CIUDAD DE CIUDADES Silvia Monrós de Stojakovic
PALABRAS DE INTRODUCCIÓN


En la Biblioteca Serbia hasta la fecha han aparecido seis libros. Todos 
ellos son un testimonio sui generis de un pueblo y de la época en que 
surgieron. Sin embargo, además del valor documental, en ellos es evidente el 
nivel literario que apuntan a buenos escritores. Teodor Metolut, residiendo 
en misión diplomática hace mucho tiempo, en 1298, en la corte del rey 
Milutin, perpetró en su Epístola un extraordinario testimonio literario. Lo 
mismo se puede decir de los libros de Flora Sandes, Ishobel Ross y Archibald 
Reiss, que escribieron acerca de la Primera Guerra Mundial. El coronel 
noruego Henrik August Angel resultó ser un excelente escritor, y el título 
de su libro, "Cuando un pueblo pequeño lucha por la vida: relatos militares 
serbios", parecería haber surgido en estos tiempos, cuando una vez más las 
aves de rapiña mundiales han vuelto a arremeter contra ese mismo pueblo 
pequeño, el pueblo serbio. El sexto libro, Rhigas Pheraios y Karadjordje, 
nos acerca a dos próceres incondicionados, esto es, a Rhigas Westelenti, 
emisario de la revolución balcánica,
y a Karadjordje, el caudillo serbio a quien un autor griego anónimo, en un 
texto escrito en 1806 bajo el título de "La prefectura griega, a saber, unas 
palabras sobre la libertad", indica como comandante de la revolución ("Los 
serbios nos dan este gran ejemplo, ¡oh, griegos!...").

Cada uno de los seis libros publicados hasta ahora en la Biblioteca Serbia 
fue escrito en un determinado tiempo histórico y conlleva su reflejo. El 
libro de Silvia Monrós de Stojakovic fue escrito en un instante realmente 
particular de la Historia, cuando los diecinueve países más poderosos del 
mundo, encabezados por Estados Unidos de Norteamérica, atacaron y 
bombardearon enloquecidamente un pequeño país, denominando su misión asesina 
con el nombre cínico de Angel Misericordioso.

"Lo que está sucediendo en Serbia demuestra la necesidad de establecer unos 
Estados Europeos Federales", escribía Victor Hugo en 1876. "Que en lugar de 
los gobiernos en discordia vengan los pueblos en concordia. / ... / Basta de 
guerras y matanzas: el pensamiento libre, el intercambio libre; la 
fraternidad. ¿Acaso la paz es tan difícil? Una República Europea, una 
Federación continental, esa es la única realidad política./ ... / Europa 
necesita una nación , un gobierno europeo, un enorme tribunal electoral 
fraterno, la democracia en paz consigo misma, para que todos los pueblos 
sean hermanos de París en tanto que cuna y capital, para que la libertad 
consiga la luz como capital. En una palabra, los Estados Europeos Federales."

Empero, esa misma Federación con la que soñaba el ilustrado francés en su 
noble defensa del pueblo serbio, elevóse no a las alturas de la democracia, 
sino que sucumbió a la demonocracia. Volvió a ocurrir lo que el autor 
mexicano Alfonso Reyes denominó la Pasión de Serbia:

"De tiempo en tiempo las potencias vecinas muestran interés por dominar 
Serbia, para embaucarla y abandonarla. Europa se salvó de la invasión turca 
esencialmente gracias a los serbios. Ellos fueron la carne que iba a los 
mataderos para la salvación de los demás./ ... / Cuántas veces hemos visto a 
Serbia levantándose, y cuántas veces la hemos visto caerse desde esas 
alturas. No es posible permanecer indiferente ante tanto sufrimiento y tanto 
coraje."

Al mismo tiempo, durante los setentisiete días y noches de bombardeo, 
resucitó la potente voz del ilustre español Miguel de Unamuno, y sus 
palabras, escritas en 1918 en el texto "Por el pueblo serbio", se actualizan 
hoy en su forma más aguda:

"Y es justo ante todo permitir que un pueblo desarrolle su propia 
ideosincracia y no que sirva de yunque por el que los demás pueblos den 
golpes, como tampoco como de campo de batalla en el que se enfrenten entre 
sí. Después de esta guerra, entre otras cosas, se producirá el 
desmoronamiento de la montaña de injurias echadas contra este pueblo que no 
quiso ser vasallo ajeno."

