Pecado imperdonable
"El único pecado imperdonable"
Es de vital importancia conocer el verdadero carácter del pecado Imperdonable. En el pasado muchos dentro del pueblo de Dios lo cometieron. Según la palabra de Dios al igual que la pluma inspirada nos dejan ver muy claro que dentro del pueblo de Dios, poco antes de la segunda venida de nuestro Señor muchos cometerán el pecado imperdonable.
¿Cuál es el pecado imperdonable?
Dice la palabra de Dios:
"Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia serán perdonados a los hombres. Pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. El que hable contra el Hijo del Hombre, será perdonado; pero el que hable contra el Espíritu Santo, no será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. (Mat. 12: 31, 32)
¿Qué es hablar contra el Espíritu santo?
Precisamente antes de esto, Jesús había realizado por segunda vez el milagro de sanar a un hombre poseído, ciego y mudo, y los fariseos habían reiterado la acusación: "Por el príncipe de los demonios echa fuera demonios" (Mat. 12: 24).
Cristo les dijo claramente que al atribuir la obra del Espíritu Santo a Satanás, se estaban separando de la fuente de bendición. Los que habían hablado contra Jesús, sin discernir su carácter divino, podrían ser perdonados; porque podían ser inducidos por el Espíritu Santo a ver su error y arrepentirse. Cualquiera que sea el pecado, si el alma se arrepiente y cree, la culpa queda lavada en la sangre de Cristo; pero el que rechaza la obra del Espíritu Santo se coloca donde el arrepentimiento no puede alcanzarle.
Es por el Espíritu Santo como Dios obra en el corazón. Cuando los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás, cortan el conducto por el cual puede comunicarse con ellos. Cuando rechazan finalmente al Espíritu, no hay nada más que Dios pueda hacer por el alma. (Matutina Recibiréis Poder Pág. 38)
La manifestación más común del pecado contra el Espíritu Santo consiste en despreciar persistentemente la invitación del Cielo a arrepentirse. Cada paso dado hacia el rechazamiento de Cristo, es un paso hacia el rechazamiento de la salvación y hacia el pecado contra el Espíritu Santo. (Deseado 292, 293)
El que se complace en el pecado no puede lograr prosperidad espiritual. Presentar excusas por los pecados cometidos equivale a resistir la obra del Espíritu Santo que convence de pecado (Juan 16: 8-11), y así se corre el peligro de que se endurezca el corazón hasta el punto de que finalmente no habrá más el anhelo de alcanzar la justicia ni se sentirá el impulso hacia el arrepentimiento.
Además, no basta reconocer la pecaminosidad. El pecador debe abandonar sus pecados y resistir con éxito la tentación por medio de la fuerza que Dios ha prometido impartirle (Rom. 8: 3, 4; Fil. 2: 13; 2 Tim. 2: 22; 1 Juan 3: 6). Sólo cuando se cumplan estas condiciones, Dios podrá manifestar su misericordia. Si Dios perdonara y bendijera al que se aferra al pecado, lo estimularía a proseguir en el camino que finalmente lleva a la muerte eterna (Rom. 6: 23; Sant. 1: 13-15). Si los pecadores entraran en el reino eterno, se perpetuaría allí el sufrimiento, la tristeza y la muerte. (Comentario Bíblico, tomo 3 Pág. 1061)
Hermanos, sabían Ustedes que el pecado imperdonable podemos cometerlo cualquiera de nosotros aun estando en la iglesia.
No porque yo guarde el sábado, pague los diezmos, ayune, haga obra misionera y venga regularmente a la iglesia estoy expuesto a ese pecado.
En el libro de Apocalipsis se encuentra una cita donde nos dice que muchos en la iglesia de no despertar de su letargo espiritual cometerán el pecado imperdonable. Esto lo veremos mas adelante.
Analicemos algunos ejemplos del pasado para entender mejor lo que es realmente el pecado imperdonable.
¿Se comete el pecado imperdonable por causa de una mentira?
