Pues sí, amigos, sí, la Obertura de la que hoy hablaremos es cuádruple, pues tiene nada menos que cuatro versiones, y se trata de la obra que más tiempo robó al grandioso Beethoven; "Leonora o el Amor Conyugal" o como se dió a llamar al final de su reestructuración, "Fidelio".
Se trata de una ópera, pero una ópera monda y lironda sería una vulgaridad; es un estudio sobre la canción sinfónica, un debate sobre lo que es la fidelidad ya no de un hombre y una mujer, sino de una amistad con la vida, con los amigos y con la amistad misma.
Leonora o Fidelio, tuvo muy mala suerte, pues la época en la que fué compuesta era un momento muy delicado para Viena; las tropas francesas habían entrado en la ciudad y todo estaba tomado por los soldados. Con decir que la primera representación de Fidelio el único público asistente eran soldados de Napoleón...
Son cerca de ocho años de tedioso trabajo de la ópera de Leonora-Fidelio, y son tántos años porque era la primera ópera en donde NO se trataba un tema banal del todo, donde la filosofía se encuentra con el público, y donde un genio se debate con el vulgo de toda una ciudad todavía acostumbrada a óperas de repertorio farfullero.
Las oberturas como he dicho son cuatro y están divididas en tres fases, pues son tres las veces que Beethoven tiene que hacer la ópera.
La primera Obertura no fue interpretada en vida de Beethoven y se publicó unos cuantos años después de su reencarnación.
La segunda Obertura, Leonora II, y que pertenece a la segunda rectificación de la ópera, fue interpretada tres veces. El fracaso fue absoluto; la obertura es tan complicada que ni las orquestas de aquellos tiempos sabían cómo se podía interpretar "esa cosa tan rara". El público se quedó a tres velas y Beethoven tuvo que rehacerla de nuevo.
Esta segunda Obertura es una sinfonía grandiosa pero de un sólo movimiento. Es un resumen de la ópera hecha de manera ejemplar. Llega un momento en que parece que de la orquesta en plena ebullición, sale otra más para de esa forma subir a los cielos desconocidos de un nuevo sistema solar y explota en mil formas de colores.
En un principio a uno le suele doler que el Genio de Beethoven tuviera que aportar tántos sacrificios para una ópera, porque al fin y al cabo era un ópera y nada más. Que luego sirviera a otros grandes para seguir investigando en el arte de este repertorio es otra cosa.
Desde mi punto de vista ha valido la pena, sobre todo por las oberturas, gigantes sonoros que no han tenido precedente alguno y que sólo Wagner supo continuar en las oberturas de sus bestiales óperas, en su parte musical, se entiende, porque a la hora de cantar, por mucho que se quiera avanzar, siempre se canta con la voz, no surge ninguna voz de las profundidades de una nueva y sofisticada parte del alma.
Leonora III, la tercera versión de la Obertura, es una música que podría muy bien ir con una película de ciencia ficción. En esta Obertura se da un poco el caso de la Leonora II; la orquesta parece llegar al ocaso y una nueva estampida prodigiosa de instrumentos surge de no se sabe dónde.
Los "especialistas" dicen que esta versión es la más sencilla, y que incluso en el estreno de esta tercera versión de la ópera el público la entendió perfectamente. "Si, si, si, lo normal, de un año para otro a lo sumo dos, la gente cambia y dice que si, que si, entendida perfectamente." Bah!
La versión definitiva de Leonora ya no tiene una Obertura que se llame "Leonora IV", es sencillamente Fidelio, sin el "amor conyugal" ni nada. Se trata de algo que yo al menos entiendo como la concepción de la Fidelidad a todo aquello que uno Ame de verdad.
Que algunos hayan querido entender que Beethoven hizo con esa ópera la idealización del matrimonio me parece una estupidez.
