El genial Alex De la Iglesia, en coche.     Un Viaje en Coche con 


   "Somos soldados del ejército mutante y vamos a ganar la guerra. La sociedad nos trató como mierdas y ahora les vamos a dar por el culo! El mundo está dominado por niños bonitos y por hijos de papá. Dios!! Basta ya de mierdas light, basta de colonias, de anuncios, de coches, de aguas minerales... No queremos oler bien, no queremos adelgazar. Sólo quedamos nosotros, amigos míos. Todos el mundo es tonto o moderno. Somos mutantes, no pijos de playa o maricones diseño. Y ahora vamos a enseñar a esos mierdas lo que es terrorismo".
   Con esta declaración de principios -que Dossier Negro hace propia-, Ramón Yarritu, el personaje que Antonio Resines interpreta en "Acción Mutante" (1993), arenga y da ánimos a sus secuaces y correligionarios, un grupo de tullidos absolutamente desquiciados y delirantes, poco antes de dar su golpe maestro: irrumpir en una fiesta de casamiento de la hija de un importante empresario, secuestrarla y pedir un rescate millonario. El objetivo que los guía es reunir fondos para la causa suprema de la organización, que no es otra cosa que la igualdad entre todas las personas. Algo bastante loable. Salvo por un pequeño detalle: quieren que todos sean igualmente tullidos y tan mutantes como ellos.
Alex De la Iglesia.   Ahí van los siameses Alex y Juan Abadíe, unidos por uno de sus hombros, José Tellería, alias "Manitas" y mecánico del grupo, Amancio González, sordomudo y con el coeficiente mental más bajo del mundo, José "Chepa" Montero, "enano jorobado, judío, masón, comunista y presuntamente homosexual". Todos fuertemente armados y con una concepción muy escasa o casi siempre equivocada de lo que deben hacer y cómo hacerlo. En síntesis, un grupo de locos tan peligrosos como inservibles, cuyo lema -"mens sana in corpore tullido"- es un reflejo exacto de su forma de vida demencial.
   "Acción Mutante" es el primero de los tres largometrajes dirigidos hasta el momento por el talentoso y excéntrico Alex De la Iglesia. Los otros son "El día de la Bestia" (1995) y la aún no estrenada en Argentina "Perdita Durango" (1997), basada en la novela homónima de Barry Gifford, el autor de otro libro en el que se basó David Lynch para su "Corazón Salvaje".
   De la Iglesia forma parte de una nueva generación de directores españoles -Enrique Urbizu, Julio Medem, Santiago Aguilar, Manuel Huerga, Juanma Bajo Ulloa- cuya principal característica es un eclecticismo irreverente, la falta de condicionamientos temáticos o estéticos y un racimo de influencias extraídas del cine, la televisión, el rock y los comics. Podría decirse que este gordito socarrón y desprolijo -barba tupida, anteojos negros y remeras de personajes de historieta o bandas de heavy metal o punk rock- es un claro exponente de aquellos directores que saben que para romper los moldes, primero hay que saber armarlos. Por eso, antes de emprender su cruzada en pos de desacralizar géneros tan cerrados como el fantástico, la comedia y el terror (y mezclarlos en un todo continuo y eficaz), De la Iglesia aprendió de las enseñanzas dejadas por maestros del cine mundial como Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Orson Welles, Luis Buñuel y Tati. También se nutrió de los libros de historietas como "Tintín", de Hergé, "Mortadelo y Filemón", de F. Ibañez, de las aventuras de "Spiderman" -en su novela "Payasos en la lavadora", Ed. Planeta, 1993, deja clara su fascinación por Gwen Stacy, la novia del Hombre Araña- y de los dibujos de Coll, Vázquez y Edgar Jacobs. Será por eso que en su adolescencia se dedicó a dibujar comics y se convirtió en el creador del primer superhéroe de historietas vasco: "Burdijaun", un mutante del futuro al cual le faltaba la mitad de su cara y que lo influiría notablemente en la elaboración del guión para su primer largometraje.
Afiche de presentación de Acción Mutante.   Nació en 1965 en Bilbao y las primeras películas que vió en su vida fueron Godzilla y King Kong. Una familia de clase media y ambiente marcadamente cultural lo inclinaron al estudio de la filosofía clásica y agustiniana. Pero eso no fue obstáculo para que su espíritu permanentemente juvenil y juguetón le hiciera descubrir y amar el terror, lo bizarro y lo absurdo de la cultura basura de los 70, a través de la lectura de una de sus revistas preferidas: "Mondo Brutto". Tampoco le impidió editar y dirigir el fanzine "NO" sobre cine y comics -de cuyo concepto Dossier Negro se copia descaradamente- y participar desde 1988 hasta 1990 en las performances de las "Galerías Safi", un centro de agitación cultural donde se hacían exposiciones, fiestas, recitales y se proyectaban películas. En una de sus más polémicas performances, uno de sus amigos aparecía colgado del techo, boca abajo, desnudo, y con un televisor portátil -en el cual se emitía un programa infantil- atado a sus testículos.
