer parte, si bien las fuentes no dicen nada al respecto,
del famoso censo ordenado por Carlos III. En consecuencia, no son instrumentos
cuyo uso fundamental haya residido, en aquella época, en la determinación de
las tasas sino, por el contrario, en la enumeración del conjunto de los
habitantes.
Las
cuatro listas mencionadas pueden ser presentadas de la manera siguiente, con
indicación de las fechas atribuidas y las referencias de los repositorios
correspondientes:
(a) el Padrón de Yavi y sus contornos, 1779
(LN-779-Y), conservado en el Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy (AHPJ;
Caja I, R.R., Libro II), relativo a parcialidades Casabindo y Cochinoca, que puede ser fechado el 1ro. de enero de
1779;
(b) el
recuento correspondiente a Pueblos de
indios de Santa Catalina, que también puede ser fechado el 1ro. de enero de
1779 (LN-779-STA) y que concierne a pobla-ciones Omaguaca y Casavindo
(publicado por Ricardo Rojas, 1913, pp. 211-247);
(c) el Padrón del curato de la Rinconada, de
igual fecha (LN-779-RIN), relativo a comunidades pertenecientes a las etnias
Casabindo y Cochinoca (publicado por Ricardo Rojas, 1913; pp. 247-290);
(d) el Padrón del Pueblo de Cochinoca y otros
lugarcitos que corresponden a este curato, de igual fecha (LN-779-COC)
relativo a nativos Cochinoca (igualmente publicado por Rojas, 1913; pp.
291-333).
Estas fuentes relevan a toda la población, sin
manifestar exclusiones sistemáticas que afecten a segmentos determinados,
aunque padecen de las omisiones aleatorias y selectivas que son propias en
instrumentos de este tipo. Los individuos figuran agregados en lo que parece
constituir grupos familiares-residenciales, mayori-tariamente ligados unos a
otros por lazos de parentesco pero muy probablemente determinados, también, por
una suerte de asentamiento espacial que los emparenta con la noción
contemporánea de hogar.
Todas
las personas enumeradas aparecen identificadas por sus nombres (de allí, la expresión lista
nominativa) y se indican sus
respectivas edades, así como la tenencia de hijos y varios otros datos que
frecuentemente permiten, por ejemplo, evaluar el estado civil y la posición
social de las unidades de análisis. La presencia de la edad en el caso de las
mujeres adultas, nada común en recuentos coloniales, muchos de los cuales
solamente registran esta información para las mujeres jóvenes y solteras, da a estos documentos un valor demográfico
particular y los diferencia de las listas en donde importan solamente los
taseros o tributarios.
En el
Cuadro 1 se resumen los datos básicos. Allí puede verse la razón de
masculinidad que indica una sobreabundancia de mujeres cuando el valor es
inferior a 1.000 (sobre todo en Yavi) y sobreabundancia de hombres cuando es
mayor que 1.000 (sobre todo, en Cochinoca).
Cuadro
1
Poblaciones
por sexo. Listas Nominativas Coloniales
del
Norte de la Argentina, 1779.
Población |
YAVI |
STA |
RIN |
COC |
(1) |
(2) |
(3) |
(4) |
(5) |
TOTAL |
2703 |
1955 |
1996 |
2268 |
Hombres |
1302 |
993 |
1007 |
1167 |
Mujeres |
1401 |
962 |
989 |
1101 |
H/M |
0.929 |
1.032 |
1.018 |
1.060 |
Fuentes: LN-779-Y; LN-779-STA; LN-779-RIN;
LN-779-COC;
Boleda (1992a, 1992b, 1992c, 1996,
1998).
3.- LOS
METODOS
La
perspectiva aquí asumida se apoya en la aplicabilidad de los modelos de
población con el fin de obtener un conjunto de estimaciones demográficas, por
una parte, y en la condición clave de las estructuras observadas de población
para servir como llave de ingreso a esos modelos, por la otra. El recurso a los
modelos es de gran utilidad en aquellas ocasiones en que, por muy diversos motivos,
la información empírica disponible es fragmentaria, ya sea por la limitación en
el número de las fuentes a la mano o por la calidad de las mismas. Así, se
trata a estas enumeraciones del pasado de la misma forma en que se tratarían
las enumeraciones contemporáneas.
