Por la paz

* Poli Alatorre

“...quería ver desde lo alto el fenómeno de la aurora,

prodigio cotidiano que jamás he podido contemplar

sin un secreto grito de alegría...”

Adriano


La escritora francesa Marguerite Yourcenar, tras años de investigaciones, escribió “Memorias de Adriano”, profundas meditaciones escritas por el emperador romano al saber que su muerte estaba cerca. No sé si las palabras con las que inicié las puso Adriano en la pluma de Marguerite Yourcenar o Marguerite Yourcenar en labios de Adriano, pero eso no importa, sino el significado de ellas. Pocos como Adriano reparan en la maravilla de la aurora, pero el nuevo día ahí está, brindándonos la oportunidad de seguir siendo, de alcanzar nuestras metas, de realizar nuestros anhelos. Sin embargo, algunos dirigentes se toman el derecho de decidir que cientos de personas no tengan ya el privilegio de vivir un nuevo día; sin preguntar...sin tomar en cuenta a aquellos que no mirarán más el fenómeno de la aurora; ignorando las protestas, los rechazos, las lágrimas.

Vietnam, Corea, Islas Malvinas, el Pérsico, Yugoslavia...son tan sólo unas cuantas de las guerras que el hombre ha declarado al hombre. A nadie se le ha preguntado si está dispuesto (a) a cambiar a su padre o a su madre, a su hijo o a su esposo(a), a sus piernas, a sus ojos, a su cordura o a su vida por lo que los mandatarios buscan con las armas, lo cual, por lo general, dista mucho de ser en beneficio de quienes sufren bajo los bombardeos. Derrocar cierto sistema de gobierno, conseguir petróleo, ocupar un territorio, evitar la unión de un continente al que no perteneces, obtener más poder...esos son algunos de los intereses de quienes hacen las guerras, poniendo en peligro los intereses del resto del mundo: el interés de ser, de hacer, de cumplir, de vivir...

Cuando comenzó el conflicto en el Golfo Pérsico, mi sobrina que tenía apenas siete años, comentó que ella haría en la entrada de su calle un “murito de Berlín” como protección. ¿Es justo que una niña de siete años imagine como debe defenderse de la guerra? Y peor aún, es justo que miles de niños hayan comprobado ya que ni una muralla puede protegerlos?...nunca olvidaré sus caritas asustadas escondiéndose tras las máscaras antigas, con recuerdos que no los dejarán jamás vivir tranquilos; adultos del mañana que despertarán a la media noche en medio de terribles pesadillas.

Los jóvenes de ahora, con sueños y esperanzas, son enviados al frente a países desconocidos para unos, su patria para otros, para luchar por el “no saben qué” que se disputan los mandatarios, mientras estos últimos giran instrucciones desde la comodidad de su sillón de cuero, rodeados de teléfonos en los que reciben el número de las bajas, mientras las ilusiones de las bajas quedaron sepultadas en algún lugar quién sabe dónde.

México es un país cuya bandera es “el respeto al derecho ajeno” y la “no intervención”. Hagamos lo posible porque nuestros nobles preceptos sean imitados y de este modo, “el respeto al derecho ajeno” y la “no intervención”, serán los padres de la paz del mundo. El más elemental derecho del hombre es la vida, unámonos para protestar en contra de quienes hoy lo violan.

Porque ningún pequeño tenga que idear un “murito de Berlín” para protegerse, porque los niños no escondan más sus caritas asustadas tras las máscaras antigas, porque los jóvenes puedan ver realizados sus anhelos y porque los seres humanos sigamos contemplando el prodigio cotidiano de la aurora, pidamos, incansables, la paz.