La mentira no es el pecado imperdonable.
Tenemos el caso de Jacob cuando mintió a su padre pasándose por Esaú.
“Jacob respondió: Soy Esaú tu primogénito. Hice como me pediste. Levántate, y come de mi caza, para que me bendigas". (Génesis 27: 19)
Jacob no fue abrumado por su pena. Se había arrepentido, había tratado de expiar el mal hecho a su hermano. Y cuando se vio amenazado de muerte a causa de la ira de Esaú, buscó ayuda en Dios. . . "Lloró y le hizo suplicación" (Ose. 12: 4).
"Y le bendijo allí" (Gen. 32: 29). . . Había quebrantado el poder del mal de su propia naturaleza; había sido transformado su carácter. . .
Dios no anula sus leyes. No obra contrariamente a ellas. No deshace la obra del pecado, pero la transforma. Por medio de su gracia, la maldición se convierte en bendición (La Educación, Pág. 141-143).
Jacob sé arrepiente de su pecado.
Cuando una persona se arrepiente de su pecado es porque a respondido al llamado del Espíritu Santo.
Tenemos el caso de Pedro cuando tres mil conmovidos por el Espíritu Santo le preguntaron a Pedro. Hermanos, ¿qué haremos?
Al oír esto, se dolieron de corazón, y preguntaron a Pedro y a los otros apóstoles: "Hermanos, ¿qué haremos? Pedro contestó: "Arrepentios, y sed bautizados cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados. Y recibiréis el don del Espíritu Santo. Hechos 2: 37, 38.
“Porque la tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de que no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muerte”. (2Cor 7:10 (RVA)
Los que permitan que Dios obre en ellos, crecerán hasta la estatura plena de hombres y mujeres en Cristo Jesús.
Tenemos el caso de Moisés cuando mato a un egipcio.
Un día, cuando Moisés ya era hombre, salió a visitar a sus hermanos. Observó sus cargas, y vio a un egipcio que golpeaba a uno de sus hermanos hebreos. Miró a todas partes, y al ver que no había nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. (Éxodo 2:11, 12)
¿Cometió moisés el pecado imperdonable por matar a este egipcio?
Sabemos que no, Dios lo uso como el libertador del su pueblo y fue prototipo de Jesús.
"Ven, por tanto, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.
Entonces Moisés respondió a Dios: "¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los israelitas? (Éxodo 3:10, 11)
Vemos que no-cerro su corazón al llamado del señor.
No se comete el pecado imperdonable por matar a una persona, el pecado imperdonable se comete cuando no le permitimos al Espíritu Santo obrar en nuestro corazón. Todo criminal que se arrepiente y acepta al Señor como su salvador tiene perdón.
¿Cometió el rey David el pecado imperdonable por acostarse con la esposa de Urías y luego mandarlo a matar? NO.
Una tarde se levantó David de su cama, y se paseaba por el terrado de la casa real. Y vio desde allí a una mujer muy hermosa, que se estaba bañando. David envió a preguntar por esa mujer, y le dijeron que era Betsabé, hija de Eliam, esposa de Urías hitita. Y David envió mensajeros que la trajeron. Al llegar, David se acostó con ella, cuando ella acababa de purificarse de su menstruo. Y ella se volvió a su casa. (2 Samuel 11: 3, 4)
Venida la mañana, David envió una carta por mano de Urías. En ella había escrito: "Poned a Urías al frente de la batalla, y desamparadlo; para que sea herido, y muera". (2 Samuel 11: 14, 15)
Arrepentimiento de David.
EL Sal. 51 es un salmo penitencial. David lo escribió después de cometer su gran pecado [con Betsabé], en la angustia del remordimiento y la repugnancia de sí mismo). "Es una expresión del arrepentimiento de David, cuando le llegó el mensaje de reprensión de parte de Dios.
Salmo 51.
TEN piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.
¿Cometió Saulo de Tarso el pecado imperdonable por ser un perseguidor de los hijos de Dios?
