Presentación:
Quién me lo iba a decir, quién me iba a decir que un día iba yo a hablar del genio de Leipzig, yo, que he arremetido tontamente contra su obra.
Pero creo que más que su obra, lo que me ha interesado ahora un montón es su pensamiento y su filosofía, que aunque la tengo casi en desconocimiento, intuí algo el otro día miebtras me atrevía a escuchar una de sus óperas, "La Walkiria".
Y también me pasa algo muy nuevo en la audición de su música. En la audición del otro día en Bayreuth, pude escuchar la música nada más, y la lírica, la voz, pude dejarla a un lado, como tamizándola y quedándome con lo que realmente me aptecía. Nunca he encontrado la mística en la violenta manera de cantar en las óperas de Wagner, y sin embargo en su música se encierra algo que es descomunal.
Yo siempre he escuchado una y otra vez como hipnotizado las dos oberturas más brutales que tiene wagner, la de las Walkirias y "Tanhauser", La Puerta de los Dioses, para que nos entendamos, y con eso tenía más que suficiente.
Pero al escuchar ante ayer otras partes netamente musicales, me quedé estupefacto y con ganas de escuchar más y más.
Desde 1876 se celebra en Bayreuth el Festival sobre las óperas de Wagner. El teatro donde se celebra el acontecimiento fue construido por expreso deseo del genial compositor. La ciudad ya tenía uno, pero era pequeño para los sueños de Wagner, aun siendo el teatro más grande de toda Alemania por aquellos tiempos. Por allí suenan desde "El Oro del Rihn", hasta el mítico "Sigfrido", pasando por "El Ocaso de los Dioses" o "Tristán e Isolda", o "El Anillo de los Nibelungos" o "Pársifal". Horas y horas de música apabullante.
Pársifal me ha llamado siempre la atención, porque desde un principio Wagner idealizó la obra como algo Sagrado, y así ocurre que cuando acaba cada uno de sus actos y sobre todo cuando llega el final, el público tiene prohibido aplaudir por expreso deseo centenario ya del Maestro Wagner. En estos tiempos de histeria colectiba en los teatros, es impresionante asistir a una representación de Sigfrido y notar el silencio fastuoso después de cada final de acto. Aguantan casi hasta el final, pero cuando llega éste y pasan unos segundos la gente explota y vuelven a ser los mismos borregos de siempre y empiezan a aplaudir, gritar y dar golpes como una jauría de bestias poseídas por mil demonios.
Nunca he entendido de todas formas el sentido del aplauso, pero menos todavía el sentido de que en casi cada pausa en un mismo acto, la gente salte en estampida a berrear. Que pase entre acto y acto, vale, pero a cada momento me parece de locos.
Pero todo eso es relleno mondo y lirondo y no nos conduce más que a la práctica de la idea bestial del ser humano hasta en el ámbito más exquisito, así que dejémoslo.
No queriéndome perder sobre lo que he dicho del pensamiento y filosofía de Wagner, quiero decir que si es filósofo y pensador es porque en la vida hay que hacer muchas cosas, más de las que nos pensamos que hay que hacer; ¿si uno pertenece a un área del arte, sólo puede y debe pertenecer a ese área del arte? No, evidentemente, así que Wagner explor´ro muchos otros lugares del verdadero Arte, y escribió cuentos y tratados de música, novelas y libretos de ópera, y pensamiento, y la filosofía ya citada.
Mientras escribía ayer esto en mi cuaderno de notas, escuchaba el final de la Obertura de Tanhauser y... "Es casi estremecedor, Luciferino, extasiante, arrebatador." El sentimiento estaba a toda máquina.
Incluso me acordé de la ópera en sí de Tanhauser y me horrorizó el solo hecho de pensarlo; vi las imágenes de una representación de esas modernas que se hacen ahora, y vi el texto de la ópera traducida en plan "V.O.S" (Versión Oroginal Subtitulada) y me horroricé más, así que decidí yo mismo y conmigo mismo no hablar de lo malo.
