Este articulo se obtuvo en la página web de la Federación Entrerriana de Natación (www.fen.org.ar) afiliada a la Confederación Argentina de Natación.

Iniciación deportiva

La situación suele ser común a varias familias: de pronto ocurre que uno de los hijos quiere hacer deportes y los padres no saben a dónde mandarlo; o sucede que el chico ya probó varias alternativas y no se engancha con ninguna. ¿Por dónde pueden, entonces, empezar los padres para ayudar a sus hijos? ¿Cómo pueden fomentarles el interés por la actividad física sin presionarlos? ¿Cuál es el camino para iniciar a un chico en los deportes sin perjudicarlos en su desarrollo?

Al parecer, no se trata, simplemente, de mandar al chico a hacer el deporte que quede más cómodo; la elección del lugar y de la práctica tiene que ver con la edad del niño, y con sus posibilidades y motivaciones.


No es lo mismo para un chico empezar a los 4 años que hacerlo cuando es adolescente. No da igual si el niño es tímido o desinhibido. No es indistinto si hace una actividad grupal o individual.


"Desde la primera aproximación que un chico haga a un deporte extra escolar, más allá de la estimulación que tenga en el jardín de infantes o en la escuela, lo ideal es que se le posibilite un medio adecuado a lo que él necesita y a lo que él pueda responder", recomienda la psicóloga Clara Rubín, especializada en la psicología del deporte.

Una de las claves de un buen desarrollo deportivo y, por ende, de la salud mental de los chicos, está en la iniciación, sobre todo cuando es temprana. Si el niño empieza a los 4 años, hay que darle una estimulación múltiple. "Lo ideal es ofrecerle los principios básicos de todos los deportes pero con formas de juego, en un clima donde se sienta estimulado a aprender, donde la idea no sea darle todo resuelto sino presentarle estímulos o situaciones que tenga que descubrir".


En el nivel inicial es importante trabajar la adaptabilidad motriz, es decir, que el chico desarrolle flexibilidad y equilibrio, que aprenda a recibir y devolver pelotas de distintos tamaños y pesos, que pueda estimular la percepción, a través de actividades como enfocar y direccionar una pelota a un punto fijo.


Esta actividad múltiple, agrega Rubín, tendrá mucha influencia en el desarrollo psicológico. "La idea es trabajar, desde la estimulación motriz, un montón de cosas que están pasando en la vida del chico. En ese marco, el deporte tiene un impacto muy fuerte por todo lo que maneja: la valoración, la autopercepción, la capacidad para afrontar dificultades y no descontrolarse emocionalmente".


Cómo empezar


Las primeras experiencias de un chico con la iniciación deportiva suelen ser vitales para el desarrollo de su personalidad, para el de la confianza en sí mismo. Por eso, explica Clara Rubín, cuando un chico empieza a hacer deportes, lo interesante es plantearle un objetivo y no decirle cómo hacer para alcanzarlo. No se le da la técnica, aunque se le puedan aportar algunas ideas. Hay que dejar que el chico resuelva cómo hacerlo, para que se dé cuenta de los movimientos que puede hacer con su cuerpo. No hay que empezar con conocimientos técnicos que ya están definidos y que anulan toda la posibilidad de que el chico descubra cómo resolver, cómo lograr los objetivos; hay que tratar de que se anime a probar.


"Siempre hay que tener presente que, a edades tempranas, se está trabajando la motivación del chico, para que vaya a hacer deportes con gusto y con placer, para que tenga confianza en su cuerpo y en sus posibilidades de lograr lo que se propone", remarca la psicóloga.


A los 4 ó 6 años, los chicos están armando la imagen de sí mimos, están en un momento de elaboración del esquema corporal. El planteo es, entonces, "cómo uno, con actividades deportivas, puede fomentar una mejor elaboración de lo que, evolutivamente, está aconteciendo en el niño en esa etapa de su vida".

Probar y probar


Desde la salud mental, el deporte es una experiencia formativa, que el chico sienta que es un medio en el que se puede desarrollar.


Cuando se inicia de pequeño, el chico va trabajando sus aspectos afectivos, motrices e intelectuales. Y a los 8 ó 9 años puede elegir un deporte que se base en su gusto, sobre el que tendrá cierta posibilidad, y no un deporte elegido por los padres.