Beethoven no se casó, y lo que tenía por encima de todo era un enorme sentido de la Amistad, cosa que con el matrimonio en la mayoría de los casos no se da ni por asomo; acaso una comedia de que todo va bien y ya está.
Beethoven no tenía tiempo de comedias, su obra era lo más importante en su vida y en la Vida del mismísimo Arte, así que aunque lo pasara mal porque todo lo tenía que hacer solo o casi solo, más valía eso que encima tener a una pesada agobiando a todas horas.
Claro, porque en una familia vulgar y corriente es casi necesario que se anden incordiando y tirándose los trastos a la cabeza, pero en una vida excepcional, a no ser que encuentres la compañía justa y precisa, -ya sea una mujer o un hombre- es mejor andarse con mucho tiento al respecto de los matrimonios.
La Obertura de Fidelio sí es en este caso la Obertura más sencilla, más corta y más ajustada a lo que ya es la ópera con este nombre.
Pero ninguna como la Obertura de Leonora III, es descomunal, grandiosa, llena de esplendor y de esa única genialidad Beethoveniana. Disfrutadla cuando podáis, merece la pena.
Obertura: La Consagración del Hogar.
O la Consagración de la Casa, o la del Teatro, según traducciones y según versiones.
Esta Obertura, a parte de ser perfecta, colosal, magnífica, llena de belleza, de altos vuelos, de esplendor, de ser algo digno de inaugurar la mismísima Casa de los Dioses en el siglo que sea del Futuro, es una obra que hizo Beethoven con todo el amor y todo el cariño al genio que él más adoraba; Haendel.
La Obertura sirvió para inaugurar un teatro que había estado cerrado por mucho tiempo, así que el director del mismo pensó en la eminencia de Ludwig para reabrirlo y así dar más vida a la ciudad de Viena.
Pero no se trataba de un encargo vulgar y corriente, Beethoven llevó a cabo muy pocos encargos a la fuerza. Se lo encargaban porque era el más digno de componer algo especial para las ocasiones que así lo fuesen.
Desde luego es la música perfecta para reinicializar algo, para inaugurar cualquier novedad y conseguir así que los augurios, los buenos, vengan uno detrás de otro.
Se nota gloriosamente la influencia de Haendel en la obra, y esto hace que los "especialistas" se confundan y crean que es que el genio de Beethoven ya se extinguía, o que necesitaba de inspiración exterior para seguir su cometido artístico.
Eso, si se piensa, es la mayor tontería que se pueda pensar. La Obertura de la Cosagración del Hogar la concibió Beethoven cuando ya tenía el prestigio de todo el mundo culto, no necesitaba componer ni una melodía más, no necesitaba juntar más notas. Pero en la adoración de su músico preferido, quiso hacerle un regalo único, que aunque posmorten, sería el regalo perfecto para que la reencarnación de Haendel, deambulando por siempre por el mundo de los inmortales, supiera que hubo alguien que lo quiso con todo el alma y todo el corazón, y que se le sigue queriendo y amándo por lo que hizo.
Los verdaderos genios se inspiran en la Belleza, esté dentro, esté fuera o esté en la quinta dimensión.
Yo lo noté por mi cuenta, quiero decir que al escuchar la Obertura de la que hablamos sentí esa sublime influencia Haendeliana; fuegos de artificio de estrellas, luminosidad infinita, alegría de los Dioses.
La música la utilicé en una ocasión para celebrar en casa de unos reales amigos la inauguración de una estatua de un Alcón; blanco, refulgente, alba como la Luna. Fue impresionante, hecha la música para la ocasión.
Cuando el Nuevo Mundo quede inaugurado, seguro que de los Nuevos Cielos surgirá una música que será igual de gloriosa que esta música denominada Obertura. Y nunca mejor dicho hablar de una Obertura, pues nada mejor Abre lo que va a ser nuevo, lo que va a ser algo para el futuro. Luego, una continuidad de gloria y magnificencia, sonando acordes imperiales, reales, fulgurantes.