Los Dioses deben de estar muy contentos; solo con la Obertura. Me parece estar oyendo la risa de los dioses Vikingos que tan bien nos ha explicado y contado Elia; Odín, Thor, Balder, Frig... Incluso me parece escuchar la Sagrada Sinfonía de las Risas de todos los Dioses de todos los Tiempos desde su sublime Morada Atemporal.
Gracias, Wagner y perdona mi ignorancia. Gloria a Tí.
Quirón Alvar
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¿A como que hago una serie sobre Wagner? Je, menudo soy yo con esas cosas ;-))
Y así es como pasó, pues una semana más tarde empecé la hermosa tarea de pensar sobre Wagner:
WAGNER, SU LUCHA
(I)
Lo primero que haremos es quitarnos de fechas, para ello hay montones de escritos sobre Wagner en ese sentido. Sin ir más lejos la enciclopedia electrónica "Encarta" habla de esas cosas de manera paupérrima y poco decorosa a parte de hablar, como no, de la política.
Yo de la política no quiero saber nada, porque lo que interesa de un artista Creador es su obra, lo que hizo y lo que le llevó hacer lo que hizo.
Después de que Wagner padeciera todo tipo de injusticias y de adversidades varias; después de que compusiera su primera y casi única sinfonía y de hacer sus primeras óperas y escribiera algunos cuentos y tratados de música; dirección, orquestación y otras cosas sobre el arte musical, hubo de marchar de Alemania e instalarse en distintos lugares.
París fue uno de esos lugares. La ciudad de las luces, del arte, del... ¿Seguro? Si hay una etapa dura y dramática en la historia de Wagner es su paso por París.
Cuando Ricardo llega a París, se encuentra con una ciudad llena de gentes anticuadas y llenas de una diversión histérica que lo que quieren es pasárselo bien todo el rato, gastar mucho dinero y no interesarse de verdad por el arte.
La ópera de Meyerber triunfaba un día y otro día y otro y así siempre. La ópera imperial estaba ocupada siempre con sus obras.
Wagner andaba agobiado por asuntos económicos; la casa de campo que había adquirido a las afueras de París resultó ser un engaño y la tuvo que abandonar pues tenían que hacer construcciones en aquél terreno.
Otro de los asuntos que agobiaba en extremo a Wagner era su gélida y ñoña esposa Minna.
Una de las cosas que nunca he comprendido, es la necesidad que han tenido algunos autores de los grandes en perder el tiempo con cosas de los matrimonios y todo eso. Que tengan amantes sí lo he entendido, pero andarse con casamientos lo veo de lo más irracional; el arte no prospera si tienes a alguien al lado que encima es un muermo y no te ayuda de verdad a la tarea de la Creación.
Wagner andaba a cuestas con su ópera Tanhauser para ver de qué manera podía ponerla en escena lo más pronto posible. No era fácil. ¿Qué era lo que ocurría?:
La maldita prensa, esa especie de enfermedad galopante que durante toda su historia no ha hecho más que incordiar y faltar el respeto a todo el mundo, tenía a Wagner entre la espada y la pared. Los periodistas críticos de arte tenían muy en cuenta el pasado revolucionario de Wagner, así que no dudaban un solo instante en recordar a los ciudadanos que Wagner no era un ser muy sociable que se dijera.
Lo que no tenían en cuenta en absoluto era su nuevo arte creador, eso les importaba un carajo. Pero eso no hizo que Wagner no siguiera intentando convencer a todo tipo de autoridades imperiales para que si pudiera estrenar Tanhauser.
El último escalón en personalidades era el propio Napoleón III, que siempre andaba ocupado y más todavía si se trataba de alguien que estaba con líos revolucionarios en su pasado. Así Napoleón III puso muchos inconvenientes en que se representara en la Ópera Imperial cualquier obra de ese tal Wagner.
