LA FABULA DE LA HORMIGA Y LA COCHINA

 
  

       Llega la hormiguita al borde del río y se da cuenta de que, debido a su tamaño, le resulta imposible cruzar. Asi estaba, meditando acerca de como hacer para cruzar del otro lado, cuando llega una cochina, que se sorprende de encontrar a la hormiguita sola y con cara de preocupada. 

       Le pregunta, entonces: 
Coch: ¿Que pasa, hormiguita, que te veo aquí solita, con cara de  
preocupada y con la vista fija en el horizonte? 

Horm: Es que queria cruzar el rio y ahora me doy cuenta que no voy a poder hacerlo. 

Coch: Pero escuchame; el rio no es muy alto... tendrá menos de un metro. Y yo tengo que cruzar del otro lado. Asi qué  ¿Por qué no te subes a mi lomo y yo te cruzo? 

Horm: No, gracias. Deja, no importa. 

Coch: Pero dale. Si no me cuesta nada. ¿Por qué me dices que no?  

Horm: Mira, cochina: tú estás toda llena de barro y tierra. Y no es que tenga nada contra de tí ni que quiera ofenderte, pero me da un poco de asco. Y encima, tenes feo olor. 

Coch: Jódete, hormiguita de mierda - dijo la cochina y cruzó el río, para luego perderse del otro lado. 

      La hormiguita se quedó entonces sola y de repente se le ocurrió que hacer:  
Juntó cuatro hojas secas  que encontró por ahi y, con un poco de inventiva, se fabricó una pequena balsita que, calculó, debería soportar su peso sin  problemas. 

      Una vez que hubo terminado se lanzó al río, intrepida, con la intención de llegar a la otra orilla. Pero a mitad de camino lo más terrible sucedió: La pequeña balsita no resistió y se fue a pique al fondo del río con hormiguita y todo. 

MORALEJA: 

Más vale una cerda sucia y maloliente que cuatro pajas mal hechas. 

  
 

 
 
Luis Fernández
Aura de Fernández
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