Extractos de una entrevista conducida por Rina Bermayor
En el principio, no había una Nueva Trova.
Yo empecé a componer canciones a las que después se caracterizó con el nombre de Nueva Trova o Nueva Canción. Cuando me preguntaban en esa época qué era, yo prefería siempre llamarme trovador. "¿Qué tú eres?" "Yo, un trovador". No sé si por intuición. En aquel momento, yo no tenía una idea clara del desarrollo histórico de la trova ni del significado de todo aquello que empezábamos a hacer. Estaba en el ejército, tenía otro trabajo - diseñador de historietas - y pensaba regresar a mi profesión cuando terminara el servicio militar.
Así empecé, como un joven al que le gustaba la música, cogió una guitarra y empezó a tocar. Como todos los jóvenes de mi tiempo, sentía un poco de rechazo por la música tradicional cubana que se oía en la radio. No así, sin embargo, por las canciones tradicionales de la trova que habia escuchado de mi madre.
En esa época se solía pensar que los trovadores eran unos viejitos que se reunían a cantar con voces desafinadas y roncas. No había una divulgacion ni un rescate de nuestra historia musical.
El caso es que yo empece en una unidad militar, con algunos amigos que sabían algunos acordes, tratando de hacer mis primeras canciones. Mi primer auditorio fueron compañeros de armas del ejército, mis amigos. Había un muchacho que cantaba y juntos empezamos a cantar en actividades que se hacían dentro de la unidad.
Desde que cogí la guitarra, lo hice con la idea de decir mis propias cosas. Siempre tuve la certidumbre de que tenía mis propias cosas que decir. Ahora, después de un trabajo profesional de años, de haber aprendido un poco de música, de poder analizar con más elementos y rigor algunas cosas, me doy cuenta que mis canciones siempre tuvieron una intención diferente a lo que se oía en aquel momento. Aunque fueran canciones de amor, siempre planteaba las cosas de una manera diferente. En aquella época, empecé a leer a los clásicos del romanticismo: Lord Byron, Bécquer, Hoffman, todos ellos. Después me entusiasmó mucho la obra de Poe. Y aún hoy soy un seguidor de algunas de sus enseñanzas.
Del año '64 o '65 que empiezo a componer ya rítmicamente, al año 67 que me desmovilizo, hice una buena cantidad de canciones. En los primeros años fui muy prolífico. Generalmente, estas eran canciones de amor, no crónicas sociales. Sin embargo, en esa época escribí mis primeras canciones de contenido social. La primera fue una canción contra la discriminación racial en Estados Unidos que se llama "¿Por qué?", y la segunda fue una canción contra la guerra de Vietnam, "La Leyenda del Águila". Despues escribí otras contra la guerra de Vietnam.
Casi al desmovilizarme conocí por casualidad a Mario Romeu quien dirígia la orquesta del ICR (Instituto Cubano de Radiodifusión). Se entusiasmó con mis canciones, arregló tres de ellas y me llevó al programa más famoso de la televisión, "Música y Estrellas". Yo estaba aterrado ante las cámaras, como hoy en día. Para mi, cantar y subirme a un avión es lo mismo, un terror inexplicable.
A Bob Dylan lo vengo a oír en el '69 aproximadamente eran los inicios del bloqueo contra Cuba impuesto por Estados Unidos y era el momento más crudo. Muchos países que no se atrevían a negociar con nosotros entonces, hoy en día han visto que la Revolución está consolidada y tienen relaciones diplomáticas o comercio con Cuba. Pero en aquel momento, sólo la Unión Soviética, los países socialistas y algunos amigos, como los mexicanos, no rompieron con nosotros. El caso es que a Dylan lo oigo por primera vez a fines del '68 o '69. Entonces pasaba por su etapa más oscura y yo no entendía casi nada.
A mí me influyeron Los Beatles de manera más duradera. Los Beatles rompieron con la diferencia que había entre la música culta con música popular. Yo siempre he sido un oyente apasionado de la llamada música culta: Beethoven, Tchaikovsky, Mozart, Brahms, Stravinsky... Empecé a ver cómo ellos rompían con toda una serie de cánones formales que hasta ese momento había tenido la canción. Y me identificaba porque yo también era dado a experimentar. Por ejemplo, he hecho canciones que son una obra de teatro, y canciones que eran todas habladas con un estribillo por el medio.