De
entre los distintos modelos existentes, los aplicados en este caso se
res-tringen a los propuestos por Coale & Demeny (1966; West Family), de
amplia difusión y llevados a la práctica en forma virtualmente universal. Para
los aspectos metodológicos, se podrá recurrir a textos ya clásicos, como los de
United Nations, 1967 y 1983. Para las aplicaciones concretas, dentro del casi
infinito número de ejemplos, puede verse Foschiatti y Somoza (1984 y 1985)
Jaspers Faijer y Pérez Brignoli (1985), Somoza (1985). Ciertamente, cabe la
posibilidad de discutir la auténtica medida en que dichos modelos se ajustan a
las poblaciones históricas reales, pero poca alternativa queda cuando las
referencias empíricas son escasas.
La
importante ventaja de la propuesta de Coale & Demeny reside en que provee
las poblaciones estables ya tabuladas facilitando, de esta forma, la
comparación inmediata con estructuras observadas y, luego, el pasaje a la
estimación de la dinámica propiamente dicha. Así, el procedimiento básicamente
utilizado en el presente estudio, para buena parte de las pruebas y las
estimaciones, puede ser considerado como el método de las poblaciones estables
(MEPE).
Como
se indicó, se dispone de dos medidas del crecimiento natural vigente en Yavi (Casabindos
y Cochinocas) de 1,15 por cien medio anual y de 1,75 por cien medio anual. Las
diferencias entre ellas dependen del sistema elegido para determinar la
población que sirve de base para el cálculo del indicador. A primera vista,
estas dos cifras, sobre todo la segunda,
pueden parecer sobre-estimadas, punto sobre el que se volverá más
adelante. Lamentablemente, no se cuenta con ninguna evaluación del crecimiento
natural correspondiente a las otras poblaciones. Ello obligará a emplear, por
lo menos en un primer momento, un espectro relativamente amplio de tasas
posibles, incluyendo las dos ya conocidas para Yavi.
4.- ESTUDIO
DE LAS ESTRUCTURAS
4.1. Primer
análisis
El
primer paso consistió en considerar las estructuras de población por sexo y
edad. Las gráficas incluidas en las Figuras 1 a 4 contienen, precisamente, las
estructuras de estas poblaciones. Se trata de las estructuras armadas por
grupos quinquenales regulares (Q: 0-4, 5-9, 10-14, etc.).
Como
puede constatarse, la estructura correspondiente a Yavi (Figura 1, para acessar a figura clique aqui, posteriormente,
para voltar ao texto, clique no botão VOLTAR, ou BACK, do seu navegador) manifestó un perfil poco regular, aunque la situación
fue más o menos pareja entre los dos sexos. Así, se nota por ejemplo una clara
sub-enumeración de niños entre 0 y 4 años de edad y entradas muy abruptas para
el grupo de 15-19. Conviene recordar que, en el caso de la población masculina,
este grupo contiene la edad en que los aborígenes comenzaban a pagar el
tributo. Las otras localidades también aparecieron con irregularidades
importantes.
Es
posible, asimismo, construir las pirámides mediante agrupamientos algo
diferentes. Por una parte, teniendo en cuenta las edades individuales que suelen
ejercer una particular atracción sobre los declarantes y los observadores,
pueden formarse grupos quinquenales no-convencionales (Q-No-C: 3-7, 8-12,
13-17, etc.), en los que conviene eliminar el primer tramo comprendido entre 0
y 2 años. Por la otra, pueden elaborarse grupos decenales regulares (D: 0-9,
10-19, 20-29, etc.) y, también, grupos decenales no-convencionales (D-No-C:
5-14, 15-24, 25-34, etc.). En estos dos últimos casos, sin embargo, se
resguardó la dimensión del quinquenio para mantener la comparabilidad entre las
diversas representaciones. Los resultados de estos distintos arreglos de los
datos observados se encuentran en las figures Fig. 1-1.3,
Fig 2-2.3, Fig. 3-3.1 e Fig. 4-4.1 (para
acessar cada conjunto de figuras clique sobre cada uma destas chamadas,
posteriormente, para voltar ao texto, clique no botão VOLTAR, ou BACK, do seu
navegador) que se agregan al final de este
texto. En estas nuevas representaciones, se han retomado las estructuras
previamente analizadas, identificadas con su número original y con (Q) para
indicar el origen de las cifras en agregados quinquenales habituales.