Pero un día el Emperador tuvo un rayo de luz en su cabecita, así que mandó a uno de sus agregados imperiales a que fuese a hablar con Meyerber, el gran maestro de la ópera parisina. El agregado enviado contó lo que sucedía al maestro Meyerber, y éste acogió con agrado que en la Ópera Imperial se ejecutasen obras que fueran de otros, y tratándose como se trataba de Ricardo Wagner, tanto mejor; "No siempre va a ser Meyerber el que ocupe la ópera de su majestad imperial." Dijo Meyerber.
Así que el agregado imperial llegaba con buenas noticias para el Emperador, pero no tánto para Wagner.
Representar una obra en la gran ópera de París requería unas pocas de condiciones: La obra no podía ser dirigida por el autor, en este caso por Wagner, debía de ser el maestro de la ópera que estuviese en ese momento. En el segundo acto debía de haber un ballet con unas buenas bailarinas enseñando sus carnes para que el público, sobre todo el masculino, disfrutara de esas muchachas ataviadas con ropas desenfadadas. Además que la obra operística fuera demasiado larga no era buen augurio. Y otra condición indispensable era que la prensa debía de entrar.
Eso ya no, Wagner no estaba dispuesto a que unos incultos e insolentes como los periodistas entraran a boicotear su arte. "¿Qué saben ellos de mi arte?" Decía siempre Wagner.
Desde mi punto de vista, la gente ha estado muy confundida con el aspecto político de Wagner, si algo había de revolucionario en el autor de la Valkiria, era su concepción sobre el ser humano inculto en general, su desfachatez y la falta de educación. Wagner era anti-desorden, y todo aquél que estuviera en ese lado era enemigo del maestro, no cabía otra cosa que esperar que eso fuera así. No hay un solo gran autor que no tenga ese pensamiento. Yo, que de momento no soy autor más de lo que pienso, soy de ese pensamiento. Veamos con más holgura lo que quiero decir:
El día del estreno de Tanhauser en la Ópera Imperial no pudo ser más desafortunado. Entre los "pijos" comunistas que no hacían otra cosa que mal gastar los dineros ahorrados por sus antepasados, y la gamberrez de casi la mayoría del respetable, los tres actos del Tanhauser no pudieron ser más tediosos para Wagner y para los que de verdad gustaban del nuevo arte en la ópera.
La obra fue interrumpida o tratada de interrumpir en varias ocasiones. Las malas gentes antes citadas hacían todo tipo de monerías; risas, comentarios en voz alta dirigiéndose al cantante que tenía el papel de Tanhauser, haciendo todo tipo de ruidos golpeando en las butacas, y así hasta el final de la ópera. Mucha gente hubo de largarse. El cantante estuvo a punto de perder los papeles, y Wagner tenía ganas de que aquello acabase lo antes posible.
Los periodistas, a pesar de no haber logrado entrar en la gran sala de conciertos, hicieron su crítica desmesurada sin haber visto ni oído nada.
¿Qué tipo de gente puede hacer eso? Gentuza, marxistas de lo más bajo, vagos, maleantes.
Wagner lo tenía muy difícil en París. Al final su ópera de Tanhauser fue representada en tres ocasiones, y lo curioso es que en esas tres ocasiones se vendieron todas las entradas y hubo, como no, todo tipo de algarabías. La gentuza iba de todas maneras para armar el follón, y como eran gentes adineradas el emperador no podía hacer nada. El Emperador tenía que estar más con el público bajuno ese, que con Wagner, pues si estuviera con Wagner sería mal criticado, aunque no creo que mucho, los emperadores tienen más poder que todo el vulgo de clase media alta junto.
Wagner se va de París, evidentemente, porque allí, en la "ciudad de la cultura y del arte" no había ni una cosa ni otra.
Sus pies se dirigen entonces hacia Viena. Pero eso ya es para otro día. Con lo dicho ya hay mucho que reflexionar, mucho más que con una densa biografía sobre el autor de Leipzig, o una breve visión sobre su vida en cualquier enciclopedia.
Pensemos nosotros, que no nos den el pensamiento ya hecho.
Saludos cordiales.
Quirón Alvar