Hubo en el pasado, pues, gente de pluma y raciocinio que se puso a la 
defensa del pueblo serbio. La nueva injusticia a la que el pueblo serbio ha 
vuelto a ser expuesto constituye una nueva página de este extraño patrimonio 
de la Humanidad. En esos escritos acerca de nosotros se entremezcla lo épico 
con lo lírico; lo trágico y heroico con lo anecdótico; la Historia con las 
leyendas y la ficción artística. No está de más señalar el hecho de que las 
palabras de García Márquez, Saramago, Pinter, Konrad, Akhmadulina, Besson, 
Handke, Dutourd, tienen sus raíces profundas en el escribir de sus grandes 
predecesores: Gocthe, Octavio Paz, Apollinaire, Hugo, Carducci, Unamuno, 
Reyes...

La esencia de su enfoque es el ascenso y la caída. Los autores extranjeros 
ven a los serbios como un pueblo sin fortuna histórica que anhela el 
progreso, la libertad, la paz, la poesía, el arte; que libra una lucha ardua 
por su supervivencia y que profesa un amor intrínseco por la familia, el 
hogar, el invitado...

Es interesante que de entre esos escritores haya varias mujeres. Las mujeres 
se inspiran en los motivos y mitos serbios, como por ejemplo Marguerite 
Yourcenar, que escribe acerca del héroe épico serbio Marko Kraljevic, en 
tanto que otras mujeres dejan en sus notas de viaje, en sus diarios y 
estudios, valiosos apuntes sobre la mentalidad del pueblo serbio, sobre su 
tradición, su arte y su momento político. El ojo de la mujer tiene una 
visión particular y por eso sus cartas y diarios del
"Wild Balcán" son una verdadera rareza y joya.

Visto en su conjunto, se puede decir que la Pasión de Serbia y su pugna por 
la libertad es una fuente de inspiración permanente para los autores 
extranjeros.

Por supuesto, también lo es el arte que constituye una especie de 
resistencia por medio de la poesía, la pintura al fresco, la danza. Una 
parte de esta resistencia, pero también de la conversación con el mundo 
ilustrado, son los libros de la Edición Serbia, que aportan una mirada desde 
adentro. "El pasado de la Península Balcánica bajo los turcos no se puede 
entender si no nos adentramos en él siguiendo las huellas de los viajeros 
europeos que, con su cultura y modo de ser, nos resultan próximos", escribió 
Radovan Samardzic en su libro "Belgrado y Serbia en los escritos de los 
contemporáneos franceses".

Aquellos que estuvieron con nosotros en los instantes más difíciles, que 
vinieron o se quedaron aquí, tuvieron oportunidad de conocernos mejor. Lo 
mismo que nosotros a ellos. Pasando por Serbia, Lamartine anotó que hubiera 
deseado luchar con el pueblo serbio por su libertad; Giuseppe Barbanti 
Brondano luchó con el pueblo serbio por su libertad. Octavio Paz, merecedor 
del Premio Nóbel de Literatura, refiriéndose al prominente Poeta serbio 
Vasko Popa, escribe tanto de la sublime lucha del espíritu como de la lucha 
por la libertad espiritual:

  El sol poniente baila
  sobre la mira de su infalible escopeta.
  No hay nadie a la vista
  pero Vasko empuña el arma y dispara.
  Cada disparo inventa un blanco,
  ideas que, apenas, tocadas,
  vuelan como exclamaciones.
  Anoto para mi prólogo:
  la escopeta de Vasko no mata,
  es dadora de imágenes.

El texto conmovedor de Kayoko Yamasaki, que estuvo durante todo el bombardeo 
en Belgrado, "El cosmo, las voces, el silencio", o su poema "Escaleras, dos 
ángeles", dedicado a Stefan y Dejana, los niños de Nuevo Belgrado asesinados 
por las bombas de la OTAN; los últimos informes de los corresponsales chinos 
de Belgrado, Sao Yunhuan y Syu Syunhu, en los que hablan de los sufrimientos 
de los belgradenses, la escopeta texana de Randall Major con la que este 
conocido traductor quiere defender nuestros puentes advirtiendo al mundo 
desde Novi Sad que los serbios salen a sus puentes para defenderlos con sus 
cuerpos ya que para ellos son lo mismo que su propia vida, quedan para 
siempre en nuestros corazones y en nuestra memoria.