A veces van a practicar un deporte en particular y no les gusta. Van a otro, y tampoco les gusta. Prueban un tercer deporte, y tampoco les gusta. "A lo mejor no es que tal deporte no les gusta sino que no les gusta cómo se lo dan, en el lugar donde se lo enseñan, ni la persona que se los enseña".


"Tampoco es bueno decir ‘mi hijo no sirve para tal cosa’. ¿Qué podemos saber a los 6 años si sirve o no para determinadas cosas? Todo esto es lenguaje corriente", advierte Clara Rubín.


Hay muchas actividades físicas asistemáticas que los chicos hacen naturalmente y les enriquece su bagaje motor. Cuanto más hagan, mejor. Entonces, cuando a los 11 ó 12 años se decidan por algún deporte en particular, podrán llegar a tener un rendimiento más provechoso que un chico que, desde los 6 años, fue mandado por los padres a un sólo deporte y no ha hecho otra cosa. La riqueza se consigue de muchas maneras.


Lo que está claro es que, en la adolescencia, cuando no hubo un buen tratamiento en la iniciación deportiva, se ven las deserciones. Los chicos sienten que el deporte que practican es el que eligieron los padres.


Las competencias


Otro de los temas clave en el deporte es el de las competencias. Aquí entra en juego la connotación que le ponen los padres y los profesores a la situación.


"El hecho de medirse, como algo que ayuda a los chicos a fortalecerse, es necesario. Además, ellos solos hablan de ganarle al otro. El tema está en cómo se plantea para que le sirva", dice la psicóloga.


Si son deportes individuales, desde los 8 años los chicos ya tienen calendario de competencia o pequeños torneítos, incluso desde los 6 años. Y más allá de la importancia que les puedan atribuir los padres, los chicos se sienten compitiendo.

Entonces, ¿cómo hacer para que perder no sea una gran frustración? "Tener una actitud preparatoria para esto, poder demostrarle al chico que lo que vale es el esfuerzo, que hay otro que podrá lograr más que él en algún sentido o que podrá pegar más fuerte, pero que él, entrenándose y esforzándose, puede llegar a ser mejor que él mismo, a superarse", sugiere Clara Rubín.


La autosuperación, la valoración del esfuerzo, reforzar los aspectos positivos es lo fundamental. Saber que siempre hay algo en lo que uno puede mejorar, y sobre lo que puede trabajar.


La idea es no que salgan a ganar, sino a jugar lo mejor que puedan, y que ganar es una consecuencia de esto.


"Si un chico sólo piensa en ganar, no tendrá ningún esquema mental de cómo hacer para conseguir lo que se propone, sino sólo una idea pesadísima que lo presionará, que no le permitirá revisar su cuerpo para ver si está tensionado y, en ese caso, practicar alguna técnica de relajación".



Cuando una persona se estresa, se estrechan todas sus fibras musculares y todo el movimiento se limita. Por eso, "hay que entrenar al chico para que, cuando esté en la cancha, no piense sólo en pegarle a la pelota, sino que sepa que tiene un montón de cosas para hacer, que pueda afrontar la competencia y aliviar la presión".


Presiones externas


Según el profesor español de educación física, Domingo Blázquez Sánchez, los adultos suelen anticiparse a valorar el rendimiento del niño o los resultados que vayan a obtener. Esto no sólo va en contra de su autoestima, sino que le inculca el miedo al fracaso: el chico teme no cumplir con las expectativas que se tienen de él. Y todo eso puede estresarlo.

Además, una historia de alta frecuencia de refuerzos negativos en las relaciones del niño con los padres, puede llevarlo a una actitud de miedo, o de incertidumbre.


"Lo educativo de las prácticas deportivas no es el aprendizaje de las técnicas o de las tácticas, sino las condiciones en las que puedan realizarse esas prácticas, que permitan al deportista comprender y movilizar sus capacidades de tal manera que esa experiencia configure su propio yo", dice este especialista español.


El deporte, en definitiva, debería servir para afirmar la personalidad, para hacer sentir a una persona que puede descubrir el mundo y hacer muchas cosas con su cuerpo, que puede ser gratificado por lo que hace, y que, además, puede socializar con sus pares.


Mariana Winocur

NATACION STADE FRANCAIS DE CHILE