Biopiratería vs horario de verano o “Chocolates”

Xavier A. López de la Peña

Así, el hombre sigue siendo, en definitiva, lo que empezó siendo

al principio: un sistema con una limitada capacidad de cambio.

Cuando la carga es demasiado grande para esta capacidad, su

consecuencia es el “shock” del futuro.

Alvin Toffler, 1972


La búsqueda de la «verdad» se suele seguir por dos caminos: a través de la contemplación y la meditación como solemos concebir y se nos representa por lo general, a los místicos y anacoretas orientales; y a través de la investigación científica acorde al modelo occidental, haciendo uso de la cada día más sofisticada herramienta tecnológica a nuestro alcance.

La vida se concibe y se define resumidamente entonces desde la perspectiva teórica, mística, religiosa o metafísica, desde muy variados ángulos. Su estructuración conceptual práctica en cambio, se sustenta en la conjunción de diversos elementos físicos interactuantes en los que permean la termodinámica, la química y la cinética entre otras.

Empeñados en la búsqueda de la «verdad» acerca de la vida, la tecnología asistiendo a la biología nos ha llevado a la empresa actual de llegar a conocer la estructura del Genoma Humano.

La palabra vida, que tiene cuatro letras, viene cifrada igual con cuatro letras: ACGT en la estructura del ADN (ácido desoxirribonucleico) y que representan la iniciales de los cuatro tipos de nucleótidos y que le conforman en una variedad de combinaciones posibles enorme y que son: A (adenina), C (citosina), G (guanina) y T (timina). Estas cuatro letras se “arreglan” en un sinnúmero de tripletes: AAC, TCG, GAT, GCT, etc. En estas combinaciones posibles de nucleótidos se encuentra cifrada la información genética de cada organismo sobre la Tierra.

La Era Industrial que impulsó el desarrollo humano hasta llevarlo más allá de sus fronteras terrestres domeñando para sí las fuerzas de la naturaleza, vislumbra ahora una nueva era en que se pretende el dominio y control de su propia naturaleza: la era del siglo XXI, la Era de la Biotecnología.

Hoy poseemos bancos de semen, huesos, sangre, córneas, riñones, médula, etc.; mantenemos en el refrigerador a embriones humanos listos para manipularse, exportarse e implantarse o desecharse cuando les llegue su fecha de caducidad; la procreación implica actualmente también variadas formas y se llegan a “alquilar” úteros humanos por unos cuantos pesos; puede serse padre o madre e ignorarlo, en su caso, sin concebir ni gestar ni parir al propio bebé. La manipulación genética a través de la ingeniería tecnológica permite el “reacomodo” o recombinación actual de la mismísima estructura de la vida para hacerla más apta, más resistente, o “mejor” en el sentido que quiera dársele y vérsele. Somos capaces ahora de “recrear” nuevas formas de vida, «puenteando» a nuestro antojo los caminos quizá diversos que hubiere realizado la propia naturaleza y armando así al nuevo BioFrankenstein capaz de volverse contra nosotros mismos.

Surgido a partir del Proyecto del Genoma Humano de 1990 que pretende cartografiar el código genético con un presupuesto, sólo para Estados Unidos, de cerca de doscientos millones de dólares anuales, el Proyecto de Diversidad del Genoma Humano busca aprender acerca de cerca de 5.5 billones de genomas humanos. Particularmente el proyecto busca colectar (de hecho ya lo hace), preservar y analizar muestras de unas 500 poblaciones alrededor del mundo de grupos grandes y pequeños de personas, indígenas y no-indígenas.

Estos notables esfuerzos tecnológicos en la búsqueda de la «verdad» del Bios, han dado paso a lo que se conoce ya como “Biopiratería” y que, paso a paso, conforman una estructura económica, social y política más amplia entendida como un verdadero BioColonialismo auspiciado por los detentores del poder económico y tecnológico mundial: los países altamente industrializados.

La biopiratería germinada en el biocolonialismo tiene ciertos antecedentes. Como ejemplo, en 1971 Ananda Mohan Chakrabarty, una microbióloga indígena trabajando para la compañía General Electric desarrolló, con ciertas manipulaciones genéticas, a una bacteria capaz de digerir aceite. De inmediato, el afán de lucro llevó a esta empresa a solicitar ante la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, los derechos de propiedad correspondientes sobre dicha bacteria-que-come-aceite. Luego de varios años de deliberaciones y controversias acaloradas, la referida Oficina determinó que “los productos de la naturaleza” no eran susceptibles de patente y por tanto le rechazó. Sin embargo, ante la apelación interpuesta, la Suprema Corte de los Estados Unidos, determinó a favor de la patente en 1980 (caso Diamond v. Chakrabarty) por un fallo de 5 contra cuatro, argumentando que la “patentabilidad” no radicaba sólo entre objetos inanimados o vivos, sino en que dichos productos de seres vivos, ya “modificados”, eran realmente “invenciones hechas por humanos”. Con este razonamiento, a partir de 1985 la Oficina de Patentes y Marcas de dicho país determinó que todas las plantas alteradas o modificadas por ingeniería genética eran susceptibles de patente, y para 1987 lo extendió a los animales. Los laboratorios de investigación se volcaron entonces a “patentar” sus plantas o sus animales en una loca carrera por apropiarse, con fines de explotación, comercio y lucro de innumerables formas de vida “modificadas”.

