
Carta del Padre JORGE F. CASTAGNET,
(Mayo de 1996) con motivo del cuadragésimo aniversario de la fundación del colegio San
Juan el Precursor:
IN NOMINE DOMINI ! EN EL NOMBRE DEL SEÑOR ! Tales fueron las
palabras que pronunciaron mis labios, procedentes desde lo más hondo del corazón, cuando
me disponía aquella inolvidable mañana del 14 de mayo de 1956, a inaugurar la vida del
flamante colegio SAN JUAN EL PRECURSOR.
Me acompañaban en esa oportunidad los matrimonios - sus
verdaderos fundadores - a los que me tocó el honor de asesorarlos en la nobilísima
empresa que acometían con tanta Fe, Esperanza y Amor.
Salimos pues, al encuentro de los 180 primeros alumnos que,
formados en el jardín del frente de nuestra Casa de Estudios, esperaban ansiosos, junto
con sus maestras, maestros y profesores, la hora de iniciar la prometida formación de su
cultura integral, religiosa, humanística, científica, artística y deportiva, a la luz
de las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica.
Hoy celebramos el cuadragésimo aniversario de aquel venturoso
día de 1956; no cabe sino dar gracias a Dios por los copiosos frutos obtenidos de las dos
generaciones que transitaron hasta ahora por las aulas de nuestro querido colegio.
Estos frutos se reconocen en la brillante pléyade de sus
ex-alumnos, sacerdotes unos, apóstoles laicos otros, padres de familias cristianas,
excelentes profesionales, dinámicos empresarios y realizadores de múltiples tareas al
servicio de la comunidad, inspirados todos en el lema "ADIMPLE MINISTERIUM", que
les fuera propuesto como guía de toda su carrera en este mundo, a imitación de su Santo
Patrono SAN JUAN EL PRECURSOR de CRISTO.
Gracias señor, te damos, las más rendidas, por esa cosecha
recogida hasta el presente. Imploramos, con entera confianza, que tu Infinita Misericordia
siga derramándose sobre nosotros en el porvenir y que gocemos siempre de la manifiesta
protección de tu Santísima Madre, la VIRGEN MARIA, a la que tanto amamos también.
Pero a nuestra sincera gratitud, queremos unir el sentido
arrepentimiento por las faltas cometidas a lo largo de estas cuatro décadas recorridas;
es decir, por todas las infidelidades, negligencias, y tibiezas, con las que hayamos
empañado el desempeño de nuestra sublime misión de educadores católicos. Nos
postramos, en consecuencia, ante TI, contritos y humillados, recabando tu perdón,
confiados en tu bondad, y así reemprenderemos, con renovadas fuerzas, el camino iniciado
hace cuarenta años, abiertos a cualquier iniciativa, innovación o sugerencia que pueda
significar un avance, progreso o perfeccionamiento de nuestro sistema educativo, y todo
esto IN NOMINE DOMINI.