Para
todas las listas consideradas, la mejor manera de agrupar las edades
individuales resultó ser la decenal, ya sea convencional (D) o no-convencional
(D-No-C). En distintas medidas, Yavi y COC son los ejemplos del primer caso;
STA y RIN son los ejemplos del segundo. Así, puede decirse que todas las listas
mejoran notoriamente sus perfiles estructurales cuando se pasa a un arreglo
decenal (convencional o no) de sus datos por edad. Esta situación reduce la
importancia de cualquier asimetría original, en particular, cuando se tiene en
cuenta que, como se verá más adelante, los datos brutos serán finalmente
acumulados en ojivas para pasar al análisis demográfico específico.
4.2. Calculando
algunos índices
Como
primera medida, se procedió a aplicar las técnicas habituales de evaluación de
censos (Chackiel y Macció; Naciones Unidas, 1955), de tan amplio y generalizado
uso cuando se trabaja con relevamientos de población, con el fin de verificar
hasta qué punto las irregularidades estructurales marcan los documentos
observados. Los resultados se encuentran detallados en el Cuadro 2, cuadro en
el que también se consignan cifras relacionadas con algunos censos modernos de
América Latina.
El
índice de Whipple mide la atracción que los dígitos terminales 0 y 5 ejercen
sobre los declarantes de edad, en tanto que el índice de Myers mide la
atracción relativa de todos los dígitos terminales (de 0 a 9). Estos dos
instrumentos permiten evaluaciones separadas por sexo, aunque en el Cuadro 2
sólo se incluye el resultado de Whipple para los sexos reunidos (columna 4) por
razones de comparación con la fuente de los censos latino-americanos.
En
cuanto al índice propuesto por las Naciones Unidas, que no da lugar a
estimaciones discriminadas para hombres y para mujeres, combina la composición
por sexo y la composición por edad pero sin evaluar la atracción de los dígitos
finales de edad. En el presente caso (Cuadro 2, columna 5), ha sido calculado
en relación con el tramo de edad que va de 5 a 75 años.
Según
las escalas que se usan para considerar estos índices (Boleda, 1987, pp.
16-17), puede verse en el Cuadro 2 que las listas nominativas aquí consideradas
no aparecieron como necesariamente peores que diversos censos modernos con
calidad deficiente, sobre todo cuando se atiende a los valores obtenidos con
los índices de Myers y de Whipple. Claro que la evaluación surgida a partir del
método de las Naciones Unidas fue evidentemente muy mala, pero debe destacarse
el peso que este procedimiento asigna a las relaciones de masculinidad por
edad, las cuales terminan ponderadas por un factor igual a 3. Cabe pensar que
dichas relaciones son muy afectadas por los totales escasos, adquiriendo mayores
o más erráticas fluctuaciones.
En
definitiva, si bien muestran sus problemas, nada indica que estas enumeraciones
coloniales deban ser necesariamente dejadas de lado, ni que el análisis
demográfico a desplegar sobre ellas carezca a
priori de sentido.
Cuadro
2
Evaluación
de las listas nominativas coloniales usadas como fuentes,
en
comparación con algunos censos modernos relevados
en
la América Latina (ca. 1970).