La biopiratería se ha apropiado “legalmente” de los recursos más diversos obtenidos de otros países sin que a estas naciones les reporte algún beneficio. Desde el Monte Kilimanjaro, pasando por Namibia, Venezuela o México, la compañia farmacéutica Merck ha patentado de nueve países diferentes varias muestras microbianas y de hongos. Bristol-Myers Squibb, Monsanto, y más y más están a la “cargada” por poseer para sí materiales vitales. Tienen recursos económicos, tienen tecnología, tienen poder, entonces quitan a los desposeídos sus recursos para luego vendérselos. México recibe “maíz transgénico” patentado, por supuesto.

La historia da cuenta del saqueo sistemático de los recursos de los países en vías de desarrollo o del Tercer Mundo. Recuérdese que Estados Unidos de Norteamérica, para dar un ejemplo cercano aunque no nos olvidemos tampoco de los Ingleses, Franceses, Alemanes, Españoles, etc., masivamente compraban la sangre de los miserables haitianos para transfundírsela a sus güeros; o expoliaban el petróleo, minerales, legumbres, frutos, manos y maderas mexicanas, bolivianas, salvadoreñas, uruguayas o venezolanas.

La caza sobre los recursos naturales se extiende hacia el propio ser humano, antes como esclavos en la era Pre-industrial y luego Industrial, ahora con la Biopiratería enfocada a sus productos biológicos. Así, en 1989 un grupo de investigadores tomó la muestra de sangre a 24 personas de la comunidad Hagahai en Papúa, Nueva Guinea y descubrió que una línea celular desarrollada a partir de esas muestras de sangre resultaban valiosísimas para contribuir al diagnóstico de la leucemia en adultos.

¿Hasta dónde puede decirse que un producto humano es patentable? El derecho no ha esperado a la bioética para juzgar los problemas de la vida misma. El problema acuciante radica en la legitimidad que cuestionablemente otorga el ser humano, mediante la intervención del derecho, en las “manipulaciones” vitales humanas que los detentores de la tecnología moderna poseen.

Ante la agresión del Biocolonialismo real y actual, nosotros aquí seguimos derrochando tiempo y esfuerzo en estúpidas discusiones acerca de “entrarle o no” al horario de verano o al horario virtual, y si se legalizan o no los ilegales vehículos “chocolates” que han servido sólo para asegurar el clientelismo político del tricolor a través de su brazo campesino.

Mientras esto sucede aquí, surgen voces que claman por la justicia en asunto tan delicado, como la DECLARACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DEL HEMISFERIO OCCIDENTAL EN RELACIÓN AL PROYECTO DE DIVERSIDAD DEL GENOMA HUMANO y en la que no participó ningún organismo mexicano que dice:

Nosotros somos la gente original del hemisferio occidental del continente de Norte, Centro y Sudamérica. Nuestros principios están basados en creencias profundas sobre la santidad de toda la creación, tanto animada como inanimada. Nosotros vivimos en una relación recíproca con toda la vida en su orden divino y natural.

Nuestra responsabilidad como Pueblos Indígenas es la de asegurar el orden natural de toda la vida y su mantenimiento para las generaciones por venir.

Tenemos la responsabilidad de hablar por todas las formas de vida y defender el orden natural.

En el desempeño de estas responsabilidades nosotros aseguramos que toda la vida en su proceso y diversidad natural, continúa en una relación recíproca con nosotros.

Nosotros juzgamos preciosa toda la vida en su forma natural. El armonioso progreso del orden natural en el ambiente modela y define la saludable diversidad genética.

Conociendo que nuestra relación natural ha sido interferida por extraños o fuerzas no indígenas en una larga historia de destrucción, nosotros nunca hemos abandonado aquellas responsabilidades.

En la larga historia de destrucción que acompañó a la colonización occidental, nosotros hemos venido a comprender que la agenda de las fuerzas no indígenas han venido a apropiarse y manipular el orden natural con propósitos de lucro, poder y control.

Al negar la complejidad de cualquier forma de vida, aislándola y reduciéndola a sus mínimas partes, la ciencia y tecnología occidentales disminuyen su identidad como una preciosa y única forma de vida, y altera su relación con el orden natural.

Las tecnologías genéticas que manipulan y cambian la esencia e identidad fundamental de cualquier forma de vida, son una absoluta violación de estos principios, y crean una consecuencia potencial e impredeciblemente peligrosa.