SAULO DE TARSO sobresalía entre los dignatarios judíos que se habían enfurecido por el éxito de la proclamación del evangelio. Aunque ciudadano romano por nacimiento, era Saulo de linaje judío, y había sido educado en Jerusalén por los más eminentes rabinos. Era Saulo "del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; cuanto a la ley, fariseo; cuanto al celo, perseguidor de la iglesia hasta la muerte, tomando presos y entregando a las cárceles a hombres y también a mujeres.
Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba diciendo: --¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!
Y puesto de rodillas clamó a gran voz: --¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!
Y habiendo dicho esto, durmió. Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén, y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria, con excepción de los apóstoles. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban, e hicieron gran lamentación por él. Entonces Saulo asolaba a la iglesia. Entrando de casa en casa, arrastraba tanto a hombres como a mujeres y los entregaba a la cárcel.” (Hechos 8: 1- 3)
Saulo consiguió una carta del sanedrín para los dirigentes judíos de la ciudad de Damasco, carta que lo autorizaba para dirigir a los judíos en un decisivo ataque contra los cristianos de esa importante ciudad.
Hechos 9: 3 - 6, dice: “Yendo por el camino, al acercarse a Damasco, de repente lo cercó un resplandor de luz del cielo; y cayó en tierra, y oyó una voz que le dijo: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? " Saulo preguntó: "¿Quién eres, Señor? " Y él replicó: "Yo Soy Jesús, a quien tú persigues. [Dura cosa te es dar coses contra el aguijón". [Entonces él, temblando y temeroso, dijo: "Señor, ¿qué quieres que haga?" El Señor respondió:] "Levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer".
Saulo se convierte en un Apóstol y predicador.
Entonces Bernabé lo llevó, y lo presentó a los apóstoles. Les contó que Saulo había visto al Señor en el camino, que le había hablado, y que en Damasco había predicado con valentía en el Nombre de Jesús. Hechos 9:27)
Su arrepentimiento y entrega es evidencia de que nunca había cometido ese pecado.
¿Cometió Pedro el pecado imperdonable por negar a Jesús tres veces?
Jesús le dijo: "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces". (Mat. 26: 34)
Entonces Pedro empezó a maldecir, y a jurar: "No conozco al hombre". Y enseguida el gallo cantó. Y Pedro se acordó de las palabras de Jesús: "Antes que el gallo cante, me negarás tres veces". Y salió afuera, y lloró amargamente. (Mat. 26:74, 75)
Cuando el canto del gallo le hizo recordar las palabras de Cristo, sorprendido y emocionado por lo que acababa de hacer, se volvió y miró a su Maestro. En ese momento Cristo miró a Pedro, y éste se comprendió a sí mismo ante la triste mirada, en la que se mezclaba la compasión y el amor hacia él. Salió y lloró amargamente, pues aquella mirada de Cristo quebrantó su corazón. Pedro había llegado al punto de la conversión, y amargamente se arrepintió de su pecado. . .Entonces desapareció su confianza propia. Nunca más se repitieron sus antiguas aseveraciones jactanciosas. . . (Conflicto y valor Pág. 322)
¿Cometió Judas el Iscariote el pecado imperdonable al entregar a Jesús? Si.
Entonces uno de los doce, Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: "¿Qué me queréis dar, si os lo entrego?" Y ellos le asignaron treinta monedas de plata. Desde entonces buscaba una ocasión para entregarlo. (Mat. 26: 14-16)
Les dijo: "He pecado entregando sangre inocente". Pero ellos dijeron: "¿Qué nos importa a nosotros? Eso es cosa tuya". Entonces arrojó las monedas de plata en el templo, salió, y se ahorcó. Mat. 27: 4, 5)
Judas tuvo las mismas oportunidades que los demás discípulos. Escuchó las mismas preciosas lecciones. Pero la práctica de la verdad requerida por Cristo contradecía los deseos y propósitos de Judas, y él no quería renunciar a sus ideas para recibir sabiduría del Cielo (El Deseado de Todas las Gentes, Págs. 260, 261.