Poblaciones |
Myers-M |
Myers-F |
Whipple |
UN |
(1) |
(2) |
(3) |
(4) |
(5) |
-El Salvador |
20.4 |
20.9 |
161.7 |
25.7 |
-Guatemala |
19.9 |
24.4 |
163.9 |
27.7 |
-Haití |
26.2 |
24.7 |
170.6 |
37.6 |
-México |
15.5 |
18.6 |
148.0 |
18.7 |
-Nicaragua |
28.3 |
27.9 |
185.2 |
31.1 |
-Rep.Domin. |
25.2 |
25.9 |
181.0 |
41.2 |
-Y A V I |
28.1 |
31.1 |
140.1 |
167.8 |
-S T A |
35.0 |
34.6 |
82.2 |
343.9 |
-R I N |
60.9 |
72.5 |
269.1 |
508.9 |
-C O C |
41.1 |
71.6 |
216.7 |
224.8 |
Fuentes: LN-779-Y; LN-779-STA; LN-779-RIN;
LN-779-COC;
Chackiel y Macció (1978-79); Naciones
Unidas (1955).
4.3. Comparación
con modelos
Ya se
adelantó que se aplicarían los modelos de población estable a los fines de
progresar en la explotación de las listas nominativas. Para ello, es menester
llevar a cabo una comparación relativamente detenida de los perfiles
estructurales.
Una
de las prácticas, en estos casos, consiste en calcular los cocientes c(x) /
cs(x), en los que el numerador representa la proporción de población en una
edad (x) determinada de la estructura efectivamente observada, en tanto que el
denominador representa el mismo concepto, y para la misma edad, pero del standard o modelo utilizado. Cuanto más
la enumeración real y el modelo se asemejan, más el valor de estos cocientes
debe encontrarse próximo a la unidad.
También
es usual calcular las diferencias entre ojivas C(x) - CS(x), en donde C(x) es
la proporción de población acumulada desde 0 (cero) hasta la edad (x) en la población
observada, mientras que CS(x) representa la población acumulada desde 0 (cero)
hasta la misma edad (x) pero correspondiente al standard. Puesto que las
dificultades de enumeración más importantes se presentan en las edades menores
y jóvenes, que congregan a la mayor parte de los individuos componentes de una
población, se supone que partiendo de la edad cero, punto en el cual no existen
diferencias posibles, las divergencias entre ojivas deben aumentar rápidamente
para luego ir reduciéndose en la medida en que los desajustes van quedando
atrás por la acumulación ejecutada a edad creciente. A los fines de establecer
en qué medida un modelo se ajusta a una población real (a mayor ajuste, los
valores tenderán a ser nulos), esta segunda vía parece más conveniente.
Las
series de Figuras 5 y 6 representan, precisamente, estas diferencias entre
ojivas, comparando Yavi con los primeros ocho (8) niveles de mortalidad de la
familia Oeste (Coale & Demeny, West Family), cuyas esperanzas de vida al
nacimiento fluctúan entre 20,00 y 37,50 años para mujeres (Fig.
5.1-5.4 e Fig. 5.5-5.8; para acessar cada conjunto de figuras clique sobre
cada uma destas chamadas, posteriormente, para voltar ao texto, clique no botão
VOLTAR, ou BACK, do seu navegador) y
entre 18,03 y 34,89 años para el sector masculino (Fig.
6.1-6.4 e Fig. 6.5- 6.8; para acessar cada conjunto de figuras clique sobre
cada uma destas chamadas, posteriormente, para voltar ao texto, clique no botão
VOLTAR, ou BACK, do seu navegador).
Asimismo,
para esas representaciones gráficas se tuvieron en cuenta cuatro tasas
diferentes de crecimiento natural (r = 0,5 %, 1,0 %, 1,5 % y 2,0 %), las cuales
encierran las tasas calculadas para Yavi que ya fueron mencionadas (1,15 por
cien y 1,75 por cien) y corrigen un tanto el límite inferior del intervalo por
una eventual sobre-evaluación de estas últimas. Debe aclararse, finalmente, que
se incluyen solamente las 16 representaciones concernientes a Yavi a modo de
ejemplo. El lector comprenderá que comparaciones como éstas también fueron
llevadas a cabo con las otras tres listas nominativas que forman parte del
estudio.