Por lo tanto, nosotros los Pueblos Indígenas y las Organizaciones participantes en esta reunión de Norte, Centro y Sudamérica, rechazamos todos los programas que involucren tecnologías genéticas.

Particularmente nos oponemos al Proyecto de Diversidad del Genoma Humano que pretende colectar y hacer accesible nuestros materiales genéticos que pudieran ser usados para propósitos comerciales, científicos y militares.

Nos oponemos a la patente de todo material genético natural. Nosotros sostenemos que la vida no puede ser comprada, apropiada, vendida, descubierta, o patentada aún en la más pequeña forma.

Nosotros denunciamos e identificamos los instrumentos de derechos de propiedad intelectual, leyes de patente, y a los aparatos del consentimiento informado como herramientas para legalizar el engaño y robo occidentales.

Nosotros denunciamos todos los instrumentos del aparato económico como el TLC, el GATT y la Organización de Comercio Mundial (WTO) que continúan la explotación de la gente y sus recursos naturales a través de poderosas corporaciones asistidas por las fuerzas gubernamentales y militares de los países desarrollados.

Demandamos que los esfuerzos científicos y los recursos sean priorizados para apoyar y mejorar las condiciones sociales, económicas y ambientales de los pueblos Indígenas en sus ámbitos, así como en mejorar las condiciones de salud y elevar por sobretodo la calidad de la vida.

Afirmamos que los pueblos Indígenas tienen el derecho fundamental de negar el acceso, rechazar a participar, o permitir la remoción a apropiación por proyectos científicos externos, de cualquier material genético.

Demandamos que el Proyecto de Diversidad del Genoma Humano y cualquier otro proyecto científico, suspenda cualquier intento para seducir o coaccionar la participación en su proyecto a través de promesas de beneficios financieros por ello.

Demandamos una moratoria inmediata de la colecta y/o patente de materiales genéticos de personas y comunidades Indígenas por parte de cualquier proyecto científico, organización de salud, gobierno, agencia independiente o de investigadores individuales.

Demandamos a los gobiernos de las naciones-estados y a sus departamentos, no participar, fundar o proveer cualquier asistencia al Proyecto de Diversidad del Genoma Humano y programas asociados que buscan conseguir patentes u otros beneficios de los materiales genéticos obtenidos de indígenas.

Llamamos a las comunidades religiosas, a las organizaciones de derechos humanos, de justicia social y ambientales, a todos los individuos y a las instituciones a rehusarse a participar, fundar o proveer cualquier asistencia al Proyecto de la Diversidad del Genoma Humano y cualquier programa con él relacionado.

Extendemos nuestro apoyo y solidaridad a todos aquellos que resisten esos esfuerzos, o que buscan la repatriación de materiales genéticos tomados o adquiridos sin su control.

Urgimos a la comunidad internacional y a las Naciones Unidas a participar con los pueblos Indígenas en el desarrollo de políticas y convenciones internacionales que protejan todas las formas de vida contra la manipulación y destrucción genética.

Llamamos a nuestros hermanos y hermanas de las naciones Indígenas alrededor del mundo y a las personas involucradas de la comunidad internacional a ponerse de pie y unir nuestros esfuerzos hacia la protección de la diversidad e integridad de toda la vida.

El apoyo de todos los seres humanos en esta Declaración protegerá lo sagrado de toda la vida, el orden natural, y proveerá un saludable futuro a las generaciones por venir.

Declarado por las organizaciones participantes que lo firman, en Phoenix, Arizona, Estados Unidos, el 9 de febrero de 1995.

Instituto Amazanga, Provincia de Pastaza, Ecuador.

Asociación Kunas Unidos Pro Napguana, Panamá.

Coordinadora de Mujeres Indígenas de Bolivia, La Paz, Bolivia.

CONIC Consortium, Albuquerque, New Mexico.

Council of Athabaskan Tribal Governments, Stevens Village, Alaska.

En owkin Center, Penticton, British Columbia, Canada.

Independent Traditional Seminole Nation of Florida, Florida.

Indigenous Environmental Network, National Office, Bemidji, Minnesota.

Indigenous Environmental Network, Oklahoma Region, Oklahoma.

Indigenous People s Alliance, Arizona.

Indigenous Peoples Support Network, London, Ontario, Canada.

Indigenous Women s Network, Lake Elmo, Minnesota; Ponsford, Minnesota; Boulder, Colorado.

Asociación Inter-Etnica de la Selva Húmeda Peruana (AIDESEP), Perú.

International Indian Treaty Council, San Francisco, California.

South and Meso American Information Center (SAIIC), California.

Sovereignty People s Information Network, British Columbia, Canada.

Tonantzin Land Institute, Albuquerque, New Mexico.

Tonatierra, Phoenix, Arizona.