Estos son valiosos testimonios de nosotros mismos en los días más difíciles, 
así como del poder de la amistad y de la justa lucha por la libertad.

Así son los textos-cartas-escritos de Silvia Monrós de Stojakovic que 
surgieron en estos nuevos tiempos del mal. Además de la verdad acerca de un 
país sitiado revelan, más aún, cual a un personaje literario, a un exquisito 
escritor, a su singular mundo, tan real y tan similar a un mundo virtual que 
ni siquiera se puede imaginar, siendo sin embargo pura realidad. Una 
magnífica vibración compenetra el 'diario' de Silvia Monrós, una pura y gran 
emoción, muy particular y hasta ahora nunca registrada de esta manera, 
emerge ante el lector que, doquier se encuentre, puede sentir ese mismo 
estremecimiento compuesto de temor, fur¡a, ¿lino¡- y cariño por los hijos, 
protesta, miedo, impotencia e intensidad de la sublevación humana, con una 
poderosa ironía que, al igual que la rrrrrrr española, hilvana todos los 
textos. La madre afligida, cuyo hijo está en el Ejército y cuya hija parte 
hacia Buenos Aires desde el aeropuerto de Budapest, no se olvida de todo el 
pueblo, que no sólo es bombardeo desde el sinfín mientras matan a sus niños 
y a sus ancianos, mientras derrumban sus casas, sus puentes y sus 
hospitales, desde el Infinito, sino que desde hace años lo mantienen 
encarcelado. La escritora identifica ese país y ese pueblo con un libro, 
ateniéndose sin estar consciente de ello, a un antiguo escrito según el cual 
el libro serbio ha compartido el destino de] pueblo serbio.

"En efecto: ¿A dónde ir con la vida de uno? 
"Y así once millones de veces.
"El destino de cada uno resulta ser una interminable Biblioteca de Alejandría.

"Decía Borges que, tal como según en el Budismo toda 1a sabiduría puede 
caber en un caracol, también el Universo podría caber en un libro; y que si 
este Libro fuera distinto, también el mundo podría cambiar.

"Además de caer por encima de todas las vidas humanas, aquí las bombas caen 
sobre las huellas de haber vivido, sobre el sentido mismo para la 
posteridad: sobre los archivos, los monasterios medievales, las fotos, los 
recuerdos, los manuscritos.

"Todos somos, pues, una enorme biblioteca en llamas."

La autora plantea el grado supremo de la identificación, logrando incluso 
reírse del poderío destructor. Ejemplo de ello es el medallón -la 'escena'- 
de la autora recién salida del salón cosmético:

"Pero, dejémonos de propaganda. Volvamos a lo crucial, a saber: a mi salón y 
a mi belleza. Cuando salí de ahí -del salón- prodújose la primera oscuridad 
total. Con fibras de grafito los muy atorrantes impidieron que yo me 
luciera."

0 bien, típica del humor belgrandense, la observación sobre las fachadas a 
pintar, o los mosquitos:

"Una de mis amigas me dijo el otro día: 'Si con sus setecientos vuelos 
diarios y los 250.000 barriles de combustible que desparraman por las 
alturas, la OTAN por lo menos me liberara de los mosquitos...'"

Los lectores de estas latitudes se reconocerán como un reflejo de estos 
maravillosos textos. Al leer Ciudad de Ciudades, los lectores de otras 
lejanías sentirán toda la intensidad de la fabulosa y densa emoción de la 
autora.