El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la vida.
Hay muchos que no entienden la naturaleza verdadera del arrepentimiento. Gran número de personas se entristecen por haber pecado y aun se reforman exteriormente, porque temen que su mala vida les acarree sufrimientos. Pero esto no es arrepentimiento en el sentido bíblico. Lamentan la pena más bien que el pecado. Judas Iscariote, después de traicionar a su Señor, exclamó: "¡He pecado, entregando la sangre inocente!" (S. Mateo 27: 4. (Camino a cristo Cáp. 3)
En Judas Iscariote no hubo arrepentimiento porque desprecio persistentemente la invitación del Cielo a arrepentirse. El que rechaza la obra del Espíritu Santo se coloca donde el arrepentimiento no puede alcanzarle.
Es por el Espíritu Santo como Dios obra en el corazón. Cuando los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu y cortan con el conducto por el cual Dios puede comunicarse con ellos los lleva a cometer el pecado imperdonable. Cuando rechazan finalmente al Espíritu, no hay nada más que Dios pueda hacer por el alma.
La manifestación más común del pecado contra el Espíritu Santo consiste en despreciar persistentemente la invitación del Cielo a arrepentirse.
¿Cometió el pecado imperdonable el pueblo judío ?
"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1: 11, 12).
Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran;
Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. (Mateo 15: 8, 9)
Al rechazar a Cristo, el pueblo judío cometió el pecado imperdonable, y desoyendo la invitación de la misericordia, podemos cometer el mismo error que ellos. (Deseado 292.)
Cuando el pueblo judío rechazó a Cristo, el Príncipe de la vida, él les quitó el reino de Dios y lo dio a los gentiles. (E.U.D. 60, 61)
¿Cuántos del pueblo de Dios en estos últimos días están en camino para cometer el pecado imperdonable?
El blanco de Satanás es inducir al pueblo de Dios a cometer el pecado imperdonable sin que ellos se den cuenta.
Muchos dentro del pueblo de Dios están caminando hacia el pecado imperdonable sin darse cuenta. A menos que no despierten a la realidad y se arrepientan lo cometerán.
En (Apoc. 3: 14-17.) Dice;
"Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea. He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, o caliente! Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo." (Apoc. 3: 14-17.)
¡Qué mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza de que en ellos todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste engaño, aunque crea sinceramente dicho engaño. No sabe que su condición es deplorable a la vista de Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del Testigo Fiel se lisonjean de que se encuentran en una exaltada condición espiritual, dicho mensaje quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera condición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. Este testimonio tan penetrante y severo no puede ser un error porque es el Testigo Fiel el que habla y su testimonio debe ser correcto. (J.T. t.1 327, 328)
El Señor le revelo a su cierva dos grupos, dentro de la iglesia, uno que clamaba a Dios con llanto y llora y el otro indiferente a las cosas de Dios y a su salvación porque se encontraban bien como estaban.
1er grupo "Vi que algunos, con fe robusta y gritos acongojados, clamaban ante Dios. Estaban pálidos y sus rostros demostraban la profunda ansiedad resultante de su lucha interna. Gruesas gotas de sudor bañaban su frente; pero con todo, su aspecto manifestaba firmeza y gravedad
2do grupo "Vi que algunos no participaban en esta obra de acongojada demanda, sino que se mostraban indiferentes y negligentes, sin cuidarse de resistir a las tinieblas que los envolvían, y éstas los encerraban como una nube densa. Los ángeles de Dios se apartaron de ellos y acudieron en auxilio de los que anhelosamente oraban." (P. E. p. 271)
Este grupo que se mostraba indiferente y negligente, sin cuidarse de resistir a las tinieblas satánicas que los envolvían, estaban rechazando la obra del Espíritu Santo.
