El consejero Luis Javier Garrido |
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1. La muerte de Octavio Paz (19 de abril) ha suscitado una cascada de textos de elogio de muy escasa calidad pero muy pocas reflexiones, y una central tiene que ser sin duda la de preguntarse una vez más cuál fue la razón por la que un escritor que pudo ser independiente no lo fue.
2. ¿Por qué razón Paz no terminó sus relaciones con el régimen luego de 1968, cuando pidió ``ser puesto en disponibilidad'' por la Secretaría de Relaciones Exteriores, o en 1974, cuando junto con otros hombres de pensamiento se planteó la necesidad de constituir un nuevo partido en México?
3. El hombre está marcado sin duda por su experiencia y la de Paz parece haber sido siempre la de aconsejar al poder. La reciente publicación de parte de la correspondencia de Paz como embajador en India con el canciller Antonio Carrillo Flores (Vuelta 256) apunta una primera explicación a este problema, pues muestra que a lo largo de la mayor parte de su vida, como un hombre dedicado a la función pública, Octavio Paz fue un hombre dedicado a aconsejar al poder y que creyó firmemente en los hombres del régimen.
4. La obra de un autor es indisociable de sus propias contradicciones que, a pesar suyo, la marcan de manera determinante. En un ensayo escrito a fines del sexenio de López Portillo, titulado ``Quevedo, Heráclito y algunos sonetos'', recogido en Sombras de Obras (Seix Barral, 1983), sin darse cuenta Paz describió su principal contradicción y, al hablar de Francisco de Quevedo, el gran poeta conceptual del Siglo de Oro, trazó también su propio retrato. Paz reconoció en ese texto haber perdido la admiración que profesara a Quevedo en su juventud luego de leer los estudios de Raimundo Lida, y darse cuenta que había sido un hombre sin escrúpulos que al anteponer los intereses del poder a sus ideas falló moral e intelectualmente.
5. Octavio Paz se asumió a lo largo de esos años como un pensador crítico, aunque no lo fue ante la realidad de su propio país. Paz no pudo ocupar el lugar que tuvieron Sartre o Foucault en Francia o Chomsky en Estados Unidos, pues en vez de ser la voz crítica que requería la sociedad, en muy poco tiempo asumió el papel de propagandista de las políticas oficiales y lejos de ser un escritor independiente se fue haciendo un puntual del ``sistema''. A lo largo de los últimos 15 años de su vida, Paz fue un habitual de Los Pinos que servía a los presidentes: fungía en privado como su consejero y en público como un defensor de sus políticas.
6. La claudicación pública de Octavio Paz de todo cuanto había escrito
en materia política se produjo a mediados de 1988, un mes después del
6 de julio y de ``la caída del sistema'' electoral. En el momento en
que miles de mexicanos exigían que se abrieran los paquetes
electorales y se contaran los votos para constatar quién había ganado,
Paz avaló el fraude, sostuvo que el triunfo de Salinas era claro y
vituperó a Cárdenas (``Ante un presente incierto'',
7. El Octavio Paz del sexenio de Carlos Salinas se olvidó de cuanto
había escrito sobre el poder y puso su prestigio al servicio de un
sistema en descomposición y de quien lo encabezaba. Los exégetas de
Paz le rendirían un servicio al país si recopilaran sus artículos y
sus decenas de declaraciones convalidando a un gobierno que llegó a
todos los excesos de corrupción y cometió todo género de crímenes, y
ello a cambio de tener un poder determinante en las políticas
culturales del Estado y de ganar popularidad. Cuando le llegó el
Premio Nobel en 1990, Paz era el escritor mimado de la oligarquía
mexicana que lo conocía a través de Televisa y compraba sus libros,
pero no lo leía.
8. Los compromisos de Paz con el ``sistema'' le impidieron entender al
final de su vida el proceso de México y en especial el levantamiento
en Chiapas, que según él se debía a que las comunidades indígenas
habían sido ``engañadas por un grupo de irresponsables demagogos''
(La Jornada, 5 de enero de 1994). Mucho le agraviaron entonces
algunas críticas, como la del novelista español Manuel Vicent, quien
le preguntó si para eso se era poeta, pero no varió su posición. Y no
pudo saber dos años después, cuando intentó matizar algunos de sus
juicios (Vuelta 231), que para muchos mexicanos no tenía
credibilidad.
9. ¿Puede sorprender por todo ello que el escritor haya sido
homenajeado a su muerte, más que por sus lectores, por el régimen al
que terminó sirviendo?
10. La figura de Octavio Paz es fundamental en la vida intelectual de
México en el siglo XX, pero no podrá entenderse si se insiste en
mitificarlo y no se analizan sus relaciones con el régimen. Hacerlo
ayudará sin duda a entender los mecanismos del poder y a discernir lo
que él, en su vanidad de escritor, no supo comprender: que los hombres
de pensamiento le han fallado a México.