La imagen de una ciudad sitiada es dominante en esta narrativa. Belgrado, a 
través del corte de una vivencia o de una imagen concreta, se convierte en 
"ciudad de ciudades". Con nosotros, además de Silvia Monrós, con nosotros 
están Borges, don Antonio Porpetta, Octavio Paz, Cortázar y Bela 
Akhmadulina, Y todos aquellos escritores que Silvia Monrós de Stojakovic ha 
traducido. También sobre ellos caen las bombas. También ellos son habitantes 
de Be1grado. Gracias a sus cartas, a sus protestas, a sus mensajes, Belgrado 
deviene la ciudad de ciudades. Única ciudad y la más aislada del planeta, 
bombardeada desde cinco o diez mil metros de altura, esta ciudad pasa a ser 
símbolo y metáfora del mundo insurrecto, de lo cual es una prueba, entre 
otros muchos textos, la parte final de este libro, escrito un año después 
del bombardeo.

Ante el lector se encuentra una palpitante unidad narrativa que ofrece las 
cualidades del relato, del diario y de la crónica de viaje. Para nosotros es 
asimismo significativa porque hallamos en ella el mismo mensaje que captamos 
en el texto de Victor Hugo "Para Serbia", o "Por el pueblo serbio", de 
Miguel de Unamuno; en los testimonios de Reiss en el libro "Lo que vi y lo 
que viví en los días de grandeza"; en "Justicia para Serbia", de Peter 
Handke, en la "Alocución sobre la virtud" de Dutourd, en las epístolas 
irónicas de Patrick Besson que, colocándose en defensa del pueblo serbio, en 
la Serbia bombardeada y las ciudades serbias destruidas, ve un nuevo 
resurgir. Y por encima de todo ello, ante nosotros tenemos un 
interesantísimo "cuadro sanguíneo léxico" de esta argentina que se quedó en 
Belgrado, tal como su libro "Ciudad de Ciudades" se quedará entre las 
descripciones de la antigua ciudad de antaño.

"Los Serbios han permanecido invencibles, pero el crímen contra el pueblo 
serbio todavía dura", dijo Aleksandar Zinovyev al inaugurar la Feria 
Internacional del Libro en Belgrado, en octubre de 1999, y de esta manera 
contestó a la pregunta de Victor Hugo de 1876: "¿Cuándo termínará el 
martirio de este pequeño pueblo heroico?"

Peter Handke incluso llegó a modificar la geografía del planeta durante el 
bombardeo. En el instante en que la desmesurada fuerza asesina de un 
autoproclamado Nuevo Orden Mundial trató de destruir Yugoslavia, él proclamó 
que Yugoslavia era todo el planeta, advirtiendo el amenazante apocalipsis y 
haciendo hincapié en la necesidad de defenderse de la OTAN y del Cíclope 
norteamericano: "Para aquellos que en nuestro planeta Tierra todavía no se 
han convertido en marsianos y otros degolladores verdes, a partir del 24 de 
marzo de 1999 su patria es Serbia, Montenegro, la República Srpska, 
Yugoslavia."

En el fondo, en su "proclamación" -aunque por supuesto en otra lengua- está 
la respuesta que se encuentra en la 'proclarnación' de Victor Hugo escrita 
con respecto a Serbia:

"También la Humanidad tiene su cuestión: es la criatura en las entrañas de 
su madre. Suplantemos las cuestiones políticas por la cuestión humana. El 
futuro entero estriba en ello."

El libro de Silvia Monrós de Stojakovic se fundamenta precisamente en esa 
idea:

"No pocos incluso se preguntaron y me preguntaron si yo era real; la 
mayoría, empero, me lo preguntó con la mejor intención, y con el deseo 
íntimo de que lo fuera. ¡Tanto cariño! Cada uno a su manera, y todos tan 
indefensos entre humanos. Todos nosotros, los que sólo sabemos de amor y de 
ilusiones.

"Paisajes inauditos. Y dentro de ellos, deseo saludar a un ser del Cono Sur, 
a un paisaje que me habló de su bebita chilena; de lo que esa bebona algún 
día vería cuando abriera los ojos."

La Ciudad sitiada persistió en el tiempo. Como tantísimas veces hasta ahora. 
Hasta se ha fortalecido mejor:

"Al cabo de varias noches la Ciudad Blanca estaba si no salvada, por lo 
menos evacuada en el idioma. En el idioma español, que muchos consideran el 
más adecuado, si no acaso el único para establecer comunicación con el 
principio divino de reciprocidad ya a partir del sonido."

Ratomir Damjanovic


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