TRES CONTRA EL CABOPor Valeria Borer vborer@hotmail.com
"Más cuando salgas de estas lúgubres regiones, tornando a ver la hermosura de las estrellas, y te complazcas en decir, allí estuve; haz por hablar de nosotros a todo el mundo”.El Infierno de Dante - Canto décimosexto |
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En
abril de 1999, sin previa experiencia en el arte de navegar y sólo
habiendo oído un par de historias sobre el mítico Cabo de Hornos,
emprendí mi viaje de bautismo por tan tormentosos parajes.
El Bucanero, un ketch de madera de 14 mts. de eslora y muchas
singladuras en su haber y Miquel, su capitán, fueron mi única compañía
durante toda la travesía. Miquel
Aloy, un franco-español que navega en solitario desde hace 20 años,
vive y trabaja en su barco y en ocasiones toma trabajos rentados en los
puertos donde amarra, para soportar el mantenimiento del velero. Esta
vez decidió romper con la tradición de los solitarios y me invitó a
compartir su viaje, por el que esperó diez años. Nuestra
navegación se inició luego de pasar algunos días amarrados en el
A.F.A.S.Y.N. Asociación
Fueguina de Actividades Subacuáticas y Náuticas - Ushuaia,
haciendo los últimos ajustes. Zarpamos
al mediodía del 09 de abril rumbo a Puerto Williams, en la costa norte
de la Isla Navarino (Chile). El canal del Beagle se asemejaba a un lago.
El recorrido de las 26 millas fue tranquilo, y todo a mi alrededor era
una lección de geografía a flor de piel. Llegamos
al Club Naval de Yates Micalvi ansiosos por tramitar la autorización
para navegar en aguas chilenas, la que se expide en Valparaíso. Tuvimos
que esperar tres días.
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