Considerando
esas figuras, puede verse que, en el caso de la población femenina de Yavi
(serie de Figuras 5) los perfiles tienden a reproducir el patrón afro-asiático (Naciones Unidas, 1967, Cap. 1), de forma que es
recomendable comenzar la estimación por el segmento femenino. Con una tasa del
0,5 por cien, el standard se halla muy alejado. Con una tasa del 2,0 %, en
cambio, hay proximidad, pero en niveles de mortalidad que suponen esperanzas de
vida al nacimiento probablemente muy altas (niveles 6 ó 7, con esperanzas de
vida al nacimiento de 32,50 y 35,00 años, respectivamente). Por otra parte, la
tasa del 1,0 por cien produce proximidad entre Yavi y el standard, pero con
niveles de mortalidad muy fuertes (nivel 1, con esperanza de vida al nacimiento
de 20,00 años), en tanto que la tasa de 1,75 por cien genera proximidad hacia
el nivel 5 (esperanza de vida al nacimiento de 30,00 años). Esta última parece
ser, en principio, la más adecuada.
En
cuanto a la población masculina (serie de Figuras 6), la constancia de los
valores es menos definida que en el segmento femenino, mostrando curvaturas de
los perfiles bastante más pronunciadas. Pero las notas anteriores mantienen su
vigencia, con la restricción que acaba de indicarse.
En lo
que atañe a las otras tres poblaciones (STA, RIN y COC) los resultados de sus
comparaciones con los modelos fueron más erráticos pero, en general, puede
decirse que STA y COC se asimilaron al patrón
latinoamericano (conviene, entonces, comenzar las estimaciones por el sexo
masculino), en tanto que RIN no parece aproximarse a ninguno de los dos modelos
en forma definida.
Como
consecuencia de los elementos anotados en los subtítulos anteriores, pueden
adoptarse ya algunas primeras decisiones. En parte como consecuencia de las
dificultades observadas, resulta conveniente proceder a estimaciones
experimentales por modelos, entrando a ellos con los datos observados, sin
corregir, y usando las ojivas. Ha de notarse que este camino lleva a la adopción
de los indicadores demográficos del standard que se halla más próximo, o se ajusta más, a la población estudiada.
En un mismo acto, entonces, se corrigen las estructuras de población observadas
y se les atribuye la dinámica demográfica del modelo elegido.
5.- ESTIMACION
POR EL MEPE
Una
forma recurrente de ingresar a los modelos de población, como ya ha sido
practicado en los puntos anteriores, es a través de la estructura y la tasa de
crecimiento natural observadas (Naciones Unidas, 1967, Caps. 1 y 6). Las
estructuras históricas ya fueron evaluadas (Apartado 4).
Como
se adelantara, para el caso concreto de Yavi (LN-779-Y), gracias a información
relativa a bautismos y entierros, se cuenta con dos evaluaciones de la tasa de
crecimiento natural (r): una de 1,15 % medio anual y otra de 1,75 % medio
anual. Lamentablemente, el eventual subregistro de estos fenómenos permanece
desco-nocido, por lo que no es posible proceder a una corrección de los datos
brutos. Claro que el valor de 1,75 %, en particular, puede resultar un tanto
excesivo para la época, reflejando probablemente una captación más deficiente
de las defunciones.
Por
otra parte, no se dispone de ninguna estimación con referencia al crecimiento
natural de las otras poblaciones. Es por eso que, en principio, se trabajará
con cuatro (4) tasas alternativas fijadas a distancias sistemáticas (a saber:
0,5 %; 1,0 %; 1,5 %; y 2,0 %) que comprenden las dos calculadas para Yavi (1,15
% y 1,75 %).