   Su primer contacto con la realización cinematográfica fue en 1988, cuando se encargó de la dirección artística de "Mama" de Pablo Berger, premiada en el Festival de Cortos de Bilbao. Ese mismo año colaboró con Enrique Urbizu en "Tu novia está loca" (largo en 35 milímetros), con quien volvió a trabajar en 1990 en "Todo por la pasta". Esas primeras incursiones lo entusiasmaron de tal forma que, aprovechando el decorado que había armado para una escena de una historia de otro director, filmó el corto "Mirindas asesinas" (1990), con un guión escrito en sólo dos días en colaboración con Jorge Guerricaechevarría, guionista de  "Acción Mutante", "El día de la Bestia" y "Perdita Durango". El planteamiento de la película era totalmente dadá, irracional. Un hombre entraba a un bar, pedía una Mirinda y, cuando le querían cobrar, mataba a todos a balazos. El rodaje duró tres días y Alex usó una cámara 16 milímetros prestada que aprendió a usar un día antes de comenzar a filmar.
   Después llegó "Acción Mutante", su primer largo. En principio la idea era hacer un cortometraje futurista y disparatado basado en el clásico "El quinteto de la muerte" (Alexander Mackendrick, 1955), que iba a llevar el título "Piratas del espacio". Alex tuvo una entrevista con los hermanos Pedro y Agustín Almodóvar, quienes cambiaron el título y le propusieron primero hacer una serie de TV en lugar del corto y luego una película. Alex aceptó y terminó filmando -según sus propias palabras- "una comedia salvaje, de humor negro, muy sangrienta, con dosis de hiperviolencia excéntrica y con un look enloquecido y roñoso". El filme se estrenó en 1993 y enseguida ganó los premios Goya -el Oscar español- a la mejor dirección de producción, a los mejores efectos especiales y al mejor maquillaje. También fue premiada en el Festival de Cine Fantástico de Montreal, por el mejor guión y la mejor película.
Afiche de El Día de la Bestia.    Pero si hay una película que catapultó a De la Iglesia a la fama y lo convirtió en un director de culto seguido por miles de fanáticos en todo el mundo, esa es "El día de la Bestia". Se trata de una comedia terrorífica (¿?), cuyo guión se basa, entre otras lecturas, en un cuento de "Los mitos de Cthulhu", famosa teogonía creada por el escritor estadounidense de relatos fantásticos H.P. Lovecraft, en el que un cura anciano intenta advertir a la humanidad de la llegada de los Grandes Antiguos, y nadie le cree. Otras referencias sobre demonología y ciencias ocultas fueron "Malleus Maleficarum", "La magia demoníaca" y "La clavícula de Salomón", un libro de magia del siglo XVII, del que tomó el pentáculo que el actor Santiago Segura marca con un cuchillo en el suelo lustroso del ocultista interpretado por Armando de Razza. 
   La película narra la alocada aventura de un curita de pueblo (el genial Alex Angulo), que viaja a Madrid durante las Navidades de 1995 en busca del Anticristo. Está convencido de haber descifrado, mediante un estudio cabalístico, una antiquísima clave bíblica que indica que ese mismo año, en esa misma ciudad española, nacerá el hijo del mismísimo Demonio, por lo que intentará hacer todo el mal que pueda -robar a los inválidos, golpear a las personas, autoflagelarse y hacer un pacto con el Diablo- para ganarse la confianza de Satán y así poder engañarlo y salvar al mundo de la Bestia.
   Como una versión ocultista del Quijote, este sacerdote es un justiciero absolutamente chiflado, un paranoico obsesivo que se parece más al personaje desquiciado que Robert De Niro hace en "Taxi Driver" (Martin Scorsese, 1976) que a un caballero medieval. Y como el Quijote, el cura también tiene su Sancho Panza: un gordo death metal, satánico y vicioso llamado José Mari (Santiago Segura), que lo acompaña y lo ayuda a realizar todas sus ocurrencias. Lo que más impacta de la película es, quizás, el hecho de que mientras lo buscan en libros de satanismo y haciendo extrañas invocaciones y rituales, el Diablo anda suelto por las calles de Madrid, usa anteojos Ray-Bans, viaja en camionetas 4x4 y por las noches se dedica a quemar vivos a los mendigos de la ciudad. 
Alex preparando la famosa escena de la cruz de El Día de la Bestia.   La película fue un éxito de público y de críticas y obtuvo 14 nominaciones para los premios Goya, de los cuales ganó cuatro: mejor dirección, mejores efectos especiales, actor revelación (Santiago Segura) y mejor dirección artística. También ganó el premio a la mejor película en los festivales de Bruselas y Gerardmer, y el Melies de Oro, el premio a la mejor película europea de cine fantástico.
   Ese fue un gran momento en su carrera. Con un corto y sólo dos largometrajes en su haber, los magnates de Hollywood comenzaron a tentarlo y le ofrecieron la conducción de varios proyectos: "Alien: Resurrection" (que terminó haciendo Jean Jeunet, el mismo de "Delicatessen" y "La ciudad de los niños perdidos"), la secuela de "Mortal Kombat", "El Zorro" y "Doom 64", basado en el juego de computadora. A todo le dijo que no y, aceptando un encargo de Andrés Vicente Gómez, el mismo productor de "El día de la Bestia", se embarcó en "Perdita Durango", una superproducción que iba a estar a cargo de su compatriota Bigas Luna y que él terminó rodando en Estados Unidos y México.
   Una declaración suya podría resumir su filosofía de vida: "Yo hago cine para que me guste a mí antes que a nadie. Para disfrutar. ¿Qué es lo que realmente quiero hacer en la vida? Disfrutar, amigos. Alucinar. Apasionarme. El día que no pueda hacerlo a través de las películas me buscaré la vida de otra manera". 


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