En esos días, el emperador dictó una ley que ordenaba hacer un censo en todo el imperio. Todos iban a inscribirse a sus respectivas ciudades. También José, como era descendiente de David, salió de la ciudad de Nazaret de Galilea y subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.

Cuando estaban en Belén, le llegó el día en que debía tener su hijo. Y dio a luz su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en una pesebrera, porque no había lugar para ellos en la sala común.

En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. El ángel del Señor se les apareció y los rodeó de claridad la Gloria del Señor, y fueron presa del temor.

Pero el ángel les dijo: «No teman, porque yo vengo a comunicarles una buena nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy ha nacido para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor. En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en una pesebrera». De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron en torno al ángel, y cantaban a Dios: «Gloria a Dios en lo más alto del cielo, y en la tierra, gracia y paz a los hombres».

 

(Lucas 2,1-14) 

 

LA GRAN NOTICIA

 

Los pastores, cómo todas las noches, descansaban después de una jornada de trabajo. De repente, ven una luz inusual y escuchan un saludo. Se llenan de miedo. Pero luego, al escuchar el mensaje del ángel, sus corazones se llenan de alegría y entusiasmo. Se les anunciaba la gran noticia del nacimiento del Mesías, el Salvador esperado. Con Él se iniciaría una época de paz, esperanza, justicia y fraternidad.

El anuncio de la gran noticia cambia la vida de los pastores, por lo menos esa noche. Rápidamente se ponen en camino para ver al niño y prestarle homenaje. El ángel les dijo que lo encontrarían en una pesebrera, envuelto en pañales y rodeado de animales. Era uno del lugar donde se guardaban los animales, pues no había lugar para Él en las casas.

Los pastores encuentran al Hijo de Dios junto a María, José, los animalitos... Sienten el amor de Dios que se les da a conocer a ellos, pobres pastores. Desde su nacimiento, Jesús muestra su amor a los pobres, los sencillos, los marginados y necesitados de la sociedad. Así lo manifestará durante toda su vida, porque Él vino para anunciar la Buena Noticia a los pobres, a los necesitados de amor y misericordia, iniciando un mundo nuevo.

 

Señor, ayúdanos a preguntarnos siempre si somos imagen y semejanza tuya,

para que no olvidemos que Tú te haces sensible en cada uno de nosotros.

Danos el valor suficiente

para dejarte ser sensible

desde nuestro corazón,

para dejarte encarnar

en cada uno de nuestros corazones,

y así podamos ser solidarios

con todo el mundo,

sobre todo con los más pobres y abandonados.

Porque sólo así podremos decir lo que Tú un día dijiste: «Lo que hagan con el más pequeño, lo hacen conmigo». Amén.