El
mecanismo específicamente aplicado para llevar a cabo las estimaciones, puede
resumirse en los siguientes pasos:
(a) se trabajó solamente con la familia Oeste
(Coale & Demeny, West Family);
(b) se buscó, para cada una de las cuatro
tasas indicadas, las poblaciones estables femeninas y masculinas cuyas CS(x)
encerraran las C(x) femeninas y masculinas observadas en las listas;
(c) se calcularon, por interpolación lineal,
los niveles de mortalidad exacta-mente correspondientes a las C(x) observadas,
para todas aquellas C(x) en que ello fuera posible, desde C(5) hasta C(65);
(d) se retuvieron aquellos niveles de
mortalidad que mantuvieran cierta cons-tancia, lo que generalmente se dio entre
las acumulaciones C(20) y C(45);
(e) entre estos últimos, se adoptó el nivel
de mortalidad mediano;
(f) con este nivel ya fijado, se procedió a
calcular las esperanzas de vida al nacimiento y las tasas de natalidad, siempre
para el sexo de arranque, mediante interpolaciones lineales en los modelos;
(g) obtenidas las tasas de natalidad, se
calcularon las de mortalidad por diferencia con las tasas (r);
(h) se completaron las estimaciones para el
otro sexo y para el conjunto de ambos.
El
esquema precedente abre la posibilidad de encarar la estimación de los
restantes indicadores fundamentales de la dinámica demográfica, tal como
quedaron especificados en el detalle anterior (puntos g y h). Para ello, se
utilizaron las funciones siguientes, según fueran necesarias:
(1) (2) |
y
(3) |
en donde:
las b indican las tasas de natalidad,
las N los nacimientos,
las P las poblaciones, y
los supraíndices F y M, los sexos femenino y
masculino, respectivamente.
Mediante
la utilización de las expresiones señaladas más arriba, se obtuvieron las tasas
de natalidad (b) de la población femenina y masculina, según corres-pondiera,
así como también de la población total (sexos reunidos). Por diferencia entre
las tasas (r) y las tasas de natalidad (b) estimadas, se obtuvieron las tasas
de mortalidad (d) femeninas, masculinas y totales. Por otra parte, las tasas de
natalidad (b) facilitaron la fijación del nivel de mortalidad y la consecuente
estimación de la esperanza de vida al nacimiento (e0). En cuanto a
la esperanza de vida al nacimiento de los sexos reunidos, ésta fue obtenida por
medio de la proporción de sexos entre los nacidos vivos (0,512 varones; 0,488
mujeres). Los resultados se encuentran consig-nados en el Cuadro 3.
Atendiendo
primero al segmento de dicho cuadro que corresponde a las estimaciones
relativas a los dos sexos reunidos (cuyos superíndices rezan F+M) puede verse
que Yavi, STA y RIN aparecieron con una mortalidad similar entre sí y
clara-mente menor que la de Cochinoca, con una diferencia de aproximadamente
dos años. Estas localidades mostraron menor semejanza en lo que hace a las
tasas brutas de natalidad y de mortalidad, indicadores que se hacen un poco más
difíciles de estimar por ser, probablemente, de condición menos resumen que la
esperanza de vida al nacimiento.
Algo
similar sucede cuando se procura llegar a los valores que corresponden a cada
uno de los sexos, entre los que se encuentran fluctuaciones de mayor porte.
Sobre este punto, ha de tenerse en cuenta que parte de esas diferencias se debe
al hecho de trabajar con poblaciones relativamente pequeñas. Al dividir
básicamente por dos la población total, la influencia de este factor aumenta.
Así, si se tiene en cuenta solamente la esperanza de vida al nacimiento, puede
constatarse que la diferencia mayor para ambos sexos alcanza los dos años,
mientras que para las mujeres, casi alcanza los cuatro años.
Asimismo,
si se consideran las diferencias de esperanza de vida, entre hombres y mujeres,
para cada localidad, se ve que este diferencial fluctuó entre 4 y 0,5 años de
vida, en favor de las mujeres.
Cuadro
3
Dinámica
demográfica en el Norte de la Argentina
(por
1.000 habitantes), 1779.
