19 Septiembre 2000 Realización: La Princesa de las Alimanias Métodos de relajación ( Quinto Bloque ) Medicina Natural **RELAJACIÓN MUSCULAR** QUINTA ETAPA: RELAJAR CABEZA, CARA, NUCA Y HOMBROS. 1. Colóquese en la forma acostumbrada y cierre los ojos. 2. Haga tres respiraciones lentas y profundas. 3. Concentre su atención mental en la relajación. Piense sólo en órdenes mentales que le conduzcan a un estado de relajación. Todos sus pensamientos deben ir dirigidos a lograr un estado de relajación total. 4. Suelte de golpe todos los músculos del cuerpo de los que tenga conciencia. Déjese como "caer", suelto, totalmente suelto. Repase cada milímetro de su cuerpo e intente transmitirle este estado de flojedad total. A estas alturas de la práctica usted ya debe lograr dejar su cuerpo "abandonado". 5. Realice cinco respiraciones naturales, pero siempre intentando que a medida que va practicando, sean mucho más lentas. Cada vez que expulse el aire, haga un gesto de aflojamiento general de todo su cuerpo, como si al espirar expulsara todos los últimos vestigios de tensión de sus músculos. En este mecanismo de aflojamiento general que progresivamente debe hacer a la vez que espira incluya, de forma especial, un aflojamiento "extra" de esas zonas que también aprendió a relajar en las otras etapas: extremidades superiores e inferiores y todo el tronco. 6. Concentre su atención en la cabeza. Aprenda primero a apercibirse de la tensión que esconde. Para ello, arrugue primero la frente de forma exagerada. Una vez haya sentido esa sensación de tensión en la zona, comience el proceso de relajación mientras realiza sus cada vez más pausadas cinco respiraciones. Al tiempo que expulsa el aire, vaya relajando y desarrugando la frente. A cada espiración usted va alisando completamente la piel de la frente y de la cabeza. Cuando llegue a la quinta espiración, la piel de su frente y de su cabeza estarán completamente lisas y estiradas. Frunza el entrecejo. Sienta vivamente la tensión en esa zona, así como las venas que la recorren. Si ya ha sentido la tensión, pase al rito de respiraciones relajantes. Vaya desarrugando el entrecejo con cada espiración hasta que esté de nuevo liso y relajado. Ahora le toca el turno a los ojos. Ciérrelos y apriételos fuertemente. ¿Nota la tensión? Haga cinco respiraciones y al tiempo que espira váyalos relajando, hasta que con la quinta espiración se queden suavemente cerrados, muy relajados. Pase a controlar la tensión en las mandíbulas. Apriete con fuerza una mandíbula contra la otra hasta que note la tensión que se produce en la zona. Luego, al tiempo que realiza sus cinco respiraciones milagrosas, váyalas soltando, relajando con cada espiración. En la quinta espiración y gracias al relax gradual al que ha ido sometiendo a esa zona, sus labios deben estar algo separados y usted notará el dulce alivio de la relajación que ha seguido a la tensión inicial. Empuje su lengua contra el paladar. Observe la tensión que se produce en la parte posterior de su boca. Después, al tiempo que realiza sus respiraciones lentas, vaya relajándola y déjela suavemente, ocupando toda la cavidad de la boca. En la quinta espiración, usted deberá sentir su lengua como más grande, totalmente suelta y distendida dentro de su boca. Apriete y arrugue los labios fuertemente formando una O. Luego relájelos a la vez que hace las cinco respiraciones. Al tiempo que espira, vaya dejando sus labios suaves, relajados. Con el contraste que le ha producido la tensión inicial, le será más fácil poder notarlos relajados. Su frente, sus ojos, su lengua, su mandíbula y sus labios están relajados. Párese unos instantes a vivenciar este estado y pase a concentrarse en su nuca. Intente llevar su cabeza hacia atrás lo máximo posible. Verá como inmediatamente aparece la tensión en su cuello. Gire la cabeza hacia un lado y otro fijándose en cómo se va desplazando esa tensión. Vuelva su cabeza hacia la posición normal al tiempo que realiza cinco respiraciones. A cada espiración vaya soltando toda la tensión que está acumulada en su cuello y váyalo dejando relajado. A continuación lleve su cabeza hacia delante y apriete la barbilla contra su pecho. En esta posición usted debe sentir mucha tensión en la nuca. Vaya relajando la zona mientras lleva su cabeza a la posición normal y va haciendo sus cinco respiraciones lentas y profundas. A cada espiración, su nuca se va desprendiendo de un grado de tensión hasta que al llegar a la quinta está ya totalmente relajada. Luego encoja los hombros hasta conseguir que su cabeza quede escondida entre ellos. Los siente tensos y pesados. Ellos soportan el peso de la vida y ahora usted se acaba de dar cuenta de lo abandonados que los tiene. Haga sus cinco respiraciones lentas, y mientras espira vaya relajándolos lentamente, mientras lleva la cabeza a su posición normal. Déjelos sueltos y extendidos, agrándelos, incluso mentalmente, para que tengan más superficie de relajación. En la quinta espiración esos hombros deben sentirse ligeros, sueltos, sin un amago de tensión. Ahora sienta una agradable sensación de relajación en el cuello, su nuca y sus hombros. 7. Párese unos instantes y concéntrese dos minutos sobre el estado en que se encuentra su cuerpo. Dedique un mayor espacio de tiempo a comprobar el nivel de relajación de su cabeza, su cara, el cuello, la nuca, los hombros. Deténgase también a observar la relajación de su frente, sus pómulos, sus ojos, las mandíbulas, los labios y la lengua. 8. El ejercicio está llegando a su fin, por tanto ocupe sus pensamientos en eso. Debe pensar que va a dejar su estado de relajación para volver al estado normal. 9. Haga sus tres respiraciones finales de siempre y siga aumentando el volumen de aire inspirado en cada una de ellas. 10. Cuando termine la tercera espiración mueva lentamente los dedos de las manos y de los pies, doble los brazos y las piernas, abra los ojos y levántese lentamente. Cuando usted aprenda a relajar bien las zonas que hemos descrito en el ejercicio, prácticamente habrá dominado la relajación muscular. Es decir, debe ser capaz de relajar a un mayor o menor nivel cada una de las partes del cuerpo que hemos tratado. En esta quinta etapa usted debe prestar atención a alguna parte de su cuerpo que le puede parecer superflua para conseguir su propósito. No lo crea así. Preste la misma atención a la relajación de su lengua, que a la de su nuca. Seguro que enseguida le resultará más gratificante (exteriormente) relajar su nuca que su lengua, y casi sin darse cuenta le prestará más atención a la primera que a la segunda. No pase a la siguiente etapa de su entrenamiento sin antes haber logrado sentir un mayor grado de relajación en todas las zonas que hemos enumerado en el jejercicio. Tenga en cuenta que gradualmente, y gracias tal vez a la excesiva concentración que hacemos en esos detalles, usted va a desarrollar un increible potencial de relajación con el que jamás había soñado. -------------------- **Princesa de las Alimanias**