03 Mayo 2000 Luz ¿Es que la vida no tiene sentío? Nuestro equipo de redacción, continuando con tan alta tarea como es la de contribuir a la información del ciudadano de esta hermosísima república o lo que sea en que fue transformándose nuestro bienamado mundo, tiene la dicha de presentarles hoy una investigación muy especial. Se escucha por las calles, casi a cada hora si uno presta oído, que la vida no tiene sentido. Lo escuchamos mientras compramos el pan, en la fila del banco, en los anuncios de jabón, etc. ¿Quién no recibe al menos una vez por día un email que dice: la vida no tiene sentido? Pero qué quiere decir esto que se repite tan a la ligera como si se tratara del informe meteorológico? ¿Qué está diciendo la señora que, mientras paga el vestido que acaba de comprar, le dice a la vendedora moviendo la cabeza: la vida no tiene sentido? Para respondernos esta pregunta, nada menos, es que hemos entrevistado a una eminencia en Vidología, el Señor Ornitorrinco PhD de la Universidad de Másinyer Z. No los quiero entretener con más preámbulos: pasemos sin pérdida de tiempo a la nota. ---- Entrevistador: Profesor Ornitorrinco, ¿qué hay de cierto en eso que dice el Soberanísimo, o sea el Pueblo, acerca de que la vida no tiene sentido? Prof. Ornitorrinco: Bueno, ante todo hay que decir que si se dice que la vida no tiene sentido, es porque se supone que antes lo tenía o que debería tenerlo. E: Sí, de acuerdo. Y usted qué piensa, ¿que lo tenía y lo perdió o que si bien debería tenerlo, la muy insolente nunca lo tuvo? P.O.: Bueno, ante todo quiero decirle que yo no pienso nada, que para algo soy Ph.D. Lo que puedo decir es lo que piensan otros: ambas teorías tienen partidarios muy fuertes cuya acción viene vislumbrándose desde hace años. Por un lado, los que piensan que la vida tenía un sentido que perdió, se dividen en dos sectores: los que piensan que puede encontrarse y los que piensan que el sentido es irrecuperable. De estos últimos no vamos a hablar, porque no hacen nada que valga la pena. Los que piensan que el sentido puede volverse a encontrar, organizan desde hace siglos exploraciones a sitios remotos porque piensan que si el sentido se le cayó a la vida, en algún lugar ha de estar: no otro es el motivo de los viajes como el de Colón, para citar uno de los más conocidos por nosotros, y el de las exploraciones al espacio que recién comienzan. E: Lo que es la ijnorancia! Yo más bien creía que estas expansiones pa´dentro y pa´fuera del globo tenían más que ver con una lucha por el poder así como más pedestre, si me permite la expresión. P.O.: Eso es totalmente erróneo. La idea de que estos movimientos de la Humanidás fueron motivados por intereses económicos o políticos (usté perdonará mi redundancia), es un rumor hábilmente vertido por una escuela filoñófiña de los que creen que la vida es una maldita rebelde, que debería haber tenido un sentido y no se le dio la gana. Estos actúan de muy otra manera. Golpean a la vida, la azotan, la torturan todo el tiempo para castigar su iniquidad. Aquí también hay una división: están los que le pegan porque no tienen otra cosa que hacer, y los que lo hacen con la secreta esperanza de que la vida se arrepienta y se digne a tener un sentido como corresponde. E: Qué ilustrador que es hablar con usté. Pero, sea que lo perdió o que jamás lo tuvo, ¿qué clase de cosa es el sentido? Prof. Ornitorrinco: Bueno, aquí sería necesario distinguir en qué sentido se dice sentido. E: ¿Podría decirnos en qué sentido crée necesario distinguir en qué sentido se dice sentido? P.O.: Con todo gusto se lo explicaré. La noción de sentido aplicable a un texto, incluyendo a la vida como texto, podría implicar o no una visión teleológica, es decir una visión de acuerdo a fines. Si la teleología se le cae a uno, entonces en ese sentido ya no hay más sentido, me comprende? Pero en otro sentido, una visión más moderna sobre el texto, puede implicar una concepción maquínica: y es que una vez lanzada la vida a la vida, no hay posibilidad de control sobre los sentidos que se generan aquí y allá, y eso es justamente lo que nos trae la posmodernidad. E: ¿Pero qué tiene que ver esto de los textos con la vida? P.O.: Absolutamente nada, en realidad. Todo esto parte de una confusión muy grande que comenzó a correr hace muchos siglos. Usted sabrá que la mayoría de las costumbres son un resabio de algo que antiguamente respondía a una necesidad de supervivencia y que hoy se han fosilizado y se han desligado de su explicación. Bueno, esto mismo ocurre con lo del sentido: Antiguamente, la vida giraba, y era muy importante para la vida de la humanidás el saber para qué lado giraba ese día, es decir, cuál era el SENTIDO de giro. Digo, que este dato era objetivamente importante: quien no supiera el sentido, moría irremediablemente de inercia. Aquí tenemos otro sobreviviente de tiempos idos que ha perdido su razón original: la inercia no era una ley abstracta, comprobada de vez en cuando en una frenada de autobús, sino que se trataba de una enfermedad generalmente letal. Luego, llegó el tiempo en que la vida perdió su capricho de girar y ya no volvió a hacerlo, sino en contadas ocasiones. Pero esto del sentido quedó, como le digo, y luego hubo quien, portador de menor o mayor honestidad intelectual, relacionó este término arcaico con las nuevas ciencias sobre el sentido, pero sentido en otro sentido, en el de tipo lingüístico, textual. Y se confundiron ambos términos, hasta llegar a decirse que la vida es un cuento que cuenta un idiota... Esto no es que lo piense el señor que al llegar un negocio se da cuenta de que el stock de bicicletas en oferta se ha acabado y dice que la vida ya no tiene sentido. Pero es algo que está latente, es una creencia. E: Y como tal, corresponde a la ciencia encargarse de su develamiento. P.O.: Yo sería un poco más general, diría que esa tarea corresponde a cualquier creencia nueva. Pero, como me gano la vida con la ciencia, debo decirle que sí. ---- (Ah! Menos mal!!) Ejem... Hasta aquí, las reveladoras palabras de la eminencia eminente, el Profesor Dioscóreo Ornitorrinco. Esperamos que esta nota sirva de algo a nuestros lectores. Si no es así, ya nada tendría sentido.