Cuando los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu, cortan el conducto por el cual Dios puede comunicarse con ellos. Cuando rechazan finalmente al Espíritu, no hay nada más que Dios pueda hacer por el alma. (Matutina Recibiréis Poder Pág. 38)
Cada paso dado hacia el rechazamiento de Cristo, es un paso hacia el rechazamiento de la salvación y hacia el pecado contra el Espíritu Santo. (Deseado 292, 293)
Dice que los ángeles de Dios se apartaron de ellos porque no había mas esperanza para ellos.
¿Quiénes mas cometerán el pecado imperdonable en el pueblo de Dios?
"Aquellos que no sienten pesar por su propia decadencia espiritual ni lloran sobre los pecados ajenos quedarán sin el sello de Dios.
(Léase J. T. t. 2 p. 64 - 66)
Los que no sientan pesar por su propia decadencia espiritual quedarán sin el sello de Dios.
"Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el testigo fiel y verdadero, el origen de la creación de Dios, dice estas cosas: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Así, porque eres tibio, y no frío ni caliente, estoy por vomitarte de mi boca. Ya que tú dices: "Soy rico; me he enriquecido y no tengo ninguna necesidad', y no sabes que tú eres desgraciado, miserable, pobre, ciego y desnudo, Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apoc. 3: 14-20.
El Señor esta llamando a la puerta del corazón.
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,..
¿Qué peligro corren los indiferentes al llamado del Señor?
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” (Efe. 4: 30)
Cuándo el Señor presenta una evidencia tras otra, y a una luz añade otra luz, ¿por qué las almas vacilan en andar en la luz?... Con cada vacilación y tardanza, nos colocamos donde resulta cada vez más difícil aceptar la luz del cielo, y finalmente parece imposible ser impresionados por las amonestaciones y las advertencias. El pecador dice cada vez con mayor facilidad: "Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré" (Hech. 24: 25).
Quien es atraído una vez y otra por su Redentor, y desatiende las advertencias dadas, y no cede a su convicción de que debe arrepentirse y no escucha cuando es exhortado a buscar perdón y gracia, está en una posición peligrosa. Jesús lo está atrayendo, el Espíritu está ejerciendo su poder sobre él, instándole a entregar su voluntad a la voluntad de Dios, y cuando esta invitación es desatendida, el Espíritu es contristado. El pecador elige permanecer en el pecado y la impenitencia, aunque tiene evidencias para estimular su fe, y una evidencia adicional no será de ninguna utilidad... Está respondiendo a otra atracción, y ésa es la atracción que Satanás ejerce sobre él. Presta obediencia a los poderes de las tinieblas. Esta conducta es fatal y deja al alma en obstinada impenitencia. Esta es la blasfemia más generalizada entre los hombres, y obra en forma muy sutil, hasta que el pecador no siente remordimiento, no oye la voz de la conciencia, no experimenta el deseo de arrepentirse, y en consecuencia no tiene perdón...
Los que resisten al Espíritu de Dios piensan que en el futuro podrán arrepentirse, cuando estén listos para iniciar una reforma; entonces el arrepentimiento estará fuera de su alcance. Las tinieblas de los que rehúsan andar en la luz, teniendo la luz, serán proporcionales a la luz y los privilegios que se les dieron. (Review and Herald, 29 6-1897) (A fin de conocerle Pág. 247)
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,..
Aquellos que no escuchen la voz del Señor llamando a través de su palabra y sus mensajeros guiados por el Espíritu santo por seguir en sus propios caminos cometerán el pecado imperdonable.
El pecado contra el Espíritu Santo es el pecado de un rechazo persistente a responder a la invitación a arrepentirse.
Estoy.
La flexión del verbo sugiere que Cristo se ha detenido junto a la puerta y allí permanece. Nunca se cansa de ofrecer su bendita presencia a todos los que quieren recibirlo.
La puerta.
