Es una idea común, que nace cuando miramos sin
sentido el techo de la
habitación y fulgurante, se presenta y nos ilumina
la mañana.
Entonces, jugamos con ella entre las paredes del tiempo,
y este se
detiene por momentos, permitiendo que madure.
Y la idea corre y corre en pos de la anhelada cristalización,
porque
desea tener un fin, y no solo un final. Pero el final
se presenta cuando
la distracción permite que vuele la idea inmadura,
que al no tener alas
firmes aún, cae a donde difícilmente será
algún día rescatada.
Entonces, la idea dormita, en espera de una nueva mañana de ocio..