Cuando empecé a cantar, alguien en la televisión me dijo: "Si no cantaras esas cosas tan raras, te hacías una estrella de la noche a la marñana". Hay mucha gente que se empeña en llamarme "el poeta que canta". Yo no creo que sea poeta, soy autor de canciones. He tratado de escribir libros de poesía, pero me han salido mal. He experimentado para ver cuánto era lo que podía dar un hombre con una guitarra. La canción es un híbrido que produce un producto mulato: música y poesía. O sea, la canción es un producto mestizo de la cultura, como lo es el cine, porque es una mezcla de manifestaciones artísticas.
Hubo un momento en que la Nueva Trova cobró conciencia de lo que significaba para los jóvenes. En ese momento, los más unidos, Pablo Milanés, Noel Nicola y yo, empezamos a hablar sobre el papel de la canción en una sociedad como la nuestra. ¿Qué papel debía jugar la música? La canción había sido relegada por el comercialismo a un seudoarte de consumo. Pero la canción tenía elementos artísticos o podía tenerlos para ser vista y manejada como un gran arte, como la pintura, la poesía o la sinfonía. Ese era el espíritu de nuestro trabajo, comprometidos como estábamos con el proceso revolucionario. Sentíamos que no podíamos eludir esas luces que se habían prendido en nuestros cerebros.
Había gente, incluso dirigentes, que no creían en nosotros porque la crítica nunca se había escuchado a través de la canción. Nosotros empezamos a criticar sin pedirle permiso a nadie y hubo gente que malinterpretó nuestras intenciones y trataron de silenciarnos. Pero también hubo gente que interpretó bien nuestras canciones y que trataron a toda costa que se nos oyera.
Rechazábamos los viejos hábitos de los artistas: su manera de vestir y de presentarse. Rechazábamos a ese ser medio mitológico que aparece y desaparece como por encanto de las pantallas de la televisión entre luces y colorido. Queríamos explicar que éramos seres humanos, perfectamente terrícolas; que podíamos hacer canciones socialmente comprometidas y que teníamos que hacerlas porque compartiamos los mismos problemas, las mismas luchas y las mismas ideas. Ese era nuestro objetivo. Era no sólamente una nueva manera de hacer, sino una nueva manera de ser.
Creo que el arte tiene el deber de entretener ademas de educar. El arte que no entretiene, fracasa. Uno debe sentirse a gusto ante un artísta. También uno puede sentirse sobrecogido ante una obra de arte. Esa es también una manera de entretenerse y de aprender. En ese sentido, soy un seguidor de Brecht.
Los cabarets pueden ser importantes. No estoy en contra de ellos. Uno puede divertirse con amigos en un cabaret. Pero los cabarets necesitan un contenido constructivo y calidad artistica. Siempre va a existir la música para bailar y la música para ser escuchada. Si la música bailable llega a ser tan buena en sus textos que merita la pena, además de bailarla, oírla, yo creo que sería lo ideal. Eso quiere decir, ni más ni menos, que si nosotros los trovadores somos capaces de hacer música bailable, sería lo ideal.
Creo que lo bailable actual cubano tiene encias de la Nueva Trova. Cuando nosotros empezamos, la música tradicional cubana, la de nuestros padres y abuelos, no le gustaba a la gente. La Nueva Trova contribuyó a renovar nuestra tradición.
La Nueva Trova influyó en jóvenes creadores de música bailable que han reconocido que la Nueva Trova ha introducido nuevas opciones y una nueva perspectiva. Juan Formell, de los Van Van, lo ha reconocido. El trabajo que ha hecho Formell en esta orquesta ayudó a que los jóvenes gustaran tambien de la música de la Aragón y de otras orquestas no tan modernas como la suya.
Sabíamos que el termino Nueva Trova iba a quedar estrecho en algún momento. La Nueva Trova ya no es tan nueva, ni los trovadores de la Nueva Trova somos tan nuevos. Sabíamos que el tiempo nos iba a derrumbar eso. Pero hubo que buscarle un nombre a aquello que empezaba a organizarse. Cada vez que se clasifica y se encasilla, se cava una tumba. Sea lo que sea, la Nueva Trova fue un trampolín para que salieran nuevas verdades a la luz y que se desarrollara la canción trovadoresca cubana.
No me importa si se deja de llamar Nueva Trova. Yo dejé de ser nuevo hace rato, pero voy a ser trovador hasta que me muera. Seguiré haciendo trova, esa trova que ha existido siempre como tradición de nuestro pueblo. Eso es lo importante.