Indicador |
Yavi (a) |
STA (b) |
RIN (b) |
COC (b) |
(1) |
(3) |
(4) |
(5) |
(6) |
bM |
58.87 |
49.23 |
48.14 |
50.63 |
dM |
41.37 |
37.73 |
36.64 |
39.13 |
e(0)M |
26.03 |
27.31 |
27.98 |
26.51 |
bF |
52.11 |
48.39 |
46.67 |
51.11 |
dF |
34.61 |
36.89 |
35.17 |
39.61 |
e(0)F |
30.08 |
27.95 |
29.10 |
26.35 |
bF+M |
55.34 |
48.81 |
47.36 |
50.82 |
dF+M |
37.84 |
37.31 |
35.86 |
39.32 |
e(0)F+M |
28.01 |
27.62 |
28.53 |
26.43 |
(a)
tasa r= 1.75 %; arranque con las mujeres.
(b)
tasa r= 1.15%; arranque con los hombres.
Fuentes: LN-779-Y; LN-779-STA; LN-779-RIN;
LN-779-COC;
Boleda (1992a, 192b, 1992c); Coale &
Demeny (1966).
Pero aquí debe notarse el resultado anómalo de
Cochinoca en donde la diferencia, practicamente nula (0,16 años de vida) fue
favorable al sexo masculino. Este es también un elemento que debe ser
relativizado al contexto cuantitativo de la época.
6.- A MODO
DE CIERRE
En el
presente trabajo se han encarado estimaciones que se refieren a la dinámica
demográfica de algunas poblaciones aborígenes del Norte de la Argentina, en
momentos en que corría el último cuarto del siglo XVIII. La etapa colonial se
aproximaba a su fin, en ese entonces convulsionada por movimientos
contestatarios que alcanzaron repercusiones importantes en el curso de esa
centuria (Golte, 1980), coronando en el gran levantamiento de Túpac Amaru
(1780-81) y las ondas expansivas que lo continuaron en los años siguientes. El
sistema de dominación, empero, se mantenía todavía en vigencia con todos sus institutos
en funcionamiento. Entre ellos, la tasa aplicada a los nativos, tributo que
daba lugar a la elaboración de listas nominativas, a veces centradas en los
taseros y otras veces orientadas hacia el conjunto total de la población. Las
aquí trabajadas corresponden a estas últimas; de hecho, probablemente fueron
parte de lo que se conoció como censo de Carlos III.
Es
gracias a todos los relevamientos que acompañaron la gestión colonial y a la
utilización de modelos de población que, en la actualidad, puede evaluarse la
espe-ranza de vida al nacimiento de aquellas poblaciones autóctonas, con
valores que se encuentran entre, digamos, los 26 años (COC) y los 28 años
(Yavi, STA y RIN), sexos reunidos. Las poblaciones europeas de la época se
hallaban en torno a los 35 o 37 años de esperanza de vida, es decir, unos diez
años por encima de estos autóctonos sudamericanos.
Las
cifras antes mencionadas indican una dinámica demográfica en total estadio
pre-transicional, reflejando poblaciones aborígenes apenas alejadas de los
niveles extremos de mortalidad pero con la vitalidad suficiente como para
reproducirse en virtud de una alta fecundidad general. Las evaluaciones
llevadas a cabo sobre este tema en particular, para la localidad de Yavi, han
arrojado un número medio de hijos por mujer de 7,6 (estimación por modelos;
Boleda, 1992c) y de 7,8 (por el método de hijos propios; Boleda y Mercado,
1992).
Para
terminar, no debe eludirse la calidad todavía provisional de estos resultados,
que sólo alcanzarán sostén aceptable en la medida en que explotaciones de otros
documentos concluyan en aportes confirmatorios. En este emprendimiento,
continuación natural de los estudios que forman parte del programa Demhisnoa,
cabe confiar en que será posible practicar una indagación más variada en
términos de fuentes a analizar y, quizás, modelos a aplicar. Mientras tanto,
todo parece indicar que el uso del MEPE, apoyado en los modelos de Coale &
Demeny, procedimiento ya antiguo en el dominio de la demografía contemporánea,
puede dar buenos frutos cuando se lo utiliza con documentos del pasado colonial
sudamericano.
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UNITED NATIONS (ver
NACIONES UNIDAS)