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Part II -- Afino Cuerdas De Otoño

José M. Oxholm


Al Poeta José M. Oxholm

José M. Oxholm, mis gracias te dejo en este papel bajo el agua que ya corre a ser un amanecer en los cielos distraídos. Muchas gracias, mucha miel para los tuyos. Alicia en el alero de fiel hálito sorprendido y en poesía que da fe a los tributos del alma cuando sueña en rosicler, de esperanzas. Claro amigo, mi silencio en ti es sed tal vez de otros horizontes que no puedo conocer. Cultiva siempre la flor, la estrella, la paz, el connubio de los soles sobres el agua que va a arder. Muchas gracias, puerto tuyo constelado del placer de los barcos que navegan hacia un hondo amanecer.


Francisco Matos Paoli, En Río Piedras, Puerto Rico, a 13 de mayo de 1995.


"Sería preciso transcribir verso a verso, latido a latido, emoción tras emoción para explicar el mundo de sensaciones en que nos sumergimos gloriosamente, durante la lectura de ese magistral poemario otoñal? yo diría intemporal y también eternal en sus conclusiones.

Afino Cuerdas de Otoño es pura POESIA, FILOSOFIA, IDEAL, AMOR, FE y sobre todo INOLVIDABLE. 20 sonetos para la posteridad y la gloria." Angeles Amber, Madrid, España
"Ud. es un gran poeta que dice con Amado Nervo:

Cuando el amor se piensa no se siente!

Cuando el amor se siente no se piensa!"

Fredo Arias de la Canal, Director de "Norte", México, D.F.

"Sonetos impecables conforman este melodioso poemario del excelente poeta José M. Oxholm. Sólo quien ha vivdo la vida "sembrando" puede escribir sonetos tan plenos de amor, conformidad y de haber vibrado en eterna primavera, diciéndole a Jesús que está dispuesto: "Vuelvo a la noche con la fe encendida."

Poeta José M. Oxholm, gracias por este regalo inmerecido, de tu corazón para todos los hombres. Tos sonetos y tu "arboleda lírica" jamás otoño alguno podrá abatir, ellos son ángeles que intuyo siempre verdes ye que esplenderán cuando dejes de afinar "cuerdas de otoño."

Alfonso Larrahona Kasten, Valparaíso, Chile, Premio José Vasconcelos, México, 1991


XV

(Para Alfonso Larrahona Kasten)
Ya pronto estrenaré mi muerte nueva,
(ah, flor de otoño que marchita el frío)
rojo de sol y claro de rocío,
transparente cometa que se eleva.
Ventisca azul que es azote en la cueva
de murciélagos sordos. El cantío
de pájaros azules de un tardío
adiós sin fin que la noche se lleva.
Ya pronto estrenaré traje de cielo,
nubes de polvo, constelado anhelo,
pasión de roble, sosegado grito.
Ya pronto estrenaré cristal de bruma.
Te veré, me verá, sombra de puma,
eclipse pasajero donde habito.


XVI


(Para María Alicia Uribe-Méndez)
Cómo creces en mí, rosa de aroma!
Cómo creces, aroma de mi rosa!
Madura tu color y la espinosa
majestad de tu tallo como poma.
El aire dice otoño cuando asoma
el pálido de nube en tu gozosa
corola de los aires misteriosa
que el tiempo nutre, que la noche doma.
Tiene el fuego de pétalo subido
floración incendiaria, unos albores
de atardecer temprano. Muy querido
amarillo en el centro perfumado.
Gloria a Dios en la altura a tus alcores.
Pasaré, cual mi sembrado.

XVII

(Para Manuel de la Puebla, recordando a
Alicia Fernández Gill)
Me quiere, no me quiere, cómo juega
con límites de encanto de mi lira;
otoñ:o que se acaba, que delira
con lluvia, sol y viento en la refriega.
Lluvia, que lluvia y lluvia que me anega;
se nos despierta el sol hala que tira,
viento que se despeina en mar con ira,
paisaje en distorsión que se me entrega.
Este juego de sol, de lluvia y viento,
sin comienzo ni fin, es un intento
de soñarte y sentirte como brasa.
Hoy que estás lejos en diversa escala,
con lluvia y viento irrumpes por la sala.
Tu paso angelical va por la casa.

XVIII

Tu vara y tu cayado van conmigo.
Oh, valle de la muerte silencioso
que siega otoño, que revive el gozo
de tu sombra que es manto, paz, abrigo.
En valle de la muerte voy contigo
por aguas encantadas; deleitoso
trajín de vida y muerte; quejumbroso
milagro de tus aguas y tu trigo.
Oh, verdes pastos de pacer tan suave;
claros arroyos, mansas aguas, nave
de arrecifes, escollos que tú guías.
Tu vara y tu cayado ya florecen
magia de eternidad, si resplandecen
con el sol de la noche de tus días.

XIX

(A Pedro Pable Paredes)
Hay cielo azul tras esa noche oscura.
Otoño crece en majestad de estío.
Hay misterios profundos en el río,
fermento en la campiña, levadura.
Fiebre, trópico mío, calentura,
hay sazón de colmena en tu cantío
de cicada, coguí. Me ellga el frío
perfume de azucena que satura.
No se puede volver. Queda el recuerdo.
Hay cuadros luminosos. La memoria
cierne que cierne azul por un acuerdo.
Hay misterios de cielo en la colmena;
panales como fe, tallada historia
desmenuzada en granos de la arena.

XX

(Recuerdo a "Pío" Jacob)
Tú tienes tus fantasmas, yo los mís.
Sombras de otoño, pinos del camino,
sombra de sombras del lugar vecino,
proyecciones que saltan sembradíos.
Tu tienes tus fantasmas, qué de bríos
en vestir pesadillas! Adivino
elefantes, corderos en tu vino,
dinosauros curiosos, solos, fríos.
Quiero la realidad, mas no me llega.
Mi rutina de luz se me disgrega.
Los fantasmas que vivo son tan míos.
Fantasía de otoño transitoria,
fantasmagoria, octubre aquí en la gloria
de este otoño desbordado en mil ríos.


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