No es la puerta de la oportunidad que se ofrece en el vers. 8, ni la puerta de la salvación (cf. Mat. 25: 10; Luc. 13:25). Esas puertas las abre y cierra únicamente Dios. Pero esta puerta está bajo el control individual y cada uno puede abrirla o cerrarla según su voluntad. Cristo aguarda la decisión de cada persona porque es la puerta del alma. Cristo llama a la puerta de las emociones por medio de su amor, su palabra y sus providencias; llama a la puerta de la mente por medio de su sabiduría; llama a la puerta de la conciencia por medio de su autoridad; llama a la puerta de las esperanzas humanas por medio de sus infalibles promesas.
También puede considerarse que este pasaje se refiere a Cristo que está a la puerta de la vida humana, y en verdad de la historia humana, listo para entrar y bendecir con su presencia a su pueblo que espera (cf. Mat. 24:33; Luc. 12:36; Sant. 5:9).
Un mercader cargado de riquezas.
El gran Redentor se presenta a sí mismo como un mercader celestial cargado de riquezas, que va de casa en casa presentando sus invalorables mercancías. El Señor llama a la puerta de tu corazón, deseando entrar para poder impartir riquezas espirituales a tu alma. Anhela ungir los ojos ciegos para que disciernas el santo carácter de Dios en su ley y entiendas el amor de Cristo que ciertamente es el oro refinado en fuego.
Jesús está yendo de puerta en puerta deteniéndose frente al templo de cada alma y proclamando: "Yo estoy a la puerta y llamo". Como un mercader celestial expone sus tesoros y clama: "Te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez". El oro que ofrece es sin impurezas, más precioso que el de Ofir, pues es la fe y el amor. Se invita al alma que se ponga las vestiduras blancas que son el manto de justicia de Cristo, y el aceite para ungir es el aceite de la gracia de Cristo, que dará visión espiritual al alma que está cegada y en tinieblas para que pueda distinguir entre la obra del Espíritu de Dios y del espíritu del enemigo.
"Abre tus puertas", dice el gran Mercader, el poseedor de riquezas espirituales, "y haz tus negocios conmigo. Soy yo, tu Redentor, quien te aconseja que compres de mí" (RH 7-8-1894). (Cometario Biblico tomo 7 pág. 977)
La manifestación más común del pecado contra el Espíritu Santo consiste en despreciar persistentemente la invitación del Cielo a arrepentirse. Cada paso dado hacia el rechazamiento de Cristo, es un paso hacia el rechazamiento de la salvación y hacia el pecado contra el Espíritu Santo. (Deseado 292, 293)
La blasfemia contra el Espíritu Santo, o sea el pecado imperdonable, consiste en la resistencia progresiva a la verdad, y culmina en una decisión final e irrevocable en contra de ella, hecha deliberadamente y sabiendo muy bien que al proceder así se está escogiendo seguir una conducta propia que se opone a la voluntad divina. La conciencia está cauterizada por la resistencia continua a las impresiones del Espíritu Santo y quien está en esa situación difícilmente comprende que ha hecho la decisión fatal. Puede también ocurrir que simplemente no se llegue nunca a hacer la decisión de actuar en armonía con la voluntad de Dios (DTG 291).
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. Apoc. 3: 20.
LA PROMESA de Dios es: "Me buscaréis y me hallaréis cuando me buscaréis de todo vuestro corazón" (Jeremías 29: 13).
Debemos dar a Dios todo el corazón o, de otra manera, el cambio que se ha de efectuar en nosotros, y por el cual hemos de ser transformados conforme a su semejanza, jamás se realizará. Por naturaleza estamos enemistados con Dios. El Espíritu Santo describe nuestra condición en palabras como éstas: "Muertos en las transgresiones y los pecados" (Efesios 2: 1), "la cabeza toda está ya enferma, el corazón todo desfallecido", "no queda ya en él cosa sana" (Isaías 1: 5, 6). Estamos enredados fuertemente en los lazos de Satanás, por el cual hemos "sido apresados para hacer su voluntad" (2 Timoteo 2: 26). Dios quiere sanarnos y libertarnos. Pero, puesto que esto demanda una transformación completa y la renovación de toda nuestra naturaleza, debemos entregarnos a él enteramente. (Camino a Cristo)
fin
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